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J. C. García Fajardo

Caminamos por detrás de la realidad

Estaba el país paralizado y no se prestaba suficiente atención a temas sociales y económicos fundamentales. Por eso, me alegro de ue se haya alcanzado un pacto antes de discutir y de tramitar en el Congreso el texto definitivo. De acuerdo con la Constitución, los representantes del pueblo soberano en Las Cortes tienen la palabra. Estas son las reglas del juego. Ya estábamos cansados de tanto amagar y de amenazar con desestabilizaciones de los antiguos poderes fácticos. Cada mochuelo a su olivo. Ha habido demasiada intoxicación y nada va a recibir Cataluña que no puedan recibir el resto de las autonomías si así lo deciden. El problema,  con palabras de McLuhan, es que nos empeñamos en apretar el acelerador pero con la mirada puesta en el retrovisor. No acabamos de darnos cuenta de que somos prisioneros de conceptos obsoletos y ya superados por la dinámica científica, social y de política global. En este editorial de El País encuentro una reflexión prudente y sosegada. Nesemu                                                                                                         Nuevo Estatuto al fin. Ha habido entendimiento entre Zapatero y Artur Mas, y lo habrá con el resto de los participantes en la negociación del nuevo Estatuto catalán, porque para todos ellos era peor el desacuerdo que el acuerdo. Aparte otras razones, porque los negociadores catalanes sabían que difícilmente encontrarían una ocasión comparable si el fracaso de esta iniciativa llevaba al PSOE a la oposición. Había alguna duda en el caso de CiU dado que está fuera del gobierno catalán, y le tentaba la hipótesis de fracaso seguido de elecciones anticipadas. Pero sólo podría asumir el coste de la ruptura si era capaz de trasladar la responsabilidad a la intransigencia del Gobierno. Zapatero ha actuado de forma que Artur Mas pueda apuntarse el éxito, e incluso le ha dado la oportunidad de ser él quien informe de los acuerdos.
Su satisfacción es proporcional a la incomodidad de ERC al verse de nuevo apartada de la jugada decisiva, como en septiembre. Ahora se ve que ciertos movimientos no eran casuales; que el Gobierno se había asegurado el recambio por si algún día los de Carod cumplían sus periódicas amenazas de retirar su apoyo a Zapatero. No es que los socialistas quieran cambiar de socio, sino que han querido demostrar a Esquerra que sí tienen alternativa. Porque para aprobar el nuevo Estatuto en Las Cortes, los votos de ERC no son imprescindibles.
Pero el acuerdo es el resultado de un pacto. Aunque el texto llegó avalado por el 90% del Parlamento catalán, una mayoría de los ciudadanos de esta comunidad compartía con la mayoría de los ciudadanos del resto de España la preferencia por el pacto; es decir, que no compartía la idea, inicialmente defendida por algunos sectores nacionalistas, de que el Parlamento español debía limitarse a convalidar el anteproyecto catalán. Un pacto implica cesiones recíprocas, y es lo que ha habido. Contra lo que sostiene cierto soberanismo declamatorio, ello no reduce, sino refuerza, la legitimidad del Estatuto que resulte.
Un ejemplo es lo sucedido con la definición de Cataluña como nación. Los ciudadanos de Cataluña tienen derecho a pensar y sostener que Cataluña es una nación, pero hacerlo figurar así sin más en el Estatuto equivale a dar por supuesto que esa convicción es compartida por las partes que pactan, España y Cataluña. Y eso no es así; ni la mayoría de los diputados de las Cortes ni la de los españoles en general asume esa definición. El Estado no podría reconocerla sin asumir el riesgo de que un hipotético gobierno nacionalista decida un día tomar pie en esa aceptación para proclamar el derecho unilateral de ruptura, o para interpretar el deber de conocimiento del catalán de una manera que afecte a derechos políticos de los ciudadanos, por ejemplo.
Se ha buscado una solución pragmática. Se admite e inscribe en el preámbulo que los catalanes, a través de su Parlamento, consideran a Cataluña como nación, pero se remiten sus eventuales consecuencias a la distinción constitucional entre nacionalidades y regiones: ni más, ni menos. Y para que no haya dudas, en el articulado se vuelve a la definición como nacionalidad en los términos del Estatuto aún vigente. Se toma así la palabra a los nacionalistas que habían dicho que se trataba de un reconocimiento simbólico, sin consecuencias jurídicas. La cuestión no depende de que vaya en el preámbulo o en el articulado -en ambos casos podría tener consecuencias jurídicas, al menos a efectos interpretativos-, sino en que se evite una definición diferente a la constitucional.
Algunos portavoces nacionalistas habían condicionado su actitud final ante esta cuestión al grado de acuerdo en el tema de la financiación. Artur Mas vino a decir que, al margen de los contenidos concretos, lo principal era que se había cambiado el sistema, asumiendo lo esencial de sus planteamientos sobre financiación. De momento, sin embargo, no habrá Agencia tributaria única que recaude todos los impuestos en Cataluña, incluidos los del Estado, como planteaba el anteproyecto, sino una agencia consorciada.
Habrá tiempo de discutir la letra pequeña del acuerdo y otras cuestiones polémicas como las inversiones del Estado en Cataluña con más detalle. De momento, es bueno que haya acuerdo, que el Estado haya demostrado fuerza para no ceder en cuestiones que pondrían en cuestión su función como garante de la igualdad y solidaridad y que ello sea compatible con una actitud no intransigente en cuestiones en sí mismas discutibles. Son tan excesivas e inexactas las palabras con que Eduardo Zaplana ha reaccionado en nombre del PP ante el acuerdo -en contraste con la reacción de todos los otros partidos e incluso de los líderes del PSOE más reticentes- que no hacen más que subrayar el momento político en que Zapatero alcanza uno de los objetivos más trascendentes que se había marcado para su primera legislatura.

10 comentarios

Ángeles -

Por fin toda esta encrucijada ha llegado a buen puerto. Está claro que la rama del diálogo, la paciencia y el estudio meticuloso y razonado ha sido la mejor opción que ha tomado el gobierno para la aceptación y puesta en marcha del estatuto de Cataluña. Todo esto demuestra que muchos juzgan por juzgar con la intransigencia por delante más que la visión de una lucha por el bienestar de todos.Esperemos que todo siga fructiferando y que, sobre todo, no se creen tensiones dentro del país.

LAURA -

Estaba claro que el gobierno de Zapatero necesitaba un acuerdo en el estatut, la situación estaba llegando a una crispación que le hubiese costado, sino le ha costado ya, muchos votos en las proximas elecciones, es por ello que se han apresurado a anunciar que se ha llegado a un acuerdo. Pero como no el estatut resultante no contenta a todos, es insuficiente para los nacionalistas de esuqerra que han visto como los radicalismos han quedado fuera de el estatut resultante; y esque era de esperar ya que hasta el propio Maragall, reconocía que iban a producirse cambios en el estatut presentado en un principio. Me alegro que se haya llegado ya a un acuerdo para ver si de esta manera nos quitamos el asunto de encima,que ya cansa!!!

Escila -

La intransigencia del PP nunca aceptará ninguna buena acción del gobierno. Ni siquiera felicitará el acuerdo logrado por el PSOE ni dejará de temblar ante una ruptura (que no es tal) de su queridísima España. Lo que de verdad da una unidad, lo que mantendrá al país como tal es escuchar las peticiones de sus ciudadanos ya sea como región, autonomía o peticiones individuales. Nadie habla de ruptura sino de reconocimiento, a partir de ahí el debate ya es otro. Enhorabuena a nuestro presidente que una vez más ha sabido salir airoso de una polémica.

Jarkoe -

Creo que lo más positivo de todo esto es que hayan llegado finalmente a un acuerdo, porque tampoco es un asunto tan tremendamente importante como lo han pintado desde un principio (sobretodo por esa resurrección del patriotismo más exagerado y políticamente violento del Partido Popular), sino que se trata de una petición, un proyecto de una parte de España donde una cultura y una identidad propias de los ciudadanos que habitan o han habitado esas tierras las manifiestan más diferenciadas históricamente, y cuyas aportaciones al Estado son más que notables. Cualquier comunidad podría haber hecho lo mismo, ¿acaso no tienen derecho? Finalmente, se trata más que otra cosa de cambios en cuestión de financiación. ¿Para esto tanto revuelo? Nación, nacionalidad... Son términos, no cultura. Es la cultura la que no puede sufrir transformaciones, la que nunca les podrán quitar y la que siempre podrán compartir.Creo que es así, y también que hay muchos problemas más, y también muchas alegrías más, que no aparecen en los medios.

Jarkoe -

Creo que lo más positivo de todo esto es que hayan llegado finalmente a un acuerdo, porque tampoco es un asunto tan tremendamente importante como lo han pintado desde un principio (sobretodo por esa resurrección del patriotismo más exagerado y políticamente violento del Partido Popular), sino que se trata de una petición, un proyecto de una parte de España donde una cultura y una identidad propias de los ciudadanos que habitan o han habitado esas tierras las manifiestan más diferenciadas históricamente, y cuyas aportaciones al Estado son más que notables. Cualquier comunidad podría haber hecho lo mismo, ¿acaso no tienen derecho? Finalmente, se trata más que otra cosa de cambios en cuestión de financiación. ¿Para esto tanto revuelo? Nación, nacionalidad... Son términos, no cultura. Es la cultura la que no puede sufrir transformaciones, la que nunca les podrán quitar y la que siempre podrán compartir.Creo que es así, y también que hay muchos problemas más, y también muchas alegrías más, que no aparecen en los medios. Es hora de entender que las cuestiones que afectan al progreso son más importantes que las que crean polémica y "venden más", ante tantos receptores obsesionados por las luchas partidistas.

Jarkoe -

Creo que lo más positivo de todo esto es que hayan llegado finalmente a un acuerdo, porque tampoco es un asunto tan tremendamente importante como lo han pintado desde un principio (sobretodo por esa resurrección del patriotismo más exagerado y políticamente violento del Partido Popular), sino que se trata de una petición, un proyecto de una parte de España donde una cultura y una identidad propias de los ciudadanos que habitan o han habitado esas tierras las manifiestan más diferenciadas históricamente, y cuyas aportaciones al Estado son más que notables. Cualquier comunidad podría haber hecho lo mismo, ¿acaso no tienen derecho? Finalmente, se trata más que otra cosa de cambios en cuestión de financiación. ¿Para esto tanto revuelo? Nación, nacionalidad... Son términos, no cultura. Es la cultura la que no puede sufrir transformaciones, la que nunca les podrán quitar y la que siempre podrán compartir. No hay más. En cambio, sí hay muchos problemas más, y también muchas alegrías más, que no aparecen en los medios. Es hora de que todos tratemos de entender que las cuestiones que afectan al progreso son más importantes que las que crean polémica y "venden más", ante tantos receptores obsesionados por las luchas partidistas.

Jarkoe -

Creo que lo más positivo de todo esto es que hayan llegado finalmente a un acuerdo, porque tampoco es un asunto tan tremendamente importante como lo han pintado desde un principio (sobretodo por esa resurrección del patriotismo más exagerado y políticamente violento del Partido Popular), sino que se trata de una petición, un proyecto de una parte de España donde una cultura y una identidad propia de los ciudadanos que habitan esas tierras, y cuyas aportaciones al Estado son más que notables. Cualquier comunidad podría haber hecho lo mismo, ¿acaso no tienen derecho? Finalmente, se trata más que otra cosa de cambios en cuestión de financiación. ¿Para esto tanto revuelo? Nación, nacionalidad... Son términos, no cultura. Es la cultura la que no puede sufrir transformaciones, la que nunca les podrán quitar y la que siempre podrán compartir. No hay más. En cambio, sí hay muchos problemas más, y también muchas alegrías más, que no aparecen en los medios. Es hora de que todos tratemos de entender que las cuestiones que afectan al progreso son más importantes que las que crean polémica y "venden más", ante tantos receptores obsesionados por las luchas partidistas.

Marcos -

Más allá de lo estúpido que me parece discutir hasta el extremo de ponerse milenaristas por una palabra, quisiera recalcar el hecho de que el PSOE se ha dado cuenta de que con Esquerra no va a llegar a ninguna parte, y CiU ha visto una oportunidad de cobrar protagonismo y, claro está, poder. Ambos salen ganando.

pau -

Era más peligroso para el Estado el hecho de que la Generalitat se autonombrara Estado que no Nación. Su pretensión de tratarse de igual a igual era muy peligroso, incluso sin contar con una hipotética voluntad separatista. Digo hipotética por que es lo que es, una hipótesis imposible, ya que la ciudadanía catalana nunca pensará en la separación, no es aceptable para ella. Su mezcla con España es tan grande que lo hace imposible.
Piensa, amigo Nesemu, que en España, el término nación de naciones es asequible, pero lo de Estado de estados, creo que no y, más, si estos desean un trato de igual a igual.
Un saludo y felicidades por tan excelente blog.

pau -

Te leo con asiduidad, la que me permite el tiempo y el cerebro. Digo lo del cerebro porque leerte no es fácil, no es sencillo, se necesita tranquilidad.
Hoy hablas de algo curioso, algo de lo que una parte de la Nación se ha soliviantado.
Unos creen que los catalanes no tienen derecho a pedir nada, que tan solo tienen el derecho de coger lo que se les da. Otros consideran a los catalanes unos ladrones ricos, ladrones del trabajo y bienes del resto de la Nación. Otros no consideran a los catalanes como españoles, pero sí a su tierra.
Todo eso parece un juego demencial, lo sé, pero es así. Con solo darse una vuelta por la blogesfera y leer un poco, es suficiente. Gente aparentemente culta piensa así... claro que, la cultura no es vacuna para la estupidez.
Todos sabían en Catalunya que, el proyecto, tal como estaba redactado, no tenía futuro. Zapatero metió la pata al prometer lo que prometió, nada más.
Cuando uno sabe que deberá negociar, siempre comienza alto. Eso es como cuando vas al rastro y compras un lienzo antiguo... te piden cien y terminas como terminas. Es triste pero es así.
El proyecto inicial era mucho más bajo. Lo montó el tripartit y era más asequible. Vino CIU, castigada por las urnas, quemada por el PP, perdida toda su influencia llena de corrupciones económicas... Y pasó lo que pasó.