Sembradores de odio o de concordia
"Porque sabemos que los medios de comunicación pueden ser promotores de la concordia, de convivencia cívica, o difusores del odio y del antagonismo social. Hemos comprobado cómo todas las guerras, por lo menos a partir de la hispano-norteamericana de 1898, que culminó con el Desastre, han tenido una previa preparación periodística.
Qué bien resumido queda para la ocasión hispano-norteamericana el peso decisivo de la beligerancia periodística, con la transcripción del telegrama del corresponsal Remington, quien desde La Habana decía al editor del Journal: "Todo tranquilo. No sucede nada. No habrá guerra. Deseo volver" y de la respuesta de Hearst enviada desde Nueva York en términos inequívocos: "Le ruego que permanezca allí. Proporcióneme las ilustraciones, que yo le proporcionaré la guerra".
Ya en nuestros días hemos observado que las guerras de la ex Yugoslavia no se hubieran desencadenado sin la contribución de la televisión de Belgrado, que no hubiera habido genocidio de hutus y tutsis sin la radio de las mil colinas, ni habría habido declaración de guerra en las Azores contra las armas de destrucción masiva del Irak de Sadam Husein, sin la intoxicación previa de las fuentes informativas hasta grados de envenenamiento colectivo.
Aquí en España veníamos de la concordia y de la reconciliación, habíamos pasado de 40 años de victoria de unos sobre otros a inaugurar la paz para todos, de las dos Españas a construir un nuevo orgullo en el que coincidir sin humillación alguna para otros compatriotas, del cainismo a la Constitución de las libertades públicas.
Nada de Alicia en el país de las maravillas, espacios abiertos para la discrepancia pero desde el reconocimiento del antagonista, con renuncia a la política del exterminio del disidente. Pero algunos acusan un pronunciado vértigo gravitatorio por volver a las andadas desde las ondas del encono y el rencor, instaladas en el todo vale contra el adversario político, social, económico o mediático.
Cuánto fruto podrían obtener nuestros queridos obispos si leyeran hacia adentro -con ánimo de aplicárselas a sí mismos en cuanto que empresarios de la radiodifusión- las recomendaciones que una y otra vez han propuesto para ser norma de comportamiento de quienes ejercen el poder editorial.
Porque la Conferencia Episcopal no puede ignorar su condición de gran empresario de la comunicación y es incongruente que venga después a sorprenderse de comportamientos sociales que resultan de las intoxicaciones mediáticas que a través de sus ondas andan promoviendo. ¿Es ésta la Iglesia perseguida?
Nadie lo diría si se atuviera a la escucha de determinadas sintonías. Bienvenidas todas las diferencias, sin ocultaciones hipócritas, pero la bronca descalificadora porque sí tiene ya demasiados valedores".
En estos momentos de auténtico disparate y desconcierto entre fieles de cualquier confesión y personas honestas y corrientes que tratan de ser coherentes con una vida digna que no precisa de adscribirse a confesión religiosa alguna, estas palabras de Miguel Angel Aguilar son un autentico chorro de aire fresco. Ya me cansa seguir con la dialéctica de los obispos. No quiero entrar en ese juego, pero tampoco voy a permitir, con mi silencio, que manipulen las conciencias y pretendan influir en la política de un Estado libre y soberano viviendo y apoyándose en los impuestos de todos los españoles, cuando la inmensa mayoría no nos confesamos secuaces de nadie ni de nada.
Si el Papa habla como Jefe del Estado Vaticano, cuyo Embajador en nuestro país se llama Nuncio, sepa que ha incurrido en una intromisión política inadmisible. El Gobierno español haría bien en "llamar a consultas" a nuestro Embajador ante La Santa Sede para, a continuación, denunciar el Concordato de 1979 y convocar una comisión paritaria para revisarlo. Estoy seguro de que, una vez mas, tan pronto como vieran peligrar las contribuciones económicas de un Estado proclamado no confesional en la Constitución que nos dimos los españoles, volverían a entrar en razón. Y que nadie nos chantajee con las obras de misericordia que atienden en los hospitales. Seguirían igual de bien atendidas, igual que ha sucedido con la enseñanza en colegios y universidades cuando, después de siglos, dejaron de estar bajo su férula.
Nesemu
Qué bien resumido queda para la ocasión hispano-norteamericana el peso decisivo de la beligerancia periodística, con la transcripción del telegrama del corresponsal Remington, quien desde La Habana decía al editor del Journal: "Todo tranquilo. No sucede nada. No habrá guerra. Deseo volver" y de la respuesta de Hearst enviada desde Nueva York en términos inequívocos: "Le ruego que permanezca allí. Proporcióneme las ilustraciones, que yo le proporcionaré la guerra".
Ya en nuestros días hemos observado que las guerras de la ex Yugoslavia no se hubieran desencadenado sin la contribución de la televisión de Belgrado, que no hubiera habido genocidio de hutus y tutsis sin la radio de las mil colinas, ni habría habido declaración de guerra en las Azores contra las armas de destrucción masiva del Irak de Sadam Husein, sin la intoxicación previa de las fuentes informativas hasta grados de envenenamiento colectivo.
Aquí en España veníamos de la concordia y de la reconciliación, habíamos pasado de 40 años de victoria de unos sobre otros a inaugurar la paz para todos, de las dos Españas a construir un nuevo orgullo en el que coincidir sin humillación alguna para otros compatriotas, del cainismo a la Constitución de las libertades públicas.
Nada de Alicia en el país de las maravillas, espacios abiertos para la discrepancia pero desde el reconocimiento del antagonista, con renuncia a la política del exterminio del disidente. Pero algunos acusan un pronunciado vértigo gravitatorio por volver a las andadas desde las ondas del encono y el rencor, instaladas en el todo vale contra el adversario político, social, económico o mediático.
Cuánto fruto podrían obtener nuestros queridos obispos si leyeran hacia adentro -con ánimo de aplicárselas a sí mismos en cuanto que empresarios de la radiodifusión- las recomendaciones que una y otra vez han propuesto para ser norma de comportamiento de quienes ejercen el poder editorial.
Porque la Conferencia Episcopal no puede ignorar su condición de gran empresario de la comunicación y es incongruente que venga después a sorprenderse de comportamientos sociales que resultan de las intoxicaciones mediáticas que a través de sus ondas andan promoviendo. ¿Es ésta la Iglesia perseguida?
Nadie lo diría si se atuviera a la escucha de determinadas sintonías. Bienvenidas todas las diferencias, sin ocultaciones hipócritas, pero la bronca descalificadora porque sí tiene ya demasiados valedores".
En estos momentos de auténtico disparate y desconcierto entre fieles de cualquier confesión y personas honestas y corrientes que tratan de ser coherentes con una vida digna que no precisa de adscribirse a confesión religiosa alguna, estas palabras de Miguel Angel Aguilar son un autentico chorro de aire fresco. Ya me cansa seguir con la dialéctica de los obispos. No quiero entrar en ese juego, pero tampoco voy a permitir, con mi silencio, que manipulen las conciencias y pretendan influir en la política de un Estado libre y soberano viviendo y apoyándose en los impuestos de todos los españoles, cuando la inmensa mayoría no nos confesamos secuaces de nadie ni de nada.
Si el Papa habla como Jefe del Estado Vaticano, cuyo Embajador en nuestro país se llama Nuncio, sepa que ha incurrido en una intromisión política inadmisible. El Gobierno español haría bien en "llamar a consultas" a nuestro Embajador ante La Santa Sede para, a continuación, denunciar el Concordato de 1979 y convocar una comisión paritaria para revisarlo. Estoy seguro de que, una vez mas, tan pronto como vieran peligrar las contribuciones económicas de un Estado proclamado no confesional en la Constitución que nos dimos los españoles, volverían a entrar en razón. Y que nadie nos chantajee con las obras de misericordia que atienden en los hospitales. Seguirían igual de bien atendidas, igual que ha sucedido con la enseñanza en colegios y universidades cuando, después de siglos, dejaron de estar bajo su férula.
Nesemu
8 comentarios
Rôvënty -
En cuanto al poder...yo no lo quiero, al menos de momento, porque el poder es la corrupción de alma, es muy dificil de dominar y a veces ni lo sabios pueden llegar a esos extremos. Y como dice el Tao Te King, en el no obrar esta el verdadero poder, la authoritas (siento no saber escribirlo correctamente)
Un saludo
Fausto -
Que la guerra del 98 en Cuba viene dada por la intromisión periodística es quizá, demasiado sencillo y obviar otros factores. Supongo que a los periodistas les gusta sentir que tienen la posibilidad de ejercer ese poder sobre la sociedad.
Todo el mundo se aferra al poder desde los medios, hasta la políticos; cómo no ha de hacerlo también la iglesia (sea cual sea), incluso a veces también los profesores...
Cuando consiga algún tipo de poder, podré aferrarme a él y cambiar algunas de mis inconsecuencias.
Nesemu a Jorge (sigue) -
Y un inmenso etcétera. Ahí podemos opinar sin acritud ni ira.
Recordad, cuanto más firme sea la crítica más suave deberá ser la forma.
Masa de acero en funda de terciopelo. No ganar por la razón de la fuerza sino por la razón de la fuerza. Y estoy seguro de que un día no agradecerán sus fieles por esta llamada al orden y a la justicia. Recuérdese el bien que hizo a la Institución la toma de los Estados Vaticanos por la Casa de Saboya. Era una situación disparatada y antievangélica.
El otro día, al contemplar en tv la audiencia del Papa a los Obispos españoles me preguntaba ¿qué diría Jesús si entrase ahí? ¿Entraría o, mejor aún, le permitirían la entrada?
Hay que rescatar la figura, la persona y el mensaje de ese Hombre, Hijo del Hombre, de la prepotencia de sus secuestradores.
Pero sin montar otra carpa circense, como le dijo en su hermosa carta Proudhon a Marx.
(Si la queréis leer la ponemos en el Blog)
Nesemu
Nesemu a Jorge -
Nesemu
Nesemu a Moni y a Sergio -
Nesemu, como director de este medio de comunicación que cuidará de la precisión, veracidad y el estilo de todos los redactores de este Blog. (Sergio, en este caso sí somos redactores porque éste es un Blog especial que se hace desde la facultad de Ciencias de la Información y en su mayor parte por periodistas)
Jorge -
La crítica, el "no con mi silencio", va hacia la Iglesia Católica.
Al hilo de lo que ha dicho el tenor, y de lo que un poco más arriba escribe Moni, si son tantos los católicos en España, ¿no sería más lógica la autofinanciación de la Iglesia?
Nos vemos
uyamaa -
Para nosotros, que damos o pretendemos dar la vida por contar cosas a la gente, es una auténtica vergüenza... Lo peor de todo es que lo he visto esta misma tarde en el top manta. ¿Qué pensais al respecto? Saludos familia.
moni -
Ante estos planteamientos se nos acusa de invitar al laicismo; ni que eso fuera algo malo. A mí se me invitó desde pequeña al catolicismo y ya hace tiempo que decidí desprenderme de él. No se puede imponer pagar por algo de lo que se hace uso. ¿Debo yo pagar el impuesto que recae sobre el tabaco si yo no fumo?
La Iglesia (como institución) se resiste a perder su influencia con argumentos que "se caen por su propio peso". Es algo indudable que el cristianismo forma parte de nuestra cultura, debemos conocerlo pero no podemos estar obligados a participar de él y, mucho menos a subvencionarlo.