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J. C. García Fajardo

Nesemu: Otra realidad, real

Lanzo a la palestra la experiencia de la cárcel por dentro para David, Miguel, Carlos, Javier y Larry. Fue en dos ocasiones diferentes pero es bueno, a bote pronto, largar las impresiones sin buscar explicaciones.
Nesemu

10 comentarios

Alba -

Me ha gustado mucho la reflexión platónica de la carverna, Cristóbal. ¿ Quién nos dice que no somos un reflejo?
Por otro lado, me gustaría recordar a los viajeros de este año, la historia que contó el Profesor,la última noche, de la carcél de Segovia y su amigo. Recuerdo que fue tras mi intervención, en la que yo me refería a como aprendimos a mirarnos a los ojos sin temor,igual que los marroquíes. No recuerdo sus palabras exactas,pero creo que a todos, o a casi todos, se nos humedeció la pupila; al escuchar aquellas emociondas.

Yo aún no he vivido la experiencia de asistir a una carcél,pero debe ser especial si todos hablaís de esta manera.

!Una vez más, tirando los prejuicios a la basura¡

Larry -

El anterior era mío, se me olvidó firmar

Anónimo -

A mí lo que más me llamó la atención de la cárcel es lo cerca que están estos dos mundos, que yo, antes de entrar, creía muy diferentes. La gente de allí te recuerda a ti, a tus padres, a tus amigos. La gente de las prisiones se enamoran, juegan al frontón y se ríen. Además, otra cosa que te hace acercarte a ellos es la relación que tienen con la gente de fuera. María José habla con ellos con el cariño de una persona que los ha visitado durante años. Y la conferencia, te da el sabor de que dentro es fuera y fuera es dentro. Es en ese momento de imaginación bucólica en el que te dicen: ellos no están aquí por nada, ninguno de ellos es santo. Y despiertas del sueño de Soto del Real. Y el círculo, vuelve a empezar.

Fran -

Decía Camus que una persona que ha vivido un sólo día en libertad tiene recuerdos para vivir el resto de su vida en cautiverio. Entonces, un hombre que ha disfrutado de la libertad muchos años tiene infinito material con el que atormentarse por la falta de ésta.

Miguel Amores -

Esta frase apesta a tópico, pero lo que tal vez me impacto más de la visita a la cárcel fue ver que los presos no eran tan diferentes a nosotros. Que no eran monstruos. Que ninguno tenía especial cara de ladrón, o de violador, o de estafador o de asesino. A decir verdad, eran todos hombres con las caras curtidas por una vida dura, pero normales. La mayor diferencia eran los enormes músculos que a todos ellos se les marcaban bajo la camiseta, herramientas indispensables en una cárcel. No se me olvidará la imagen de una voluntaria joven que nos acompañó; una chica joven, bastante guapa, que además se había hecho un esguince y llevaba una muleta. Pues bien, ella caminaba entre los presos, les hablaba, sin ningún temor. Yo iba mirando hacia todos los lados; ella iba sonriendo para todos los lados. En fin, tal vez esa sea la lección, ver que los presos no son tan inhumanos como nos quieren hacer creer, porque, si tipos aparentemente tan normales han acabado allí, ¿por qué yo no?

Javier Sanreta -

Que mañana la de aquel día. Creo que toda persona que no haya visitado una cárcel no tiene mayor idea sobre ella que el típico-tópico. Una vez allí, todo cambia. La entrada con puertas que se cerraban a nuestro paso, no ayudó a deshacerme de la idea que tenía de una prisión. Pero cuando entramos al patio me dí cuenta de que todo es muy distinto. De repente un grupo de presos se acercó y rodeó al grupo (la imaginación puede jugarte una mala pasada), y es entonces cuando los saludos y los abrazos, y la cara de felicidad de los presos hizo que me integrara en una de las conversaciones como uno más. Nuestra llegada es como un soplo de aire fresco que les libra de la rutina semanal. Luego llaman a las mujeres que se encuentran en otro sector para poder participar en la conferencia que daba el profesor, y fue inevitable esbozar una sonrisa al ver como se producía este más que esperado reencuentro entre parejas que se habían formado dentro de la frialdad de esos muros grises, pero para entonces todo iba tomando un color muy distinto. Aunque se trataba de la presentación de "Tu nombre para mí", el profesor empezó a tratar temas que hicieron que el "feedback" surgiera rapidamente en la sala. Yo miraba atónito las caras, sonrisas y carcajadas de los presos. Pero me quedo con el momento en el que el profesor les habló de su "por que me da la gana", me emocionó de verdad, fue el momento en que dentro de esa sala se creó un "algo" que hacía que allí dentro me sintiera realmente a gusto. Doy gracias por esta experiencia, que estaré encantado de repetir.

Cristobal -

Soy incapaz de recordar mi primera impresión sobre la cárcel (¿recuerdas JC? Segovia, diciembre del 87 o enero del 88). Se me ha olvidado la impresión. Ahora mismo es un ámbito con reglas que me son más familiares que las de una oficina de banco o un supermercado. Uno no se llega nunca a sentir cómodo en la cárcel, pero pierdes el miedo, afinas el olfato y poco más. Es curioso, empiezas a descubrir miedo en algunos de ellos, al menos desconfianza al principio cuando no saben quién eres. Miedo que se manifiesta en suspicacias, en altanería, en tartamudez, en hosquedad, en una familiaridad y una adulación fuera de lugar... Para mí es un momento fuerte en mi semana. Algunas semanas, el rato más estimulante. No creo en el estereotipo del "preso bueno", pero sí creo en el preso que vive allí como en la caverna, las sombras que allí ves son reflejo de lo que pasa fuera. No son diferentes. Es el medio el que cambia la percepción de las cosas. La gente es la misma de la facultad, del ambulatorio o de la peluquería. Ordinary people con ganas de agradar, casi siempre. Un abrazo,

David Álvarez -

Gracias por las películas Carlos, me preocuparé de verlas.
La impresión más notable de la visita a la cárcel fue el cuadro que constituía la conferencia. He ahí un esbozo(en cuanto pueda, le daré cuerpo a esta idea).
La conferencia del profesor en un aula de reducidas dimensiones, por muy pequeña que fuese, me recordó en parte al zoco: gente de todo tipo intenta pasar el tiempo como puede, y lo que es mejor, aprovechan al máximo la ocasión. Presos y visitantes se saludaban abiertamente, con esa fraternidad por lo desconocido que vimos en Marruecos. Un hombre de larga cabellera y barba aprobaba con exageradas muecas los comentarios del profesor; algunos y algunas no desperdiciaban el tiempo y corrían un piso más arriba para hacer dios sabe que... Todos rompían su rutina.
La llegada de la ONG era un evento: la cárcel daba muestras de ser mixta. Todos se abrazaban—anhelaron durante dos meses aquel instante—. Todos eran presos, pero tenían en común más que eso el hecho de ser humanos.

Carlos Miguélez -

Recomiendo "American me?", una película con el actor mexicano-estadounidense Edward James Olmos. También "Shawshank Redemption", con Morgan Freeman y con Tim Robbins. O bueno, "Historia Americana X" también. Esas películas nos hacen reflexionar sobre la libertad.

Carlos Miguélez -

Las sensaciones que suscita la entrada a una prisión son únicas. Primero es el miedo a los muros grises y fríos, miedo a los presos porque estamos llenos de prejuicios. Después te das cuenta de que es gente como tú o como yo, pero que simplemente metió más la pata, o que la pillaron metiendo la pata. Entonces llega la empatía. No se trata de sentir lástima por los reclusos ni de olvidar que han cometido un crimen. Pero sí de ser solidarios con ellos y de hacer lo posible por que se reintegren.