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J. C. García Fajardo

Turquía y la Unión Europea

Me parece interesante  esta reflexión del ex Presidente de Portugal, Mario Soares: "La reciente visita de Benedicto XVI a Turquía ha resultado, bajo muchos aspectos, extremadamente innovadora e interesante. En primer lugar, porque subrayó las diferencias entre el cardenal Ratzinger y el papa Benedicto XVI, diferencias con las que tendremos que acostumbrarnos a convivir -por lo que se ha visto- a lo largo de su pontificado. En efecto, la primera declaración significativa del Papa, en suelo turco, fue: "No somos una autoridad política , pero deseamos que Turquía forme parte de la Unión Europea". ¡Eureka! Turquía, como París para Enrique IV, "bien vale una misa"... Una declaración que contradice el pensamiento reiterado por el cardenal Ratzinger y la política, en concreto, del Vaticano en un pasado reciente, pero al parecer no la del Papa.

¿Por qué lo hizo? Explicar semejante cambio por la necesidad, sentida por el papa Benedicto XVI, de enmendar la gaffe, o mejor dicho, la maliciosa insinuación del teólogo Ratzinger, realizada en la Conferencia de Ratisbona, en septiembre pasado, cuando procuró sutilmente asociar el Islam con la violencia, sirviéndose para ello de una cita de un emperador bizantino (¡bizantino, además!) me parece demasiado fácil, incluso simplista. Por más que la provocación me parezca manifiesta y grave para el Papa, aunque no para el teólogo Ratzinger. La razón profunda de este viraje es otra y más seria, a mi parecer. Se deriva de que las circunstancias internacionales han cambiado -o lo están haciendo, aceleradamente- con una alteración de las relaciones de fuerza en Oriente Medio. El estado de extrema debilidad de la coalición angloamericana así como de Israel, después de la trágica aventura del Líbano, en esa zona del mundo -los americanos sólo piensan, después de las elecciones del 7 de noviembre, en cómo abandonar Irak, sin dejar el país en un completo caos-, aconseja vivamente no menospreciar a Turquía. Se trata de un dato objetivo, indiscutible.
En efecto, la visita del presidente de Irak, Jalal Talabani, fundador y secretario general de la Unión Patriótica del Kurdistán, al guía supremo de la República Islámica de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, tiene un enorme significado. Hubiera sido realmente impensable pocos meses atrás. ¿Después de siete años de una cruenta guerra entre Irak e Irán y de la guerra del Golfo que siguió a ésta, el jefe de Estado de Irak, aupado a ese cargo por George W. Bush, como consecuencia de la invasión americana y de las elecciones promovidas por él, se atreve a presentarse en Irán, uno de los más peligrosos países del "eje del mal"...? Y no sólo eso, debe escuchar además de labios del "guía supremo" -cito literalmente- que "el abandono por parte de los norteamericanos del territorio iraquí es la primera condición para el restablecimiento de la situación". Y conservar una promesa: "Si el Gobierno iraquí solicita la retirada americana, Irán hará todo lo posible para ayudar al restablecimiento de la seguridad y de la estabilidad en Irak". En otras palabras, Irán se postula como potencia regional hegemónica, capaz de desafiar y sustituir a los Estados Unidos, no sólo con palabras sino como salvador de un Estado como Irak, antes enemigo y ahora sumido en la guerra civil y en el caos. En comparación con esta visita, del desayuno de Bush con el primer ministro iraquí, en Amman, apenas se derivó una insignificancia: la promesa de Bush, en efecto, fue tan sólo la de mantener las tropas en Irak... "hasta completar el trabajo".
Es eso lo que explica el radical cambio de política del Vaticano -expresado por el Papa- en relación con Turquía. En efecto, Turquía representa un puente esencial para el diálogo entre el mundo cristiano y el mundo musulmán, está comprometido con el relanzamiento de la Alianza de Civilizaciones, a la que el Papa también se ha asociado ahora, es un miembro influyente de la OTAN y goza de una posición estratégica privilegiada y de un conocimiento poco común de los países del Cáucaso, de Ucrania y de Rusia. Pero además es un Estado laico, en el que rige la separación entre Iglesia y Estado y, a pesar de que su población sea abrumadoramente musulmana, respeta -o pretende respetar- "la libertad religiosa".
Resulta curioso que sea el Papa quien subraye la importancia del racionalismo laico para defender la oportunidad de laadhesión de Turquía a la Unión Europea. A pesar de haber realizado una distinción sutilmente teológica entre laicismo y laicidad. Pero no es eso lo que cuenta. Lo importante es la revelación del interés del Papa por la adhesión de Turquía a la Unión Europea y el hecho de que esto ocurriera el mismo día en el que un ilustre miembro de la Comisión Europea anunciaba la suspensión de las negociaciones entre Turquía y la Unión, por la falta de cumplimiento turco de su compromiso de apertura de los puertos de Chipre. La burocracia de Bruselas se revela, una vez más, bastante distraída respecto a los grandes cambios que están teniendo lugar en la política planetaria. Pero llegado el momento, ya se corregirá el tiro.
Nótese que si el laicismo turco reveló su utilidad, a ojos del Papa, fue también a causa de otro de los objetivos de su visita a Turquía: el encuentro con el patriarca Bartolomé I, primado honorífico de la ortodoxia, para reanudar el diálogo, interrumpido en 1054, entre Roma y Constantinopla. En tal sentido, el Papa retomó la fórmula utilizada por Pablo VI, en una visita anterior, con el mismo objetivo: "La división entre católicos y ortodoxos es un escándalo para el mundo y un obstáculo para la proclamación del Evangelio".
A pesar de la infalibilidad papal y de la centralización romana, a las que los ortodoxos continúan oponiéndose, el diálogo entre las dos Iglesias cristianas es necesario para restablecer la senda de la paz y -como dicen en un comunicado común- para "combatir el rechazo a la fe cristiana en el continente europeo y renovar la conciencia de las raíces y valores cristianos de Europa".
Sería el caso de preguntarse si el laicismo es uno de esos valores -tal y como yo pienso-, más allá de su importancia para garantizar la libertad de la Iglesia ortodoxa, ultraminoritaria en Turquía, como el Papa reconoce. Hay que añadir que Benedicto XVI, mediante su diálogo con el primado de Constantinopla, pretende llegar a Moscú y allanar el entendimiento con el patriarca ruso Alexis II. Lo que, ha de reconocerse, sería sin duda interesante y útil.
Todo ello son señales muy serias para la Unión Europea, que parece apática y perdida en un mundo que la sobrepasa. Es necesario y urgente un golpe de timón. Tengo la esperanza de que éste se produzca durante la presidencia alemana. ¿Serán capaces los dirigentes de la Unión de definir un nuevo rumbo estratégico autónomo, para atajar, de esa forma, la decadencia hacia la que parecen encaminados? Bush arrastró a Occidente hacia una crisis profunda, evidente hoy a ojos de quien quiera verlo. La Unión Europea, pecando de seguidismo y omisión, no ha sabido reaccionar hasta ahora. ¿Es que no resultan lo suficientemente significativos los recientes movimientos políticos en Latinoamérica? ¿No es significativo que el presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, se atreva a interpelar directamente a los americanos, alertándoles de que -cito textualmente- "las ilegalidades y las inmoralidades de Guantánamo y Abu Ghraib sólo tendrán como efecto la propagación del terrorismo"? ¿No resulta significativo que Condoleeza Rice diga en Israel "que es preciso aliviar las humillaciones cotidianas que padecen los palestinos"? ¿A qué espera, pues, la Unión Europea para cambiar de política y avanzar? Antes de que sea demasiado tarde...

 

11 comentarios

Ignacio Álvarez -

Aparte de los pobres que según Elena nos dará Turquía en el caso de que ingrese en la UE ¿Qué más puede ofrecer? Tal vez un puente con Asia y el mundo musulmán, peroantes que nada lo mejor sería acercarnos cuanto antes a Rusia. A fin de cuentas ellos tienen el petroleo y el Gas Natural, y no dejar que un país como Polonia ande en contra de lo que beneficia a todos.
Bueno, esto son divagaciones mías.

Estibaliz Ortiz de Orruño -

Estoy más que harta de la pasividad de la Unión Europea… Siempre estamos por detrás de los verdaderos conflictos, siempre a expensas de lo que hagan los poderosos para optar por acciones “políticamente correctas” sin llamar demasiado la atención, siempre con la marabunta pero nunca a la cabeza de las grandes decisiones.

Se nos llena la boca con palabrejas como “democracia”, “libertad de mercado”, bla bla bla, pero en verdad los turcos nos importan tres pitos. ¿Por qué tanta falacia? ¿Por qué esta insistencia en lo tontos que parecemos? Porque digo yo que los mandamases deben de pensar que somos tontos, deducción extraída de este constante empeño en meternos las mentiras a pares por las orejas…

¿Cómo no se le cae la cara de vergüenza al tal Benedicto después de hacer esas declaraciones con malévolo doble sentido? ¿Después de haber levantado en su contra a medio mundo musulmán, acusando al Islam de productor de violencia? No entiendo ni cómo le ceden un micrófono para que hable… Si a este hombre en el fondo lo que le gusta es la polémica… Y si no, que alguien me explique cómo una autoridad eclesiástica se atreve a decir semejantes burradas cuando SABE que medio mundo le está mirando, y sus palabras van a repercutir en las actuaciones internacionales…

Yo creo que en el fondo le gusta, se crece, se hace fuerte en la ira desatada por los musulmanes. La gente habla de él, no importa si lo hace bien o mal. Está en el “candelabro”. Piensa que los políticos, con sus chapuzas, le roban protagonismo y dice: “Ah, pues yo también sé joder, ¿qué os pensabais?”. Es una lucha constante por ver quién lo hace peor.

Por cierto, que me gustó el sutil sarcasmo con el que está escrito el artículo. Me divierte.

Patricia Perez -

¿Algún día Europa será capaz de tirar del carro de un proyecto? ¿ siempre tendremos que ir recogiendo las simientes que nos van dejando? Mientras no se forme un gobierno europeo único, con legitimidad y poder, no se podrá hacer mucho, cada país tira mirando su interés no el interés general y así es imposible hacerse respetar.

Teresa Villar -

Creo que Turquía va a tardar unos años más en entrar en la Unión Europea. Los actuales países integrantes, bueno mejor dicho los 15 iniciales que son los que mandan a efectos prácticos, tienen miedo. Temen no poder afrontar las consecuencias de aliarse de manera tan acérrima a un país mayoritariamente musulmán e históricamente conflictivo.
Yo desde aquí pido claridad en el proceso de ingreso de Turquía en la UE. Más transparencia y menos demagogia inútil, por favor.

Ánimo profesor!!
Un saludo

Ana Carrión Guijarro -

SE ME OLVIDO PONER EL NOMBRE, EL COMENTARIO ANTERIOR ES MÍO. SORRY!

La entrada de Turquía en la UE (no antes de 2014) no pasa desapercibida antes los ojos de nadie. Unos apuestan por el rechazo a un gran estado de mayoría musulmana, otros hacen de la geografía un criterio de exclusión al situarse lo esencial del territorio turco en Asia menor y otros recurren a la historia... Sin embargo, personalmente creo que el país avanza en la vía de las reformas democráticas: los tribunales especiales de seguridad del estado están desapareciendo, a principios de los ´50 se incorporó al Consejo Europeo o los crímenes de honor contra las mujeres han sido suprimidos...
Así, opino que poco a poco Turquía va consolidando un carácter europeo y pienso que para los grandes países del Mediterráneo oriental, amenazados por la violencia y por corrientes oscurantistas, esta adhesión constituirá un mensaje de esperanza y prosperidad.

Anónimo -

La entrada de Turquía en la UE (no antes de 2014) no pasa desapercibida antes los ojos de nadie. Unos apuestan por el rechazo a un gran estado de mayoría musulmana, otros hacen de la geografía un criterio de exclusión al situarse lo esencial del territorio turco en Asia menor y otros recurren a la historia... Sin embargo, personalmente creo que el país avanza en la vía de las reformas democráticas: los tribunales especiales de seguridad del estado están desapareciendo, a principios de los ´50 se incorporó al Consejo Europeo o los crímenes de honor contra las mujeres han sido suprimidos...
Así, opino que poco a poco Turquía va consolidando un carácter europeo y pienso que para los grandes países del Mediterráneo oriental, amenazados por la violencia y por corrientes oscurantistas, esta adhesión constituirá un mensaje de esperanza y prosperidad.

Noelia (Roja) -

Si miramos nuestra historia moderna, y quizás el período que la precede, Turquía estuvo siempre dentro del sistema y la arquitectura europeos.

Hormiguero -

Más que nada, los gobiernos del club de la UE lo que tienen es miedo a que se desequibibre más que nunca su bienestar. Habría que reflexionar profundamente sobre la esencia de la Unión, desde todos los ángulos posibles. Pero los gobiernos no están muy por la labor del análisis con el tema de Europa. Con el acelerador puesto, pero con el cambio de marchas en punto muerto...

Alberto Luque -

Me refiero a carga desde el punto de vista de los burócratas que dominan la UE.

Alberto Luque -

Turquía es una carga sobretodo porque usaría el veto como hacen los polacos. Además sería la segunda población de Europa detrás de los alemanes. Las fronteras pasarían a estar en Irak, Siria, Georgia... El problema de los kurdos... La represión política... Sería otra Polonia en materia religiosa sólo que musulmana...

Elena Merino -

Sobre el tema de Turquía, añado la opinión que nos comentó mi profesor de Relaciones Internacionales del año pasado (Rafael Calduch), y con la que, de momento, me quedo. Turquía no entra en la UE no porque sea un país con mayoría musulmana o porque sea o no importante estratégicamente, sino porque supondría el ingreso en la Unión
Europea de 70 millones de pobres. No comulgo con Marx en todos sus puntos, pero a veces, cuando intentamos dar complejas explicaciones a los grandes problemas internacionales, debemos bajar un nivel y reconocer, que implícita o explícitamente, la economía es quizá no el motor, pero sí un componente fundamental de la historia. Y más todavía en la "Europa de los mercaderes".