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J. C. García Fajardo

Ante el pretendido orgullo gay y sus manifestaciones

Siempre he respetado la opinión ajena, y en este caso la de mi colega Rosa Montero, admirada  por tantos motivos. Reproduzco su reflexión sobre el matrimonio aunque personalmente, después de 42 años de convivencia volvería a casarme otra vez, y con la misma mujer madre de nuestros seis hijos. En cuanto a calificar de matrimonios a las legítimas y, al fin, legales uniones de personas del mismo sexo, mantengo mi opinión de que aunque se equiparen en todos los derechos existen otras formas de designarlo que como matrimonios. En algunas cosas somos tan progres y en otras tan retrógrados. Pero, allá ellos con tal de que nadie les moleste en el ejercicio de sus derechos ni ellos nos molesten pretendiendo que digamos amén a todo lo que se les ocurra. Pienso que las calbalgatas del día del orgullo gay me parecen una fantochada, con despropósitos que no favorecen mucho el reconocimiento de un estado de hecho que desfiguran en un carnaval esperpéntico. Si eso es la homosexualidad y sólo eso, flaco servicio les hacen a quienes pretenden vivir su opción sexual y vital con naturalidad y sin alharacas. Nesemu                                                                                            Matrimonios    ´Nada más lejos de mi intención que criticar el deseo de los gays de casarse con el argumento seudoizquierdista de que el matrimonio es una institución retrógrada y de que reivindicar una boda es de derechas. Esta tesis, proveniente de la progresía más casposa, es una necedad con ribetes dictatoriales y algo fascistas, porque supone desdeñar los derechos de aquellos que no piensan exactamente igual que tú, como si la única manera admisible de ser gay (o persona) fuera ser un progre contrario al matrimonio. Pues no. La vida plena y democrática, y la ampliación de las libertades sociales, pasa porque cada cual pueda ser lo que quiera, en tanto en cuanto no violente la libertad de los demás. Y así, conseguir que dos hombres o dos mujeres puedan casarse es sin duda un progreso. Además, habrá que repetir que ser homosexual no te convierte en una persona diferente. Por eso entre los gays, como entre los heteros, hay gentes de todas las ideologías.

Dicho esto, debo reconocer que, para mí, el matrimonio es, en efecto, algo más bien retrógrado. Por eso nunca entendí el guirigay de la derechona contra las bodas homo, porque suponen una reivindicación y un ennoblecimiento del valor del matrimonio en momentos de decadencia de la institución. Yo provengo de una generación reacia a las bodas y me enorgullece no haberme casado. Es verdad que antes el matrimonio era peor, más tradicional y asfixiante, pero incluso ahora sigue arrastrando una carga de convencionalidad que en ocasiones pesa demasiado. Leo que el primer matrimonio homosexual ya ha pedido el divorcio. Se casaron en octubre y en junio dieron su unión por acabada. Pero lo más triste es que estaban viviendo juntos desde 1993. He aquí una pareja que presumiblemente se llevaba bien y sobre la que el matrimonio cayó como un rayo. Este efecto devastador del vínculo es bastante común. La conyugalidad, reconozcámoslo, puede crear vicios; hay personas que, tras la boda, se creen demasiado seguras del otro y le descuidan. La rutina engorda, la individualidad se resiente, familiares y amigos empiezan a hablarte en un plural perpetuo. El amor es demasiado frágil y la convivencia demasiado difícil como para sumarle la complicada ortopedia de un matrimonio.

6 comentarios

Carlos Miguélez -

A mí me llamaron homofóbico por no haber ido a la fiesta del orgullo gay. Simplemente no es el ambiente que me gusta, como no me gustan los lugares a los que van los 'góticos' o los muy pijos. Cada uno elige los sitios donde uno se siente cómodo.

mocito -

No seamos hipócritas, nos gustan ese tipo de cabalgatas, que los colectivos hagan de monos de feria para el divertimento de la mayoría (normal, aséptica, guapa, fea, de derechas, de izquierdas, hetero, homo, micro...).

Chueca en fiestas o todo el mundo en fiestas. Mientras haya algarabía donde refugiarse, las preguntas quedan en un segundo plano y los días siguen sin pasar. Pero avanzamos.

Sonia Sanz -

¿Por qué celebrar el día del orgullo gay? ¿No es digno que uno se sienta orgulloso de ser gay cada día del año? A mí no me hace falta subirme a una carroza para decir que soy heterosexual y no por ello afirmo menos mi identidad sexual.

Quizás ahí resida la auténtica igualdad. En el que los propios homosexuales no marquen la diferencia con una celebración ridícula. ¿Quieren fiestas y carrozas? Adelante, ahí está el carnaval, pero disfrazarlo detrás de una celebración para enorgullecerse...Es un despropósito. Algo diferente sería si fuese una manifestación en favor de la igualdad, pero una vez que se va consiguiendo no veo esa reunión como algo necesario.

Habría que preguntarle a un gran número de parejas homosexuales si creen que eso significa ser gay, si es eso lo que ellos sienten cuando van a trabajar o pasean con sus hijos, si viven en un eterno carnaval. Yo creo que no, y por ello no entiendo la fiesta.

Deberían intentar no hacer que los veamos como las "locas de la fiesta" (siento decirlo, pero es un término usado para expresarme nada más) sino como hombres que aman a hombres y mujeres que aman a mujeres. Nada más. Porque la vida diaria no es un carnaval, y la vida en pareja es algo muy serio. Al fin y al cabo lo único que nos diferencia es eso, la elección de pareja; no creo que sea tan solo un tema de estilo de vida y diversión.

P.D.: ¿Ya ha llegado el divorcio? Bienvenidos a la auténtica igualdad.

El Cisne Negro -

Quizás SI debería haber otra palabra que defina el matrimonio homosexual (aunque a mi me guste la palabra matrimonio, incluso para este tipo de uniones). Lo que haría sería animar a todos los que buscan otra palabra para estas uniones, que también pongan todo su empeño en buscarle una palabra paralela a la unión heterosexual civil. Al final, cuando digo PIE quiero decir PIE y no OJO. Llamarle matrimonio a la unión de DOS PERSONAS (más allá de su género) es lo más limpio y fácil. Buscar una palabra alternativa sería agrandar la brecha existente y remarcar aún más la diferencia que ya de por si existe y que leyes como este pretenden acortar.

Yo también volvería a casarme con mi mujer hoy mismo (y cada día) y volvería a tener con ella los mismos hijos. Pero ello no hace que mi matrimonio sea más matrimonio que el de dos hombres o dos mujeres (más allá de la etimología).

Con respecto al desfile de las locas, me produce estupor y vergüenza ajena. Es una estulticia mayúscula. Como el Día de la Mujer Trabajadora. ¿Por qué remarcar "lo raros que somos" montados en extrañas carrozas y vestidos como NUNCA, mientras se besan exageradamente entre ellos? Nunca lo he entendido. También es cierto que no son la mayoría, pero sí son los que más llaman la atención. Quizás radique ahí el poder de convocatoria. Tan mal, no les ha ido.

Libertad, libertad y libertad. Gracias por hacernos llegar este artículo.

Nacho M. -

Me ha sorprendido gratamente este artículo, que he tenido la ocasión de leer antes de topar con esta reflexión que, por cierto, me gusta más que el artículo.
Yo creo que el concepto matrimonio no debería estar politizado, diciendo que el matrimonio es de derechas y no de izquierdas, cuando lo cierto es que hay de todo, y en abundancia. Aunque estoy en la mayor parte de acuerdo, no comparto la opinión de Rosa Montero en que el hecho de que se haya divorciado ya una pareja de personas del mismo sexo signifique que sea un fiasco, y que el resto vaya a correr igual suerte. Pues habrá de todo también, digo yo... igual que en matrimonios heterosexuales.
Lo de la cabalgata me parece muy bien, aunque da un poco la sensación de que los gays y lesbianas tienden a disfrazarse de forma provocativa y son promiscuos por naturaleza, pero vamos, que si lo creen oportuno me parece genial. El problema es más de la gente que suele generalizar, aunque no sean pocos.
En definitiva, la denominación de matrimonio no me parece la idonea, pero sin lugar a dudas esta ley es un gran paso... y en cuanto a los de las adopciones nunca he opinado, no me creo capaz de decidir ese asunto y se lo dejo a los sociólogos, y gente experta. Digan lo que digan, tendrán mi respeto.
Un saludo!

Belén -

Es importante que dejemos de lado las etiquetas y los tópicos. En mi opinión, la celebración del orgullo gay no tiene que ser una cabalgata llena de los topicazos sobre homosexuales que vemos siempre en televisión, porque hace que nos tomemos el asunto menos enserio y no permite que tratemos la homosexualidad como lo que es: una forma de vida tan normal y respetable como la de los demás.

En cuanto a lo del matrimonio, me parece que está sobrevalorado. Es como si la finalidad de todas las relaciones fuera casarse y no siempre es así. Lo importante no es llegar matrimonio (que los hay muy buenos, muy malos y normales como todas las relaciones), sino tener una relación sana, basada en el respeto y en el amor mutuo. Tradicionalmente, ha sido un medio para vivir en pareja, no un fin. Pero es un medio al que todos debemos optar sólo por el hecho de ser ciudadanos.