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J. C. García Fajardo

Nesemu: Volar no es necesario, navegar, sí

En el Día mundial del medio ambiente (es decir, todos y cada uno de los días) conviene reflexionar y calcular nuestra responsabilidad en una situación de desastre que nos afecta a todos. El auge de los vuelos baratos impulsa a mucha gente a realizar viajes en los que nunca había pensado y quemuchas veces no le intereseaqn lo más mínimo, pero, como son baratos...
Nesemu

//El auge de vuelos baratos impedirá frenar los gases
• El impacto ambiental de los aviones duplica el de los coches

La demografía y el aumento del consumo hipotecan el futuro

España, el país en el que más crecen las emisiones de CO2

El transporte se lleva la palma en el consumo de energía, el 98% de la cual procede de derivados del petróleo, un sector que es responsable de la tercera parte de emisiones de gases invernadero. Esta evidencia ha lanzado la alarma sobre el auge de los vuelos baratos, porque el impacto ambiental de las emisiones de gases calientes de los aviones, al ir directamente a la estratosfera, es 2,7 veces superior que el de los coches.
La Real Comisión de Contaminación Ambiental del Reino Unido presentó el pasado mayo un informe ante la Cámara de los Comunes en el que advierte que las emisiones de CO2 provocadas por la aviación se han doblado en los últimos 14 años (20,1 millones de toneladas en 1990 y 39,5 millones en 2004).
Los británicos realizaron 189 millones de viajes aéreos en el 2002 (32 millones en 1970) y las predicciones son que, de persistir los vuelos a bajo precio, se alcanzarán los 476 millones de pasajeros en el 2030. Un mal pronóstico, porque se dispararán las emisiones de CO2. El rotativo The Independent recordaba la semana pasada que un kilo de espárragos que vuele de California al Reino Unido usa 900 veces más energía que un kilo cultivado in situ.
Los aviones están bajo sospecha, pero los vehículos privados, por el volumen del tráfico, lo están mucho más.
M. Conesa y Castillejos, en El Periódico de Cataluña

1 comentario

Jorge P. -

Un científico estadounidense llevaba años investigando el efecto de las colas de humo de los aviones en las temperaturas. Lo que necesitaba era que el cielo se quedase sin tráfico, algo que fue posible después de los atentados del 11-S. En los días posteriores recogió datos de miles de estaciones meteorológicas de EE.UU. Comprobó cómo la oscilación térmica (la diferencia entre las temperaturas más altas y las más bajas) se había disparado entre el 11 y el 13 de septiembre. Y sólo porque eliminaron a los aviones del cielo.

Lo vi la semana pasada en Documentos Tv. El documental, muy interesante, trataba sobre el efecto del oscurecimiento global(por el cual recibimos cada vez menos energía solar), que podría estar ocultando la verdadera dimensión del calentamiento de la Tierra.