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J. C. García Fajardo

SIDA II. Prejuicios: Los enfermos del Tercer mundo no saben cuidarse

Continuamos denunciando algunos prejuicios que, sobre todo en Occidente, tanto daño hacen en la lucha contra la epidemia del SIDA. Porque la ignornacia a veces se viste de profeta y destruye no sólo las vidas de los enfermos y de sus familiares sino que hace de un servicio profesional y social un esfuerzo sobrehumano para tantos voluntarios sociales comprometidos en esa lucha que no puede tener cuartel.
José Carlos Gª Fajardo

Dicen que los enfermos del tercer mundo no saben cuidarse

En un interesante reportaje Tina Rosenberg aborda este prejuicio nacido de la prepotencia occidental: los pobres no saben cuidarse. Fue Andrew Natsios, director de la Agencia norteamericana para el desarrollo internacional (USAID) quien en 2001 había declarado al Boston Globe que los africanos son incapaces de seguir un tratamiento médico porque carecen de ‘la noción occidental del tiempo’. El tiempo. En África me dijo con ironía un anciano durante mi año sabático en 20 países de África subsahariana: ‘¡Qué manía tienen los blancos con que los africanos perdemos el tiempo! ¡Pero si el tiempo no existe! ¡Lo vamos haciendo según lo necesitamos!’ Aparte de esta broma, Médicos sin Fronteras ha demostrado que lo pacientes africanos toman adecuadamente sus medicamentos si se les sabe explicar, mejor que los norteamericanos, dicen, de los cuales las estadísticas denuncian que un 70% no los toman a las horas indicadas.
En una clínica de Malawi administrada por MSF, cuenta Tina Rosenberg, sólo 4 pacientes de 800 fueron negligentes. En otro hospital de MSF en las afueras de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, cerca del 90 de los pacientes toman con regularidad sus medicamentos. Otros estudios demuestran que en Camerún el índice de fidelidad alcanza el 99% y en Uganda el 97%. Las estadísticas o sirven para todos o las retiramos. En Haití, en los centros médicos atendidos por Partners In Health cerca del 100% de los pacientes toman sus medicamentos a las horas prescritas.
En África y en otros países del mal llamado Tercer Mundo, es inconcebible que un paciente sea abandonado en un hospital por su familia. Estos vivirán como puedan en los jardines del centro o en las terrazas o en donde sea pero jamás dejan solo al enfermo. Es inimaginable en sus culturas. En Europa lo vemos con las familias gitanas cuando acuden a los centros de la SS y no pocos blanquitos los miran con un cierto desdén. Los médicos y el personal sanitario se apoyan en estos familiares para no pocas tareas a las cuales ellos non alcanzan. Estos familiares también ayudan a que los pacientes sigan las prescripciones. Es mi experiencia contrastada en más de una década trabajando con enfermos en hospitales de África y de Latinoamérica. Es necios destrozar estos mitos tan peligrosos como falsos y aprender en nuestras sociedades estresadas lo que significa la gran familia, y los valores impresionantes que conserva.
(En muchos lugares del mundo por grande famille se entiende no sólo a padres e hijos, sino a hermanos, primos, abuelos y parientes en general. Es interesante saber que en no pocas lenguas africanas no existe un término para la palabra tío, se le considera grand frère o grande mère.)
En el tema del Sida, todavía incide más la circunstancia de que muchos pacientes han conocido otros casos en sus propias familias, vecinos y amigos. Los jóvenes europeos o americanos seropositivos no siempre han asistido al proceso de enfermedad y muerte en su propio ambiente, y carecen de esa experiencia.
Por último, en general, los medicamentos retrovirales en África cada vez más se administran como genéricos y aquí es posible hacer comprimidos con varias substancias y moléculas en un coktail que permite tomar las dosis en dos comprimidos: uno al amanecer y otro a la puesta de sol. No es tan difícil de recordar.

José Carlos Gª Fajardo

1 comentario

Carlos mateos -

No dejara de sorprenderme la capacidad que tienen los americanos para dar los datos estadísticos que les vienen en gana y así poder excusar su abandono de los países más pobres.
Afortunadamente siempre hay alguien para desmontar estos resultados, en este caso Médicos sin Fronteras.
Ninguna persona quiere estar enferma ni quiere lo mismo para sus allegados,lo que nos demuestra, una vez más, que los americanos nos quieren volver a "vender la moto".
En lo que se refiere estrictamente al sentido de unión familiar, el mundo occidental aún tiene mucho que aprender. Son precisamente los más pobres, cuya única posesión es su familia, los que más la aprecian. Es para pensárselo.
Mientras en muchos lugares del "mundo avanzado" tener un hijo o un pariente seropositivo supone una vergüenza para sus familiares y es dado de lado por aquellos a los que más necesita, en los países y etnias más desfavorecidos el enfermo es apoyado hasta su último aliento. Aún tenemos muchas cosas que aprender.