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J. C. García Fajardo

Retazos de Ting Chang 010: Sabiduría de los idiotas

- Noble Señor, ¿qué lees?
- Un hermoso poema de Ibn El Arabí, uno de los más grandes místicos sufís, junto con Al Gazzali y con Rumi, del que nos solía hablar nuestro Maestro.
- ¿Tiene algo que ver con el Mulá Nasrudin?, preguntó Sergei a quien divertían las ocurrencias de este personaje.
- ¡Claro que sí! Nasrudín es uno de los mejores inventos de los sabios sufis para transmitir su profunda y oculta sabiduría, un poco al margen del dogmatismo de los ulemas.
- Pero, en realidad, ¿qué es el sufismo?, contado así en palabras sencillas para un analfabeto como yo.
- Es una forma mística musulmana nacida quizás como reacción al debilitamiento e instrumentalización de la fé musulmana durante los Omeyas. Una enseñanza sufí muestra que el hecho de adaptarse a una tradición religiosa concreta no es más que el modo de acceder a la profunda religiosidad del ser humano y que trasciende los marcos del rito o del dogma.
- Noble Médico, ¿me lees ese poema de Ibn al Arabí mientras se hace el té?
-  “Mi corazón puede adoptar todas las formas.
Es pasto para las gacelas.
Y monasterio para monjes cristianos
y templo para los ídolos,
y la Kaaba para el peregrino,
y las tablas de la Torá, y el libro del Corán.
Yo sigo la religión del Amor:
Cualquiera que sea el camino que recorran
los camellos, ésa es mi religión y mi fé”.
Sergei, estos autores buscan el Cielo, o a Dios, como ellos le llaman, a través del camino que pasa por su propio corazón en el encuentro con sí mismos que, en su experiencia, les lleva a la  percepción  que conduce al auténtico conocimiento. Porque, para el sufí, las prácticas devotas repetidas sin concierto,pueden ser una desviación tan perjudicial e innecesaria como la adhesión a la erudición vacía. El sufí sabe que la experiencia de la enseñanza sólo se adquiere en contacto con la vida diaria, y bajo el aprendizaje de un Maestro. Por eso, sus enseñanzas, así como las de las grandes tradiciones de la sabiduría, adoptan la forma de cuentos por su eficacia y forma literaria abierta a todas las mentes, con independencia de su educación o saberes académicos. No se trata de incrementar los conocimientos sino de acceder a otra dimensión del conocimiento, a experimentar la existencia de otro nivel de comprensión que surge desde dentro y que nos llena de luz, de paz y de alegría. El sufí es capaz de gozar el mundo real, de vivir inmerso en la actividad cotidiana de forma que, muchas veces, no se distinguen del resto de los ciudadanos. Como les sucedía a los primeros cristianos que no se distinguían de los demás ciudadanos del Imperio. Hablan y comen como nosotros, trabajan y visten como nosotros, tan sólo se distinguen en que se aman unos a otros, según el testimonio de la Didajé.
Escucha bien, Liebre de las estepas de Mongolia, uno de los cuentos más conocidos:
“Bahaudín el-Shah, gran maestro de los derviches, encontró un día a un compañero, derviche errante. Estaba Bahaudín rodeado por sus discípulos expectantes por el debate que se avecinaba .
- “¿De dónde vienes?”, le preguntó al sufí viajero.
- “No tengo ni idea”, dijo el otro riéndose estúpidamente.
- “¿Adónde vas?”, prosiguió el Maestro.
- “No lo sé”, gritó el derviche errante.
- “¿Qué es el Bien?”
- “No lo sé”.
- “¿Qué es el Mal?”
- “No tengo ni idea”.
- “¿Qué es lo correcto?”
- “Pues, todo lo que es bueno para mí”.
- “¿Qué es lo equivocado?”, prosiguió el Maestro.
- “Pues será todo lo que es malo para mí”, respondió con la misma soltura el derviche errante.
Los discípulos y las gentes que se les habían ido acercando prorrumpieron en gritos irritados por la falta de respeto y de sentido de las respuestas del derviche descarado que se marchó alejándose en una dirección que no llevaba a ninguna parte, pero muy lejos.
- “¡Idiotas!, ¡Más que idiotas!”, exclamó el  Maestro Bahaudin. “¿No os habéis dado cuenta de que este santo derviche estaba representando el papel de la humanidad. Mientras vosotros lo despreciabais, él estaba mostrando deliberadamente la falta de atención que todos vosotros mostráis, de manera inconsciente, todos los días de vuestras vidas".

José Carlos Gª Fajardo, por la transcripción.

1 comentario

Al-Jurs -

Excelente. No hay palabras.