El Rector de la Universidad en la cárcel
Continuamos intercambiando opiniones sobre el tema de las prisiones, del trato a los presos, de la necesidad de atender a los enfermos y a otras personas con tratamientos adecuados. Así como de la labor que pueden hacer los funcionarios, médicos, abogados, o psicólogos, expertos y miembros de la sociedad civil para la recuperación y reinserción social del mayor número de los reclusos. No puede tratarse de un tema del Ministerio del Interior, como actualmente están las prisiones, sino del Ministerio de Justicia, o de Asuntos sociales. ESte es el relato d euna experiencia del curso pasado:
El Rector de la Universidad Complutense de Madrid ha inaugurado el Aula de Cultura en el Centro Penitenciario de Soto del Real.
El Prof. Carlos Berzosa, está al frente de una de las más antiguas universidades del mundo, siete veces centenaria, con cerca de cien mil alumnos y más de veinte mil profesores, con 30 Facultades y Escuelas universitarias y 60 titulaciones, está en la vanguardia de la investigación y destaca por la calidad de su enseñanza y por su prestigio internacional. Con todo eso, y a pesar de contar con más de 50 Colegios Mayores y Residencias Universitarias que acogen a centenares de alumnos, el Rector emplea la mañana del primer sábado de octubre en inaugurar el curso en una prisión cercana a Madrid. En un módulo en el que viven unos cien reclusos con estudios universitarios, o preparándose para ingresar en la universidad en la convocatoria para mayores de 25 años.
Entre estos reclusos hay no pocos extranjeros, sobre todo latinoamericanos, que encuentran en esta situación extraña en sus vidas la posibilidad de estudiar, formarse mejor y participar en actividades académicas y artísticas de rango no inferior al que podrían encontrar en un Colegio Mayor Universitario.
Muchos de ellos salen con una titulación y pueden decir a sus familias que han estado unos años en Europa "ampliando estudios", sin faltar del todo a la verdad.
Ese es el camino de la rehabilitación personal, de la reflexión con altura y con las debidas asistencias, para poder reinsertarse en una sociedad renovada porque ellos salen transformados. Al fin y al cabo, si el tiempo no existe sino que lo vamos haciendo, el espacio se define por sus contenidos. De ahí que, al transformarnos nosotros, hacemos nuevas todas las cosas, los ambientes y nuestras relaciones humanas.
Esas Aulas de Cultura fueron creadas hace casi dos décadas por una asociación de voluntarios universitarios que comenzaron por ir a atender a un estudiante que ingresó en prisión, y se quedaron comprometidos para siempre. Desde entonces, funcionan en varias ciudades de España.
Se trata de transformar el ambiente carcelario durante la mañana del sábado. Profesores universitarios, artistas, directores de cine, novelistas de fama, presentadores de televisión, periodistas o investigadores desfilan cada semana por el Aula habilitada en las dependencias de la prisión. Y así durante once meses al año, dos más que en cualquier curso académico. Hasta el punto de que en ningún Colegio Mayor Universitario pueden presentar al final del curso un plantel semejante de conferenciantes.
¿Cómo surgió? Un alumno telefoneó a un profesor cuando lo iban a ingresar en la prisión de Segovia. "¡No me falle!", susurró al teléfono, y el profesor no sólo no le falló sino que comenzó a llevar a otros universitarios como acompañantes. Después, el resto de reclusos que seguían la Universidad a Distancia pidieron que los dejaran participar. Así se hizo. Se plantearon torneos deportivos entre los internos y los voluntarios sociales reforzados por sus compañeros de clase.
El ambiente era alegre y distendido, se llamaban por sus nombres y se miraban en los ojos. Ya no les aterraba ni avergonzaba salir a la calle con permisos de fin de semana, sabían que nadie los iba a mirar como a extraños. Cierto que hubo dificultades, pero nada grande se hace realidad sin sacrificio.
Pero les sucedía a personas ya reconciliadas consigo mismas y muchas veces con sus familias y hasta con la sociedad en la que habían delinquido. "El que la hace, si lo cogen, la paga", reza uno de sus aforismos. En las cárceles existen códigos de honor que no conviene ignorar, si queremos ser consecuentes. Pero una cosa es cumplir una condena y otra muy distinta añadir penas innecesarias en las condiciones de su cumplimiento.
De esta forma, la sociedad civil se fue implicando cada vez más al transformar a funcionarios e instituciones. Los prejuicios son enormes. "Cuando están ahí es porque algo han hecho".
A los primeros que hubo que transformar fue a no pocos funcionarios de prisiones que no comprendían ese "derroche" de medios y de calidades con quienes purgaban delitos y hasta serios crímenes.
Han pasado los años, y ver al Rector de la Universidad más prestigiosa de España inaugurando un curso semejante nos llenaba de satisfacción. Cuando los rectores de las universidades comparten su tiempo y su sabiduría en las cárceles es que algo se está transformando y anima a muchos a perseverar en la transformación de esta sociedad en otro mundo más solidario, más justo y más humano. Con la satisfacción de quienes alcanzaron los objetivos propuestos, porque pocos placeres son tan fuertes como ver avanzar las causas que parecen imposibles.
José Carlos Gª Fajardo
5 comentarios
jorge israel russo -
Zola -
Los buenos también tienen momentos de enagenación mental o dificultades económicas que les llevan a cometer delitos. Sólo acaban allí los que son pillados.
Todo el mundo merece tener una oportunidad para reinsertarse en la sociedad sin ser mirado de manera difenerente. Dejémonos de buenos y malos, todos somos iguales.
Virginia -
Alba -
Sanchez Vigo -
Personalmente, de todas las sensaciones que este texto me ha causado, me quedo con la ultima: la satisfacion de saber que hay personas que todavia miran a las demas como personas iguales que ellos.
Bravo!