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J. C. García Fajardo

No juguemos con la Santa Barbara

No hubera querido tener que volver sobre las improcedentes declaraciones del Tte. General José Mena, pero después de haber escuchado y leído las declaraciones "jocosas" del senador del PP por Melilla no tengo más remedio que reproducir el documentado artículo Ecos pretorianos del Profesor e historiador Santos Juliá, una de las mayores autoridades de la Univeridad española y europea en Historia Moderna. Parece que hay que comenzar a poner las cosas en su sitio porque ni el puesto que ocupaba el Tte General era de poca importancia ni ser senador por Melilla, en estos temas, resulta baladí pues de esas "plazas de África" vino el Alzamiento contra el régimen constitucional y democrático de la II República española. Parece que a algunos no les basta con crispar, calumniar, insultar y enlodar sino que, después de quejarse de que el Rey no los haya visitado y cuando el presidente del Gobierno anuncia su visita..., le "preparan" el ambiente. Repito con Voltaire "calumnia que algo queda", aunque luego pidan disculpas, pero ¡si es el tono general que han implantado! TODO HA CAMBIADO, también en el Ejército. La recluta desapareció y los quintos pasaron a mejor vida dejando su sitio a una tropa profesional; decenas de cuarteles construidos en el corazón de las ciudades cerraron sus puertas; se acabaron las guerras de África y el orden público dejó de estar militarizado; en fin, pero no menos importante, se acabó la autarquía mental en la que jefes y oficiales vivieron encapsulados durante cuarenta años: si algo ha cambiado desde 1978, ha sido la posición del Ejército en el Estado y en la sociedad españoles y en su relación con Europa y con el mundo. Treinta años nunca pasan en balde, pero en este caso el cambio ha sido espectacular y acontecido, al menos desde 1982, de manera silenciosa, casi puramente administrativa. Como si nada de esto hubiera ocurrido, un teniente general al mando de la Fuerza Terrestre del Ejército sube al estrado el día de la fiesta militar y dice cosas que de pronto nos llevan a 1906, cuando la ley de Jurisdicciones -"fruto bastardo de una revolución incruenta", como la definió Melquíades Álvarez- consagró un ámbito de poder militar, o a 1917, cuando las juntas de defensa se entregaron al juego suicida de derrocar Gobiernos; o a 1923, cuando Primo de Rivera liquidó de un plumazo la Constitución de la Monarquía; o a 1932, cuando Sanjurjo probó suerte contra la República; o a 1936, cuando Mola y Franco cometieron lo que el presidente Azaña llamó crimen de lesa patria y dieron comienzo a tres años de guerra y a cuarenta de dictadura. Todo ha cambiado en el Ejército, sí, salvo el discurso. Lo que dice hoy este general es lo que dijeron los militares levantiscos de 1905, los junteros de 1917, los golpistas de 1923, 1932, 1936. A pesar del evidente anacronismo, no es para tomárselo a broma, porque eso, y no otra cosa, fue también lo que dijeron los insurrectos de 1981. Un general ausculta las unidades bajo su mando, se arroga una representación que no tiene y "por expreso deseo" de "cuantos forman parte de las Fuerzas Armadas" manifiesta en un acto público una inquietud que envuelve una amenaza: intervenir por la fuerza en el proceso político en nombre de un juramento que habría que cumplir porque los militares son hombres de honor. El teniente general Mena se ha dado buena maña para concentrar en un breve discurso todos los elementos que han provocado varias catástrofes en nuestra historia: la invocación de la unidad de España, los límites que los políticos sobrepasan, los juramentos, el honor. El general que así se pronuncia ignora que las Fuerzas Armadas son una burocracia del Estado, no son un poder del Estado. El poder militar no existe, y se confunden quienes invocan hoy la supremacía de un supuesto poder civil sobre otro supuesto poder militar para afear al general su conducta: sólo hay los poderes que emanan de la Constitución. La infausta distinción de esferas de poder civil / militar fue lo que introdujo la ley de Jurisdicciones y lo que reforzaron las sucesivas dictaduras; pero fue lo que liquidó para siempre la Constitución. ¿No lo saben los militares? ¿Cómo es posible que una de las máximas autoridades del Ejército pueda invocar el honor para justificar una amenaza de intervención militar en el proceso político? Si todo esto es desmoralizador, más lo es aún que la respuesta de la oposición a la amenaza haya reproducido también exactamente los términos en los que la derecha ha acogido durante todo el siglo pasado cada una de las intentonas de golpe militar: con decir que son inevitables se libera a los autores de la responsabilidad de sus actos. No, nada es inevitable: no lo fue la revuelta de 1905, ni las injerencias del 17, ni el golpe de Estado del 23, ni la insurrección del 32, ni el nuevo golpe de Estado del 36, ni la intentona del 81. Todos fueron perfectamente evitables: si sus autores hubieran sido leales a la Constitución -monárquica primero, republicana después, monárquica nuevamente-, no habrían dado golpes de Estado. No mantuvieron su lealtad: eso fue todo. Y no la mantuvieron porque se creyeron investidos de un poder que no les corresponde y de una autoridad no sometida a ningún orden constitucional, ni monárquico ni republicano. Pero eso fue lo que se clausuró con la Constitución de 1978, la única que ha permitido transformar al Ejército del pretorianismo que impregnó más de siglo y medio de su historia al civilismo propio de las últimas décadas: un bien demasiado preciado para que un general lo tire irresponsablemente por la borda.

18 comentarios

El Señor de las Mascotas -

No hay que darle muchas vueltas. Los términos en los que se expresó el general son impresentables, y, porque no decirlo, él mismo lo es. Pero aún hay grados, y creo ciegamente que son aun mas impresentables los que disculpan sus palabras y ciegos los que no ven en ellas un peligro, aunque simplemente ese riesgo venga únicamente por el riesgo de infarto cardiaco o cerebral al que uno se pone a prueba al escucharlas. Atentamente

paloma -

Me parece que los militares no deben meterse en opiniones políticas.

paloma -

me parece que los militares no deben meterse en opiniones políticas.

paloma -

si, me parece que los militares no deben meterse en opiniones políticas.

Pepo -

No entiendo el honor del que habla un general que está afirmando que si por él fuera daría un golpe de Estado mañana mismo. El honor, a mi entender, se pierde cuando las armas que te han entregado para defender a tu pueblo se giran contra él, por lo tanto Mola, Franco y toda esa gente carecían de honor pero esperemos que el teniente general Mena la mantenga.

Ana -

A mi, las palabras del Teniente General y del senador me ponen los pelos de punta.

Miguel Ángel -

A lo mejor soy muy inocente, pero no veo connotaciones golpistas en los comentarios de Mena. No fue una declaración muy correcta, ni un lugar idóneo, pero no creo correcto compararle con Franco, Sanjurjo y compañía. Este ambiente de crispación, no nos equivoquemos y abramos bien los ojos, no es culpa de la oposición solamente. La oposición es mala porque el gobierno es malo. Ni rajoy es tan malo, ni Zapatero es tan bueno. Desde mi humilde opinión, decir "patriota de hojalata" es igual que decir "bobo solemne", los dos son insultos y no ayudan para nada a estabilizar la ya difícil situación del país. Lo peor para España es tener a gente como Mena, Rajoy y Zapatero en los puestos más importantes del Estado.

rocoli (versión clara) -

Argumentos leídos para minimizar lo tenebroso de la declaración de Mena: (a) la situación presente es mucho mejor que la del 32, 36 u 81, por lo que las comparaciones están fuera de lugar y no hay peligro alguno; (b) es un caso aislado por lo que no hay motivos para la indignación; (c) (de la derecha PP) la situación presente es tal, que ha provocado inevitablemente dicha declaración. Mis respuestas: (a) el hecho de que la declaración de Mena se dé en un presente más democrático y pacífico no la hace menos peligrosa, sino mucho más preocupante (pues demuestra desprecio por unos valores democráticos irrenunciables que sí están vigentes, a diferencia de otras épocas); (b) ¿es necesario más de uno para indignarse? A mí me basta, ¡aunque fuera medio!;(c) sostener que exista un presente que hace inevitable esa declaración, no hace peor al presente ni mejor a la declaración, sino mucho más aberrante a la derecha (en tanto que sostiene que existen presentes que justifican desprecios hacia los valores democráticos irrenunciables).

R.M.Platel -

Una semana Mena, a la siguiente el senador de Melilla... y un largo etcétera. No se puede crear en un país tanta crispación. Esa no es forma de hacer oposición, o por lo menos no debería ser así. El ejército está, y se le paga, para la defensa de todos. Las declaraciones de Mena son intolerables en una democracia. A algunos se les olvida lo que significa dicho término, y les gustaría ver los tanques por las calles de Valencia.

R.M.Platel -

Una semana Mena, a la siguiente el senador de Melilla... y un largo etcétera. No se puede crear en un país tanta crispación. Esa no es forma de hacer oposición, o por lo menos no debería ser así. El ejército está, y se le paga, para la defensa de todos. Las declaraciones de Mena son intolerables en una democracia. A algunos se les olvida lo que significa dicho término, y les gustaría ver a los tanques saliendo a las calles de Valencia.

rocoli -

He notado que existen dos argumentos para minimizar lo tenebroso de la declaración de Mena: unos argumentan que la situación presente es mucho mejor que la del 32, 36 u 81, por lo que las comparaciones están fuera de lugar y no hay peligro alguno; otros (la derecha) argumentan a la inversa, afirmando que la situación presente es tal, que ha provocado inevitablemente dicha declaración. A los primeros, decirles que el hecho de que la declaración de Mena se dé en un presente más democrático y pacífico no la hace menos peligrosa, sino mucho más preocupante (en tanto que demuestra desprecio por unos valores democrático irrenunciables que sí están vigentes, a diferencia de otras épocas). A los segundos, decirles que sostener que exista un presente que hace inevitable esa declaración, no hace peor al presente, sino mucho más aberrante a su consideración (en tanto que sostienen que existen presentes que justifican desprecios hacia los valores democráticos irrenunciables).

Rôvënty -

El general Goded llamó al jefe de la guradia civil en Barcelona en julio de 1936 para que se uniera al golpe de estado militar. Éste le respondió: "Si mañana vencemos nosotros, lo capturamos y lo fusilamos, habremos matado a un traidor a la patria que no cumplió su juramento de defenderla; si por el contrario, me matan ustedes a mí, habrán fusilado a alguien que mantuvo su honor y su juramento a la constitución y la patria".

laura suárez -

tal vez la situación y el contexto no sea el mismo pero sí que hay que reconocer que el malestar vivido por la sociedad es mucho más evidente.
el ejército ya no es lo quee ra, por fortuna. su intromisión forma parte de una huella del pasado y ahora tiene limitación en sus funciones.
por mucho que exista cierta resistencia ante esta situación, la aceptación es lo mejor.

Ruth Pilar -

Las palabras de Mena no van muy desencaminadas con la campaña del Ministerio que le paga: "Tu quieres la paz, nosotros trabajamos por ella". ¿Un Ejército es la solución? Aquí hemos hablado mucho sobre el dinero que se lleva la Iglesia de las arcas públicas y los "señor, sí señor", ¿cuánto?

DANIEL -

Si tuviéramos que utilizar las amenazas militares y justificarlas con el engañoso escudo del honor en cada proceso político mundial, la situación de crispación e inseguridad sería superlativa. La unidad de España se consigue con la democracia, el amor a los colores y cumpliendo la Constitución. En momentos históricos pasados, declaraciones como las del General Mena pudieron presidir la antesala de alguna guerra. Pensemos antes de hablar.

susana molina -

En este momento el ejército debería replantearse sus funciones. Afortunadamente, ahora no se entromete en problemas de Estado.
Para mantener la "unidad de España" como se dice, no hace falta un arma,de hecho es un tema en el cual el ejército ni debería menterse, viendo anteriores resultados derivados de sus actuaciones. la seguridad no la dan las armas sino la educación.
Me parece una barbaridad las declaraciones de Mena, en pleno 2006, y con el recuerdo de la historia aun reciente en la memoria de muchos Españoles. Ese ejército que supuestamente va a velar por la unidad, etc, no me representa a mi, no quiero ser representada por una fuerza militar, ya que no soy partidaria de ella. Es más, prefiero llamar a Cataluña nación que acabar llamando a nuestro sistema de gobierno dictadura militar, como tuvieron que hacer nuestros padres y abuelos.

Belén -

Quizá la situación en ese sentido no sea la misma, pero la crispación y el malestar que hay ahora no existía en aquel momento. Tras la muerte de Franco lo más importante era mantener la democracia y avanzar todos juntos. Ahora, sin embargo, lo que importa es dejar mal al contrario, insultar y dar importancia a cosas absurdas en vez de preocuparse por los problemas serios.
Para nuestra desgracia como ciudadanos, si los políticos (de todos los partidos, pero en especial el PP) permiten que esta situación incómoda y absurda prosiga no dejaremos de oir este tipo de declaraciones desafortunadas.

Caridad -

Yo creo que no hay que comparar la situación que se vivía en Esapaña en auqellas épocas sobre todo con el intento de golpe de estado del general Tejero con la que se esta viviendo en estos momentos. La situación en el ejercito es totalmente distinta.Entonces había hasta rumores de ese intento.Además cuando se estaba preparando el 23-F se vivía en esos años una situación critica por cuatro razones: la crisis de la economía, con un millon de parados y la inflacion; la inestabilidad política con un gobierno basado en un partido, UCD, que vivía una continua guerra interna; el terrorismo, ETA llegó a matar a una persona cada dos días; y los problemas autonómicos. por supuesto, la democracia era un experimento en proceso de formarse.