Nesemu: Que nos dejen ser felices, cada cual a su modo
LOS DERECHOS CIVILES Al fondo a la derecha // Zambullirse en una manifestación ultraconservadora es una experiencia casi religiosa, un viaje al centro de la intolerancia// Esta es la crónica que Enric Hernández escribe para El Periódico
//Millares de manifestantes niegan a los gays el derecho de casarse La derecha católica, cuando se manifiesta, no puede ocultar su condición; se le nota la falta de práctica. Es gente de orden, habituada a que el poder legisle a la medida de sus convicciones morales, y siempre percibió las protestas callejeras como un intolerable desafío a la autoridad. Pero hasta las mentes más conservadoras acaban por progresar, y ahora han descubierto que las movilizaciones no sólo sirven para reclamar derechos, sino también para negárselos a los demás. Este es el relato de ese bautismo reivindicativo, un viaje iniciático al centro de la intolerancia.
Con aire despistado, el cronista se desliza entre la congregación 20 minutos antes de la hora fijada. La marcha contra los matrimonios entre homosexuales arranca, significativamente, bajo la estatua de Cibeles, la mitológica diosa de la fertilidad. Pero los aquí concentrados en nada se asemejan a los estruendosos coribantes, los sacerdotes eunucos que vestidos de mujeres rendían culto a Cibeles.
Abundan las familias numerosas con todos sus pequeños, que entre risas repiten los cánticos --"Queremos una madre que no tenga bigote", "Como es masón, ZP se carga la religión"-- como si entendieran su significado. Adolescentes de colegio de pago y ropa de marca, ancianos vestidos de domingo. Feligreses casi todos, oyentes de la COPE en su gran mayoría. Obispos tras la pancarta, entre la multitud curas en manga corta con alzacuellos y monjas ataviadas con hábitos estivales. Banderas de España, estampas pías y nostalgia, mucha nostalgia. Una masa con más prejuicios que complejos, cuyo rumbo ideológico no conoce de atajos: siempre al fondo a la derecha.
Zambullirse como uno más en una concentración ultraconservadora es una experiencia casi religiosa. En esta romería urbana, uno de los gritos más coreados evoca una cita bíblica, "Dios nos creó hombre y mujer", pero el nombre del creador está en boca de todos. Hasta la nube pasajera que mitiga el sofocante calor es "un regalo del Señor", musita una señora asturiana en su segunda visita a Madrid. "La otra vez fue cuando vino el Papa, Dios le tenga en la gloria", recuerda añorada.
Como en los viajes papales, la Iglesia y sus parroquias han dado fe, nunca mejor dicho, de su poder de movilización. En vez de retratos del Pontífice, que alguno hay, esta vez los congregados enarbolan pancartas en favor de la familia. La tradicional, por supuesto.
La leyenda más común, repartida por la organización, reza sobre fondo rojigualda: Matrimonio=hombre y mujer. Otros carteles, a pesar de la orden de los convocantes de evitar gritos contra los gays, los tachan de "okupas del matrimonio". En este día del orgullo antigay, quien mejor expresa el sentir colectivo es un joven murciano que clama ante el micrófono: "Los homosexuales jamás serán iguales que nosotros".
Las dos Españas
Al acoger la protesta de un colectivo social contra otro, heterosexuales contra homosexuales, Madrid escenificó por un día la resurrección de las dos Españas, un fantasma felizmente enterrado desde la transición. Que descanse en paz//
Seguí la cruzada por Tele Madrid (¡qué ejemplo de antiprofesionalidad informativa! y por la COPE, ¡idem con supervergüenza añadida!) Era una auténtica cruzada, hasta llevaban algunos obispos, curas y monjas... como si la patria, la Iglesia y su mismo Dios estuviesen en peligro. Menos mal que no pidieron la hoguera para los nefandos o la castración o, como san Simon de Monfort testigo, no preguntaron al Legado pontificio cómo habrían de distinguir a los herejes albigenses, pues vestían igual, de los verdaderos cristianos. En nombre del Papa, pues era Su Legado ante y erga omnes, declaró: ¡MATADLOS A TODOS, DIOS RECONOCERA A LOS SUYOS! Así fue. Consultad 'albigenses'... Una pena.
Nesemu
//Millares de manifestantes niegan a los gays el derecho de casarse La derecha católica, cuando se manifiesta, no puede ocultar su condición; se le nota la falta de práctica. Es gente de orden, habituada a que el poder legisle a la medida de sus convicciones morales, y siempre percibió las protestas callejeras como un intolerable desafío a la autoridad. Pero hasta las mentes más conservadoras acaban por progresar, y ahora han descubierto que las movilizaciones no sólo sirven para reclamar derechos, sino también para negárselos a los demás. Este es el relato de ese bautismo reivindicativo, un viaje iniciático al centro de la intolerancia.
Con aire despistado, el cronista se desliza entre la congregación 20 minutos antes de la hora fijada. La marcha contra los matrimonios entre homosexuales arranca, significativamente, bajo la estatua de Cibeles, la mitológica diosa de la fertilidad. Pero los aquí concentrados en nada se asemejan a los estruendosos coribantes, los sacerdotes eunucos que vestidos de mujeres rendían culto a Cibeles.
Abundan las familias numerosas con todos sus pequeños, que entre risas repiten los cánticos --"Queremos una madre que no tenga bigote", "Como es masón, ZP se carga la religión"-- como si entendieran su significado. Adolescentes de colegio de pago y ropa de marca, ancianos vestidos de domingo. Feligreses casi todos, oyentes de la COPE en su gran mayoría. Obispos tras la pancarta, entre la multitud curas en manga corta con alzacuellos y monjas ataviadas con hábitos estivales. Banderas de España, estampas pías y nostalgia, mucha nostalgia. Una masa con más prejuicios que complejos, cuyo rumbo ideológico no conoce de atajos: siempre al fondo a la derecha.
Zambullirse como uno más en una concentración ultraconservadora es una experiencia casi religiosa. En esta romería urbana, uno de los gritos más coreados evoca una cita bíblica, "Dios nos creó hombre y mujer", pero el nombre del creador está en boca de todos. Hasta la nube pasajera que mitiga el sofocante calor es "un regalo del Señor", musita una señora asturiana en su segunda visita a Madrid. "La otra vez fue cuando vino el Papa, Dios le tenga en la gloria", recuerda añorada.
Como en los viajes papales, la Iglesia y sus parroquias han dado fe, nunca mejor dicho, de su poder de movilización. En vez de retratos del Pontífice, que alguno hay, esta vez los congregados enarbolan pancartas en favor de la familia. La tradicional, por supuesto.
La leyenda más común, repartida por la organización, reza sobre fondo rojigualda: Matrimonio=hombre y mujer. Otros carteles, a pesar de la orden de los convocantes de evitar gritos contra los gays, los tachan de "okupas del matrimonio". En este día del orgullo antigay, quien mejor expresa el sentir colectivo es un joven murciano que clama ante el micrófono: "Los homosexuales jamás serán iguales que nosotros".
Las dos Españas
Al acoger la protesta de un colectivo social contra otro, heterosexuales contra homosexuales, Madrid escenificó por un día la resurrección de las dos Españas, un fantasma felizmente enterrado desde la transición. Que descanse en paz//
Seguí la cruzada por Tele Madrid (¡qué ejemplo de antiprofesionalidad informativa! y por la COPE, ¡idem con supervergüenza añadida!) Era una auténtica cruzada, hasta llevaban algunos obispos, curas y monjas... como si la patria, la Iglesia y su mismo Dios estuviesen en peligro. Menos mal que no pidieron la hoguera para los nefandos o la castración o, como san Simon de Monfort testigo, no preguntaron al Legado pontificio cómo habrían de distinguir a los herejes albigenses, pues vestían igual, de los verdaderos cristianos. En nombre del Papa, pues era Su Legado ante y erga omnes, declaró: ¡MATADLOS A TODOS, DIOS RECONOCERA A LOS SUYOS! Así fue. Consultad 'albigenses'... Una pena.
Nesemu
9 comentarios
Merche -
Se trata de derechos, de personas. Esto no es política.
Fran -
Carlos Miguélez -
Carlos Miguélez -
Imán -
Casielles -
Ya no sé si son peores los que defienden las ideas pero al cabo las tienen o los que engrosan la manifestación sin saber lo que dicen.
Rôvënty -
Me remito a 1936, así que corregidme los que sepáis más que yo. El general Goded llama al jefe de la Guardia Civil de Barcelona para unirse a la rebelión, a lo que éste le contesta: Si mañana nosotros lo cogemos y lo fusilamos, habremos matado a un traidor a su juramento y a su patria. Sin embargo, si mañana ustedes me cogen y me ajustician, habrán matado a alguien que fue leal a su palabra y a su país.
Rôvënty -
Anónimo -
http://www.escolar.net/MT/archives/2005/06/queda_claro.html
http://www.escolar.net/MT/archives/2005/06/por_la_libertad.html
http://www.escolar.net/MT/archives/2005/06/las_dos_manifes_1.html