Deseo al Presidente del Brasil, Lula, los mayores éxitos y desde aquí seguiremos sus pasos
El Lula más serio
El presidente reelecto de Brasil, Luiz Inazio Lula da Silva, tomó posesión el primer día de 2007 de su segundo mandato
en una ceremonia sobria y serena que nada tuvo que ver con la que le acompañó en 2003. Entonces, en presencia de más de medio millón de seguidores fuera del Congreso y numerosos mandatarios de todo el mundo dentro, el primer presidente brasileño de origen obrero y sindical llegó al cargo con el verbo encendido y derroche de emoción. El Lula que asume ahora la presidencia, tras otra arrolladora victoria electoral, es muy distinto. Éste ya histórico líder del mayor país de Latinoamérica ha aprendido mucho. A costa de dolor, disgustos y mucha decepción, ahora es un Lula más serio.
Brasil es por dimensión, población, recursos y potencial uno de los grandes tigres del siglo XXI que ha de liberarse de muchos lastres, entre los que están en preferencia la pobreza endémica y la inseguridad. Dijo Lula en su toma de posesión que además de su verbo preferido de "cambiar" referido a Brasil quiere conjugar cada vez más y mejor los de "acelerar", "crecer" e "incluir". El presidente de Brasil pudo ser arrastrado por la marea de la corrupción que ahoga a las democracias en el subcontinente: antes lo hacían las dictaduras militares suprimiéndola directamente. Pero ha resistido, incluso, a las amenazas dentro de su partido (PT) y ha recibido un nuevo y rotundo mandato popular que ahora lo capacita para lanzar este nuevo mensaje a la mayor democracia latinoamericana: ha de crecer para ser más justa y ser más justa para crecer bien. Brasil ha crecido un 2,6% de media anual en el último cuatrienio, muy lejos de las grandes economías emergentes como China e India.
Lula no quiere hacerle la guerra al mundo desarrollado o a estas nuevas zonas, sino competir con ellas. Frente a los populismos bolivarianos que difunden mensajes de dirigismo mesiánico e ideológico, Lula formuló en su toma de posesión la frase mágica que debiera resonar en toda Latinoamérica: "La educación de calidad será la prioridad de mi Gobierno". Mayor formación, seguridad, legalidad y libertad hacia una mayor prosperidad con mayor justicia. Éste es el lema que se desprende de una agenda muy difícil. Pero nadie como él estuvo nunca en Brasil en condiciones de situarla tan alto entre las expectativas de su pueblo.
El presidente reelecto de Brasil, Luiz Inazio Lula da Silva, tomó posesión el primer día de 2007 de su segundo mandato
en una ceremonia sobria y serena que nada tuvo que ver con la que le acompañó en 2003. Entonces, en presencia de más de medio millón de seguidores fuera del Congreso y numerosos mandatarios de todo el mundo dentro, el primer presidente brasileño de origen obrero y sindical llegó al cargo con el verbo encendido y derroche de emoción. El Lula que asume ahora la presidencia, tras otra arrolladora victoria electoral, es muy distinto. Éste ya histórico líder del mayor país de Latinoamérica ha aprendido mucho. A costa de dolor, disgustos y mucha decepción, ahora es un Lula más serio.
Brasil es por dimensión, población, recursos y potencial uno de los grandes tigres del siglo XXI que ha de liberarse de muchos lastres, entre los que están en preferencia la pobreza endémica y la inseguridad. Dijo Lula en su toma de posesión que además de su verbo preferido de "cambiar" referido a Brasil quiere conjugar cada vez más y mejor los de "acelerar", "crecer" e "incluir". El presidente de Brasil pudo ser arrastrado por la marea de la corrupción que ahoga a las democracias en el subcontinente: antes lo hacían las dictaduras militares suprimiéndola directamente. Pero ha resistido, incluso, a las amenazas dentro de su partido (PT) y ha recibido un nuevo y rotundo mandato popular que ahora lo capacita para lanzar este nuevo mensaje a la mayor democracia latinoamericana: ha de crecer para ser más justa y ser más justa para crecer bien. Brasil ha crecido un 2,6% de media anual en el último cuatrienio, muy lejos de las grandes economías emergentes como China e India.
Lula no quiere hacerle la guerra al mundo desarrollado o a estas nuevas zonas, sino competir con ellas. Frente a los populismos bolivarianos que difunden mensajes de dirigismo mesiánico e ideológico, Lula formuló en su toma de posesión la frase mágica que debiera resonar en toda Latinoamérica: "La educación de calidad será la prioridad de mi Gobierno". Mayor formación, seguridad, legalidad y libertad hacia una mayor prosperidad con mayor justicia. Éste es el lema que se desprende de una agenda muy difícil. Pero nadie como él estuvo nunca en Brasil en condiciones de situarla tan alto entre las expectativas de su pueblo.
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Azahara Morales -
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Irene Moreno Palmero -