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J. C. García Fajardo

Nesemu: El Obispo Bláquez y la curia vaticana

No me gusta tratar temas relacionados con la Iglesia católica para no ofender a algunos de los lectores, pero cuando la actividad de sus dirigentes afecta a la vida social de todos los ciudadnos de España y por extensión de la UE y de otros países, es nuestro deber opinar con respeto pero con firmeza.
He estudiado en profundidad en la más importante de sus Universidades, en la Gregoriana de Roma, y vivido muy cerca de esta confesión religiosa como para no alarmarme ante quienes anuncian un nuevo cambio de talante producido por la /sorprendente/ elección del Presidente de la Conferencia Episcopal. Sólo un incauto puede creer que al Nuncio Monteiro se le ha escapado este juego electoral de las manos. Se le dieron 56 votos a Rouco como homenaje y para no desairarlo,pero convenia a los intereses del Vaticano un cambio de política: cambiarlo todo para que todo siguiera igual, pero de otra forma. Esa ha sido la diplomacia vaticana durante siglos. ¡Bien lejos del mensaje y de la vida del admirable Rabí de Nazareth! Igual que hacen en los cónclaves: unas vueltas de homenaje a algunso budas y luego sale el que ha decidido el grupo de poder dominante. Aunque después les salga respondón como Juan XXIII, que tanto bien les hizo, por otra parte. Pero no quisieron más experiencias y a Juan Pablo I... le facilitaron el tránsito apresurado hacia ese Paraíso cuya entrada quieren retrasar obsesiva y obscenamente al actual Papa. Pero dejemos este lamentable episodio para otra ocasión pues ni me va ni me viene a no ser desde el punto de vista humano de ver manipulado a un anciano. Lo que nunca haríamos ninguna persona decente con nuestros padres o abuelos. Y conozco muy bien las argucias retóricas de quienes se están aprovechando de este respetable anciano en nombre de victimismos obsoletos y rancios. Pero leamos un interesante editorial y una crónica sobre el /espiritual/ padre espiritual de los kikos o neocatecumenales, cualquier cosa menos adecuados a los tiempos que vivimos. Conforman la guardia pretoriana del actual poder vaticano junto con los Legionarios de Cristo y el Opus más rancio y retrógrado.
Puesto que está en juego la necesaria denuncia e impugnación de los enajenantes y quizás anticonstitucionales Acuerdos España-Santa Sede de 1979, es preciso estar bien informados para no encontrarnos con nuevas y desagradables sorpresas.

Nesemu

//Cambio de talante. Editorial de El País.
Entre las tareas que deberá acometer la Conferencia Episcopal, y en especial su nuevo presidente, el obispo Ricardo Blázquez, destaca la de devolver a parámetros de normalidad y respeto mutuo el diálogo con el Gobierno, tras un año de desencuentros e incluso de reprimendas insólitas en los usos diplomáticos vaticanos. En este tiempo se ha producido en las relaciones Iglesia-Estado un fenómeno parecido al de las relaciones con EE UU: el anterior Ejecutivo inclinó de modo tan acentuado la balanza a su favor que los intentos del actual de reequilibrarla han sido interpretados como gestos inamistosos. Se trata, sin duda, de un malentendido, pues no puede considerarse hostil reconducir las relaciones al ámbito del Estado aconfesional que establece la Constitución.
La duda es si la nueva cúpula situará el diálogo en ese ámbito o seguirá apostando por la política de arrancar del Estado concesiones insostenibles. Un dato positivo, o al menos realista, es la vuelta a la comisión episcopal de enseñanza del obispo de Málaga, Antonio Dorado, que negoció el complicado estatus de la asignatura de religión católica acordado con el Gobierno de González en 1993. Y también lo es que la nueva dirección de la Iglesia reconozca "un cambio de talante", aunque mantenga el programa de siempre.
En todo caso, esa supuesta actitud ha brillado por su ausencia en la reacción del nuevo presidente a la hipótesis de una impugnación de los acuerdos España-Santa Sede de 1979 por el actual Gobierno. "Tendrían que atenerse a las consecuencias", advirtió el obispo Blázquez, pasando por alto que la viabilidad de tales acuerdos, nacidos durante la primera fase de la transición a la democracia, depende de su aplicación leal y acorde siempre con la Constitución de 1978. Algo que los obispos no hacen al empeñarse en situarlos por encima de la norma básica que rige la vida de los españoles cuando les reporta ventajas: en los despidos de profesores de religión al margen de las leyes del Estado, en la demanda de un estatus académico privilegiado de la enseñanza de la religión católica en la escuela pública o en la perpetuación de una asignación económica del Estado que deja en palabras la prometida autofinanciación.
En su discurso de apertura de la asamblea clausurada el viernes, el cardenal Rouco Varela señaló que la tarea de la Iglesia "no es política", y subrayó la voluntad de la jerarquía "de mantener unas relaciones positivas de colaboración con las legítimas autoridades del Estado, en el marco del ordenamiento constitucional y de los acuerdos vigentes entre España y la Santa Sede". No es un mal programa. Lo que tiene que hacer la Iglesia es cumplirlo y dejar de competir con las fuerzas políticas o con los movimientos sociales en asuntos que incumben a éstos//.



//El tranquilo obispo de los desafíos
Ricardo Blázquez asume la presidencia del episcopado después de superar muchos encargos difíciles. por JUAN G. BEDOYA.

/¡Si son más aburridas que un gorro de dormir!/, decía el cardenal Tarancón de las elecciones en la Conferencia Episcopal. El mítico cardenal le hizo esa confidencia al cura y escritor Martín Descalzo, tras una de aquellas elecciones que /quemaban la paciencia/. Tarancón condujo la transición de la Iglesia católica desde el nacionalcatolicismo franquista a la democracia -entre 1971 hasta la infame noche del 23 de febrero de 1981-, y es el único prelado que logró tres mandatos sucesivos al frente de la Conferencia Episcopal Española.

El cardenal Rouco aspiraba esta semana a igualarse al ya mítico Tarancón. Veintiséis obispos se lo impidieron: necesitaba 52 votos de los 77 prelados en activo, y obtuvo sólo 51. Tras la eliminación del cardenal de Madrid, por mandato estatutario -si en segunda votación no obtenía los dos tercios, era apartado de las siguientes-, la carrera presidencial se centró en el obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, y el arzobispo primado de Toledo, Antonio Cañizares. Ganó el obispo por 40 votos, frente a 37 del arzobispo. Nunca antes lideró el catolicismo español un obispo a secas: sus siete predecesores fueron cardenales (Tarancón, Fernando Quiroga, Ángel Suquía y Rouco) o arzobispos (Morcillo, Gabino Díaz Merchán y Elías Yanes).

¿Por qué el obispo Ricardo Blázquez Pérez? La elección fue una sorpresa hasta para el propio Blázquez. /Una sorpresa enorme/, dijo minutos después a los periodistas el prelado de Bilbao, serio, de pocas palabras. /Yo no lo he buscado/, remachó.

Muy pronto, su elección fue interpretada como un acontecimiento. Y todos, casi todos, contentos. /¿Cómo puede pensar tanta gente que Blázquez sea uno de los suyos?/, se pregunta un sacerdote de Bilbao. /La elección de Blázquez regocijó al PSOE, alegró al Gobierno vasco, entusiasmó a los nacionalistas, fue aplaudido por los gays y no disgustó del todo al PP, además de ser asumida como propia por el ala más conservadora y el ala menos conservadora del episcopado/, ironizó, por su parte, un teólogo de la iglesia madrileña. Tampoco se explica la reacción el prelado de una diócesis castellano-manchega. Había votado por el cardenal Rouco y, después, aparentemente, por Blázquez, aunque esto no quiso desvelarlo. /Nunca me acostumbraré a la prensa. Presenta como un gran derrotado al cardenal [Rouco] pese a sus 51 votos y cree que la elección de Blázquez, con 40, es una revolución eclesiástica.Hagamos lo que hagamos, siempre parecerá que estamos sacando los pies del tiesto/, añadió, apesadumbrado. Aconseja estudiar mejor las biografías y bibliografías de cada uno. /Como nadie esperaba la elección de Blázquez, pocos habían abierto una carpeta a fondo sobre su trayectoria/, dijo.

No será porque no hubiese habido motivos, antes, para tener bien estudiado a este prelado, nacido hace 62 años en un pueblecito de Ávila -Villanueva del Campillo-, cuyos vecinos recibieron la noticia con alegría general, pero con normalidad. No les sorprendió el nuevo éxito de Ricardo, como conocen allí al nuevo presidente del episcopado.

Al margen de sus muchos méritos académicos, y de sus importantes libros de teología, la biografía de Blázquez está marcada por misiones difíciles, casi imposibles, que superó, en cambio, con éxito considerable.

Tras un breve rodaje como obispo auxiliar, en 1988, del cardenal Rouco cuando éste era arzobispo en Compostela, el Papa lo escoge, en 1992, para apagar los fuegos pastorales encendidos en Palencia por uno de los prelados más singulares del universo católico, Nicolás Castellanos. Harto de burocracias, avergonzado de palacios y aburrido de un catolicismo acomodaticio, Castellanos dio ese año una espantada que disgustó sobremanera a Roma: dimitió del cargo y se hizo misionero en una de las regiones más pobres de Bolivia. Cuando Blázquez llegó a Palencia a llenar su hueco, fue recibido con frialdad. Cuando tres años más tarde el Papa lo sacó de allí para apagar otros fuegos en Vizcaya, 160 sacerdotes de la diócesis concelebraron con Blázquez su misa de despedida.

La misión en Bilbao, adonde llegó en septiembre de 1995, fue aún más sublime. Quien fue recibido entonces por los dirigentes nacionalistas vascos como /ese tal Blázquez/, 10 años después tornó aquellos vituperios y desprecios en alabanzas y reconocimientos. Blázquez es hoy en Bilbao /nuestro Blázquez/: aprendió el euskera muy pronto, como en Santiago llegó a dominar el gallego -en realidad, habla numerosos idiomas, entre otros el italiano y el alemán-, puso paz y cordura en la diócesis sin levantar recelos ni pisar callos, y conservó lo fundamental de la obra de sus predecesores, entre otros el obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, que había sido años antes auxiliar en Bilbao y parece haber sido esta semana el gran muñidor de la candidatura de Blázquez, junto al arzobispo Fernando Sebastián (Pamplona) y el obispo José Sánchez (Sigüenza-Guadalajara).

También mantuvo el tipo como pocos frente al terrorismo etarra, aunque no siempre lo reconocieron así los ultranacionalistas españoles o vascos. Para ello pidió perdón porque la Iglesia no siempre había estado cerca de las víctimas; ofició funerales, entre otros por Miguel Ángel Blanco, en Ermua, y firmó las pastorales que le pedían sus fieles, a veces polémicas -como una contra la ilegalización de Batasuna-. Los obispos apoyaron sin fisuras aquellas decisiones. Esta semana han subrayado el respaldo. Quien superó en el pasado tantos desafíos puede arreglar hoy la complicada situación que vive el catolicismo español.//

4 comentarios

Nesemu -

Prometo contártela el día de la comida de los blogers, aquí en Cantarranas.
Nesemu
Nota.- BlogKhan está ansioso por voleros a ver, me dice, aunque ya sabes lo fantástico que es, a veces,

Sergio -

Profe, era yo, que me olvidé de escribir mi nombre -nadie es perfecto, ya nos lo enseñó Billy Wilder.

Coincido en que tienden hacia alguien italiano o sudamericano, pero en los cónclaves pasan cosas tan raras...

Por cierto, me intriga esa anécdota :)

Nesemu -

No lo creo... más bien los vientos soplan hacia un italiano ¡no el alemán Ratzinger! o hacia uno latinoameriano porq aquello de que es allí en donde tenían el vivero que ya comienza a ser devorado por los aleluyas... las sectas protestantes pentecostales animadas por el Gobierno de EEUU. Si me dices quién eres, Anónimo, te contaría una historia que me sucedió en la casa de un presidente centroamericano... encargado de coordinar esa política... sugerida por un vicepresidente de Washington al ver el avance de la teología de la Liberación.
(Me gusta cómo escribes)
Un saludo
Nesemu

Anónimo -

"Se le dieron 56 votos a Rouco como homenaje y para no desairarlo,pero convenia a los intereses del Vaticano un cambio de política: cambiarlo todo para que todo siguiera igual, pero de otra forma. Esa ha sido la diplomacia vaticana durante siglos."

Creo que ahí está la clave de esta elección, sin ninguna duda. Creo que el otro día leí algo similar a Haro Tecglen, que venía a decir que cuando la Iglesia hace un cambio como éste es porque la situación se está volviendo insostenible -que es lo que estaba sucediendo con Rouco.

Pero la pregunta ahora es: ¿tiene alguna posibilidad Rouco de sentarse en el 'trono de San Pedro'?