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J. C. García Fajardo

La respuesta está en la amenaza

El mayor peligro que afronta la Humanidad es la explosión demográfica. El planeta Tierra no podrá asumir y sostener esta progresión creciente que arranca desde la Primera Guerra Mundial. En 1914, fecha del asesinato del archiduque Fernando en Sarajevo, se estima que había unos mil doscientos millones de seres humanos. En ese mismo siglo, en 1991, en Sarajevo Koffi Anan, recibió al niño que simbólicamente representaba al habitante seis mil millones. La población mundial ya alcanza los seis mil trescientos millones y no cesa en su espiral creciente. El problema más grave es que esa progresión acelerada se produce en los países más empobrecidos y en las tierras más esquilmadas del planeta. Mientras tanto, en la inmensa mayoría de los países más ricos, industrializados y "desarrollados" del mundo, la curva demográfica se ha detenido, cuando no descendido de manera alarmante. Hasta el punto de que necesitan de los inmigrantes para poder mantener su nivel de vida y hacer frente a un futuro no lejano en el que de cada cuatro ciudadanos sólo trabajará uno, que tendrá que sostener al resto cada vez más envejecido. Salvo que algunos crean en la utópica e inviable solución propuesta por los militantes del pensamiento único de haber previsto unas pensiones privadas que nadie puede garantizar en el tiempo.

Ahora bien, la naturaleza ha acudido en ayuda de los ricos y ensimismados etnocentristas del Norte que trataron de imponer su modelo de desarrollo y su concepción de la vida blanca, europeísta, judeo cristiana, economicista y agotada al Sur joven, pobre, grande y de colores.

Millones de inmigrantes han acudido para salvar a estas sociedades que se hicieron ricas a fuerza de dominar y de explotar a otros pueblos y tierras durante siglos. De ahí la celebración de una globalización bien administrada que facilite la movilidad de las personas al nivel que disfrutan los capitales. Una vez más, el Sur, mestizo y generoso, acudirá en socorro del Norte, frío y egoísta que maneja a sus dioses como instrumentos de su codicia.

El reconocimiento de la dignidad y responsabilidad de las mujeres, mediante la educación y el acceso a los puestos de trabajo que les corresponden, aparece junto a esta ayuda humana de los inmigrantes que garantizarán el relevo en los puestos de trabajo más duros, en la animación de aulas para niños que ya no acudían, en las altas en la seguridad social que ayuda al mantenimiento de las pensiones, así como en su contribución a las haciendas que garantizarán el desarrollo de los cuatro pilares del Estado de Bienestar. Esos jóvenes que acuden juntos a las escuelas, serán también los beneficiarios para que un día no lejano, los hijos de ese fecundo mestizaje puedan afrontar las nuevas circunstancias pues en eso consiste la auténtica educación: en la capacidad de afrontar las situaciones - como sostenía Ibsen - y en dirigir con sentido nuestra propia vida, - como soñaba y postulaba Giner de los Ríos -.

Es un hecho demostrado que, en todos los países en los que las mujeres han tenido acceso a la educación y a la formación debida que las capacita para desempeñar las mismas responsabilidades que los hombres, no sólo no existe peligro de una supuesta explosión demográfica sino que corren peligro de perder sus señas de identidad. Quizás para bien, pero las culturas como las civilizaciones ni se enfrentan ni hacen inimaginables alianzas. Dialogan y se enriquecen mutuamente para dar lugar a nuevas formas de vida, de conocimientos y de experiencias.

La preferencia del varón sobre la mujer tuvo sus razones: durante los diez mil años de la Historia conocida, el hombre, sexo fuerte, ha dominado a la mujer, sexo débil. Era el jefe de la familia, trabajaba y luchaba para alimentarlos y protegerlos y tenía a su cargo el cuidado de las personas mayores. Recibía una educación que no parecía necesaria para las mujeres y su nacimiento era recibido como una bendición.

Este largo período de la Historia está sufriendo un cambio revolucionario: en muchos países aparecerá como preferible tener una hija que un hijo. Las estadísticas muestran que las mujeres ya son más numerosas en las universidades y con índices de éxito superiores. En los países más desarrollados ya es superior el número de mujeres diplomadas y licenciadas que de hombres. El movimiento de emancipación eficaz de las mujeres comenzó después de la segunda Guerra Mundial. En EEUU, hace cincuenta años, sólo un tercio de las mujeres en edad de trabajar eran activas; hoy, ya casi hay tantos hombres como mujeres en el trabajo. En Dinamarca, Suecia y Gran Bretaña el porcentaje de mujeres que trabajan llega al 75%. Desde 1970, dos veces más de mujeres que de hombres acceden a los puestos de trabajo recuperando su retraso.

De ahí que el dinero invertido en la educación y formación de las mujeres sea el más productivo y regulador que pueda imaginarse, porque los hijos de una mujer educada y con responsabilidades sociales estarán mejor educados, alimentados e instruidos que los de una madre analfabeta en un mundo que avanza en progresión exponencial y que sabrá encontrar en sus problemas las soluciones más adecuadas al transformarlos en desafíos y en oportunidades.

José Carlos Gª Fajardo

3 comentarios

Belén -

Es fundamental que se alcance una verdadera maternidad responsable en los lugares más pobres.
Las mujeres tienen derecho a decidir si quieren o no tener hijos, no sólo porque sean capaces o no de mantenerlos, sino porque son libres para decidir si quieren ser madres o no.
La finalidad de todas las mujeres no es ser madres, pese a lo que ciertas instituciones y grupos conservadores nos quieren hacer creer.
Si queremos dejar de ver imagénes de niños pequeños pobres, analfabetos y que se mueren de hambre, hay que trabajar desde distintos ámbitos, y uno de ellos es, sin duda alguna, la educación.

Estrada -

En la educación está la base del desarrollo.
Gracias a ella las mujeres del mundo rico han podiddo independizarse y creo que gracias a ella se podrá parar la explosión demográfica (donde muchos niños nacen con sida) en los países pobres...
Por otra parte, también creo que muchas de las próximas jubilaciones se van a cobrar por el trabajo de los inmigrantes.
España es un país inmigrante y sabe lo que cuesta tener que ir a otro país por motivos laborales. Debemos aprender de lo que nos ha pasado para no repetirlo con los demás; solo así podremos alcanzar un mundo más igual.

Gema -

Debemos aprovechar los cambios que se nos presentan, de manera que todos salgamos beneficiados.
La mujer ha empezado a tener un papel muy importante en el mundo. Dejemos que todos, tanto hombres como mujeres, colaboremos.
Las economías de los países desarrollados funcionan, en gran parte, por los inmigrantes. Hagamos un mundo de todos.