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J. C. García Fajardo

No precipitarse ante los bárbaros

El gran escritor Tahar Ben Jelloun reflexiona en "Esperando a los bárbaros" sobre la posible incorporación de Marruecos a la Unión Europea. Esto se mueve quizás demasiado deprisa. Los miembros actuales necesitamos asentarnos y establecer cordiales relaciones con los países más próximos pero sin permitir que nadie intente acelerar el curso de los acontecimientos. (Como ha sucedido con la precipitada y desigual incorporación de los últimos países).
Pareciera que a alguna potencia, o lobby de intereses, les interesase que nos atascásemos con la pesada digestión de las últimas incorporaciones que retrasarán nuestro despegue económico,la homologación de estudios y de capacitaciones, la seguridad dentro de nuestras fronteras europeas y finalmente, pero no lo último nuestra capacidad de defensa autónoma y coordinada con otras instituciones pero dependiendo totalmente de ellas. Ojo a estas pretensiones. Pisar el acelerador con la mirada puesta en el retrovisor anuncia más peligros que logros asentados. Si queremos ayudar a los demás eficazmente necesitamos poner orden en nuestra casa grande. Que nadie se obceque: hay mil formas de establecer pactos y acuerdos con otros paises ribereños y vecinos sin que por ello tengan que asociarse a nosotros y padecef cargas insoportables en lugar de beneficios duraderos.

Escribe Ben Jelloun:
"Los magrebíes siguen con particular interés los debates que tienen lugar en este momento a propósito de la entrada de Turquía en la UE. El imperio otomano no dejó buenos recuerdos en el mundo árabe. Sólo Marruecos resistió al dominio turco, y de ello extrae hoy en día cierto orgullo. Se trata de un hecho ya olvidado, y en la actualidad las relaciones entre el Magreb y Turquía son discretas...
Los magrebíes consideran que Turquía está lejos, y no sólo en términos geográficos. Les resulta ajena por su pertenencia a la orilla asiática, por la evolución de su historia reciente y también por la diferencia de las mentalidades.
La revolución de Mustafa Kemal Ataturk, que instauró en 1923 el laicismo en ese país musulmán y que optó cinco años más tarde por la escritura con caracteres latinos en detrimento de los árabes, molestó y desagradó a ciertos nacionalistas que consideraban el islam como una parte inalienable de la identidad magrebí. Fue vivida como una ruptura, un cisma en la Dar al islam (Casa del islam).
Turquía abandonaba esa gran casa y se volvía hacia Occidente. Ese país cuenta en la actualidad con una población judía estimada de unas 25.000 personas y mantiene unas relaciones más bien cordiales con Israel.
La sociedad turca no ha renunciado al islam en tanto que cultura y civilización, se ha limitado a mantener la religión al margen de la política. La práctica religiosa ha pasado a pertenecer al ámbito de lo privado; lo cual no ha impedido la edificación de mezquitas e incluso el desarrollo de movimientos islamistas, que actúan en el marco del laicismo y no fomentan el terrorismo. Y Al Qaeda no ha conseguido implantarse en ese país.
En este sentido, Turquía está entrando en la modernidad, objetivo al que apuntan los tres países del Magreb (Marruecos, Argelia y Túnez), quienes por su parte distan de aceptar el simple debate sobre el principio del laicismo. Al contrario, asistimos en ellos a un rebrote de la religiosidad entre una juventud decepcionada de las ideologías llamadas progresistas.
Por modernidad debemos entender el reconocimiento del individuo, el Estado de derecho y la cultura de la democracia que garantiza la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer. Túnez posee el código de familia más equitativo del mundo árabe; Argelia y Marruecos han revisado el suyo y acordado para la mujer algunos derechos más que antes.
La perspectiva de ver a Turquía formar parte tarde o temprano de Europa hace reflexionar a una parte de la elite magrebí a la que le gustaría aprovechar esta ampliación particular y excepcional para plantear el caso de esta parte meridional del Mediterráneo...
El nuevo Marruecos aparece con una apuesta por la democratización de la vida política; pero los cambios se producen en dosis homeopáticas.
Túnez, gracias a Burguiba, siempre tuvo una inclinación por Europa. El actual presidente ha utilizado la represión para acabar con la aventura islamista y con cualquier intento de oposición. Dado que obtiene buenos resultados económicos, ciertos países europeos, como Francia e Italia, cierran los ojos ante la violación de los derechos humanos.
En cuanto a Argelia, minada por una terrible guerra civil, en sus proyectos conocidos no entra realizar una gestión como Marruecos o Túnez. Sin embargo, si los tres estados consiguieran unirse de verdad en tanto que entidad geográfica y económica, a Europa le resultaría difícil no examinar semejante petición de integración.
Mañana, cuando las puertas de Europa se abran ante ella, la reconciliación entre razón y ciencia será un hecho, porque convertirse en europeo es aceptar participar en la cultura de la modernidad sin renunciar por ello a los valores que fundan la propia civilización e identidad, suscribir valores fundamentales como el respeto a los derechos de la persona.
El Magreb alienta a los europeos a que le hagan un lugar, a que lo acepten porque es una gran nación, una potencia que goza de una posición geopolítica interesante Europa no perderá su alma, como dicen los adversarios de esa candidatura; al contrario, podrá enriquecerse y fortalecerse con el contacto de una cultura donde Oriente y Occidente se emparejan sin grandes conmociones. No será un choque de civilizaciones, sino un mestizaje de culturas, colores y especias. Incluso Grecia, que no mantenía relaciones idílicas con su vecino turco, milita hoy a favor de su entrada en la comunidad europea.
El Magreb se postula en esta problemática como el siguiente objetivo: después de Turquía, el Magreb, sencillamente porque esta entidad posee una memoria común, a veces problemática, con al menos tres países europeos: Francia, España e Italia. Ese vínculo continúa hoy mediante una política de cooperación cultural y económica.
Las razones son numerosas: -Sólo 14 kilómetros separan las costas españolas de Tánger; cuando el cielo está despejado, esas costas y sus luces se distinguen con claridad. De ahí el sueño de cruzar el estrecho de Gibraltar, incluso arriesgando la vida.
Los marroquíes son auténticos mediterráneos, en el sentido de que el Mediterráneo es una cultura, un talante, una concepción del tiempo y la duración y también una relación afectiva y solidaria entre las personas. Para ellos, el Mediterráneo es una visión del mundo basada en el intercambio y la solidaridad... Será la ocasión para crear una armonía entre el norte y el sur del Mediterráneo, el norte infrapoblado y desarrollado y el sur superpoblado y no lo bastante desarrollado; para convertir por fin esa región en un verdadero lago de paz, entendimiento y cooperación.
De ahí sólo hay un paso a dirigir la mirada hacia otra región que sufre desde hace medio siglo, un paso que en algún momento habrá que dar: sin apenas forzar la historia y la geografía, Europa podría, integrando a Israel y Palestina, acabar con uno de los conflictos más sangrientos y prolongados de las últimas décadas y superar así a la potencia estadounidense que decide el destino de esas poblaciones.
Ampliándose, hundiendo sus raíces en tierras y culturas que le son próximas y familiares, Europa constituirá una nueva entidad, los Estados Unidos de Europa, una entidad sólida y solidaria, semejante y diversa, multicultural y multirracial, capaz de enfrentarse política y económicamente a una potencia estadounidense entregada a su proyecto de mandar e intervenir cuando y donde quiere sin consultar siquiera a la ONU.
De paso resolverá el problema de la inmigración legal o clandestina, puesto que los turcos en Alemania ya no serán inmigrantes extranjeros sino europeos de nuevo cuño. Si Europa posee suficiente osadía para seguir a algunos de sus visionarios e integra a esos famosos bárbaros,ganará en potencia y humanidad, fortalecerá sus valores y segará la hierba bajo los pies de todo tipo de extremistas."

Interesante como reflexión, pero sin precipitaciones.
Nesemu

2 comentarios

Jesús -

VECINOS
A España le pasa como cuando uno vuelve por el pueblo de sus padres y se da cuenta de que ahora hay grandes puertas cerradas (blindadas para muchos) donde antes había simples cortinas, la mayoría de las veces abiertas de par en par. Era símbolo de vecindad. Las calles eran casi hermandades, nunca mejor dicho. Hoy sabemos poco, muy poco, de nuestros vecinos. Los tenemos olvidados, como si una delgada línea de agua fuera una frontera entre el bien y el mal. Nos da miedo mezclarnos con nuestros vecinos. Y más de uno se sorprenderían si se diesen cuenta de que tienen más sangre de sus vecinos norteafricanos que de los países amigos europeos. Y es que hoy, ya no somos vecinos... Vivimos al lado, puerta con puerta, y somos unos desconocidos. Desdichada situación...

Jimador -

Muy bueno. La entrevista a Mohammed VI en EL PAÍS de ayer expone puntos importantes sobre los temas de inmigración, derechos humanos y seguridad. Parece que Marruecos buscará aprovechar el buen momento por el que pasan las relaciones con España para impulsar su política internacional. Habría que debatir también el tema del Sáhara Occidental y el plan Baker.