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J. C. García Fajardo

Voluntariado Social

Como fracasó la recluta para el Ejército profesional, Defensa se dedica al humanitarismo vergonzante

Según un informe elaborado por Médicos Sin Fronteras (MSF) y el Instituto sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), afirma que cerca del 50% de los fondos destinados a acción humanitaria en el bienio 2003-2004 (Gobierno del PP) fueron a parar al Ministerio de Defensa.
El informe, titulado 'La Acción Humanitaria 2003-2004: Años convulsos, respuesta insuficiente', señala que en el año 2003, marcado por la guerra de Irak, se destinaron 64,3 millones de euros a este fin y en 2004, 91,9 millones.
La Agencia de Cooperación Internacional (AECI) pasó de manejar 25,34 millones de euros en 2003 a 13,9 millones de euros al año siguiente.
Los autores afirman que hay una confusión premeditada respecto a la acción humanitaria, cuyo fin es aliviar el sufrimiento y preservar la vida y la dignidad de una población en un momento crítico; y la cooperación al desarrollo, que persigue logros más duraderos. Por ello, señalan que partidas destinadas a créditos FAD, gastos de reconstrucción e incluso de contingentes militares son imputadas a la primera, contribuyendo a aumentar el error.
La acción humanitaria se ha convertido en un eslogan de moda en muchas de las actuaciones que se emprenden a nivel internacional e incluso ha sido utilizada para justificar acciones militares, como en el caso de Irak.
La presencia de Defensa en las acciones humanitarias contribuye a mezclar la actuación de las ONG con los objetivos gubernamentales. El hecho de acercar las Fuerzas Armadas al actor humanitario clásico -incluso en las campañas publicitarias- responde al fracaso de la profesionalización del Ejército, que no ha cumplido sus objetivos". Si el terrible ministro de Defensa Trillo metió la pata y arruinó los presupuestos, el Gobierno debería alejar al no menos ínclito Bono de desventuras semejantes. Zapatero, a tus zapatos. Las Fuerzas Armadas son para la defensa y para la guerra, no para falsas misiones humanitarias. Recordemos que más del 50% de los presupuestos para I+D... van al Ministerio de Defensa. Increíble, pero cierto. En este blog somos partidarios de unas FFAA como las de Suiza, o mejor, como las de Costa Rica... que no existen. Así de claro. Nesemu

 

La utopía solidaria I

Me parece de una gran importancia por su actualidad la serie Utopía solidaria. que Lola Galán escribe en El País www.elpais.es/articulo/elpporesp/20051205elpepinac_1/Tes. Aún a riesgo de  que resulte largo, lo voy a copiar porque quizás algunos no puedan tener acceso.
Los tiempos del mero altruismo han dejado paso a grandes estructuras que combinan la presión política con la captación de cuantiosos recursos económicos. Las organizaciones no gubernamentales han crecido de manera impresionante en España en la última década, gracias a las subvenciones públicas, hasta convertirse en un potente movimiento capaz de incidir en la política nacional e internacional. Se habla mucho de su papel humanitario, pero poco de su nuevo perfil empresarial, su democracia interna y su eficacia. Si acudimos a textos bien documentados podremos enfrentarnos a tantos charlatanes que ocultan su actitud, quizás insolidaria, en ataques sin fundamento a la enorme labor de tantos voluntarios sociales en favor de los más necesitados, de una sociedad más justa y de un decidido respeto al medio ambiente que nos sustenta. Hay interesantes cuadros que no copio aquí. Nesemu
’’Son una nueva fuerza política capaz de plegar a los gobiernos. Desde Río 92 vienen presionando con éxito para imponer su agenda alternativa, que asume las principales reivindicaciones del movimiento antiglobalización, en las grandes reuniones internacionales de Naciones Unidas. Viena 93, Pekín 95, Kioto 97, han sido banco de prueba de su creciente potencia. Su capacidad movilizadora contribuyó a poner en marcha el Tribunal Penal Internacional y el Protocolo de Kioto, a popularizar el comercio justo y el desarrollo sostenible. Son las organizaciones no gubernamentales que en las dos últimas décadas se han convertido en protagonistas absolutas del activismo social. De la campaña contra el maltrato a las mujeres a la igualdad de derechos para el matrimonio homosexual. No hay campo que no toquen.
En España fueron el elemento catalizador en las movilizaciones contra la guerra de Irak y en las protestas masivas por la catástrofe del Prestige que pusieron al Gobierno del Partido Popular contra las cuerdas. Y han conducido al nuevo Ejecutivo socialista por el sendero de la igualdad entre los sexos y la legalización del matrimonio homosexual. Porque, aunque el mundo de las ONG es tan variado como plural, la fuerza del movimiento se sitúa en un área progresista antiglobalista. Y su voz tiene cada vez más fuerza. ¿Un ejemplo? El desembarco, en noviembre, de una veintena de activistas de Greenpeace en la playa del Algarrobico (Almería) para tomar simbólicamente un hotel construido ilegalmente a orillas del mar provocó una reacción casi inmediata del Gobierno, que anunció a toda prisa actuaciones contra este monstruo de cemento, prácticamente terminado ya.
Toda una prueba de la influencia de un movimiento que goza de enorme aceptación social. Pero pocos de los 4,5 millones de españoles que contribuyen a su financiación parecen saber demasiado de los intríngulis de su tarea. A esa conclusión se llega al menos a partir de un reciente sondeo de la Coordinadora de ONG de Cooperación para el Desarrollo (CONGDE) (que engloba a unas 400 organizaciones). Un 86% de los encuestados se declaraba convencido de su eficacia y de su capacidad para mejorar la vida de las poblaciones que atienden, pero sólo un tercio creía que la gestión de sus fondos era transparente. Las respuestas dejaban además al descubierto la realidad de una base social que ignora en qué consiste realmente la ayuda que ofrecen y quiénes son sus financiadores fundamentales. Nada de esto mina la confianza social en la bondad intrínseca de las ONG.
Las propias organizaciones no están precisamente faltas de autoestima, lo que las hace bastante susceptibles a cualquier intromisión ajena. Los primeros contactos para realizar este reportaje provocaron desconfianza en alguna, como si el deseo de saber entrañara en sí mismo un juicio inaceptable. Es una reacción que no se limita al caso español. En Estados Unidos, el movimiento de organizaciones no gubernamentales acogió con bastantes reticencias la iniciativa del American Enterprise Institute de crear un observatorio de ONG (NGO Watch) con la pretensión de informar sobre la financiación, las operaciones y los objetivos de las principales. Y, sin embargo, son las propias organizaciones no gubernamentales, al menos las más serias, las que reclaman más transparencia para poner orden en el llamado tercer sector aquejado de gigantismo.
Para empezar, nadie sabe a ciencia cierta cuántas ONG hay. Los profesores Víctor Pérez-Díaz y Joaquín P. López Novo, que publicaron en 2003 el informe El tercer sector social en España, calculaban que en nuestro país hay más de 15.000. Si se contabilizan las que pertenecen a las dos grandes agrupaciones, la citada CONGDE y la Plataforma de ONG de Acción Social (que abarca el grueso de las que se dedican a este tipo de ayuda), la suma no llega a las 3.000. Pero quedarían fuera algunas tan emblemáticas como Greenpeace y Amnistía Internacional. Si el número total es incierto, de lo que no cabe duda es de su solvencia económica. El presupuesto global de las que están integradas en ambas estructuras está en torno a los 2.000 millones de euros anuales, y sus recursos humanos incluyen más de un millón de voluntarios y unos 200.000 asalariados.
Mucho poder, mucho dinero, para dar un techo a los inmigrantes, atender a los enfermos de sida en cualquier rincón del mundo, luchar contra la pobreza y contra la marginación, defender el planeta de las agresiones medioambientales o atender a las víctimas de las catástrofes naturales o las guerras. Pero también para fortalecerse y crecer como auténticas empresas y ejercer desde esta nueva dimensión un poder de lobby en la sociedad a favor de los intereses de un determinado colectivo.
Cuanto más potente la organización, más poder de captación de ayudas y socios, y más capacidad de actuar en el frente elegido. Pero los equilibrios son complicados. La mayoría de las grandes ONG (con alguna excepción, caso de Cáritas) destinan entre el 14% y el 25% de sus ingresos a mantener sus propias estructuras (administración, captación de socios y de fondos), y algunas superan con creces estos porcentajes. Greenpeace, por ejemplo, dedicó más de un 20% de los 3,9 millones de euros que ingresó en 2004 a "desarrollo", es decir, a fundraising. Y del total de gastos -3,2 millones de euros-, sólo el 40% se dedicó a campañas en España. En cuanto a las de ayuda social, el dinero que asociaciones y fundaciones dedican globalmente a la actividad para la que han surgido no supera el 47% del gasto, según el citado Informe sobre el tercer sector en España. Uno de sus autores, el profesor de Sociología de la Universidad Complutense Joaquín López Novo, cree que existe el riesgo de equivocarse. "Organizaciones que nacen para ayudar pueden terminar viviendo de la ayuda".
El estudio de la CONGDE anteriormente aludido detecta claramente los síntomas del pragmatismo empresarial que se ha ido imponiendo al reconocer ’el interés que las ONGD tienen en el marketing y en la publicidad’, como instrumentos para obtener mayor ’visibilidad social’. Por una razón esencial, todas "compiten" por los fondos privados. Con lo cual, ’la visibilidad de las ONGD y las causas que éstas persiguen parecen haberse convertido en un objetivo prioritario’.
Si el dinero público dio vida al movimiento a partir de los años ochenta, cuando España dejó de ser receptora exclusiva de ayuda y pasó a engrosar las filas de los países donantes, el dinero privado (y la lucha por captarlo) ha terminado por convertirlas en auténticas empresas de servicios que suministran ayuda humanitaria o atención social, sin dejar de mirar escrupulosamente la cuenta de resultados. Empresas con abultadas cuentas corrientes que realizan inversiones financieras fichan a sus directivos en el mercado y han dado vida a un entramado de agencias y consultorías subsidiarias que trabajan para ellas.
Necesitamos tener incidencia y hacer presión, porque si no, seríamos meros transmisores de fondos. Hacer lobby político es fundamental para cambiar la agenda política, explica el presidente de la CONGDE, David Álvarez. Cambiar la agenda política para mejorarla, obviamente. Pero la proliferación de agencias benefactoras, y la abundancia de subvenciones para programas de desarrollo no siempre avalados por estudios serios, ha tenido también consecuencias perversas. Como ocurrió en Bangladesh, donde el agua de los pozos perforados en los años setenta (con dinero del Banco Mundial y de Unicef) causó un masivo envenenamiento por arsénico entre la población del delta del Ganges. Otras veces lo que ha faltado ha sido constancia. ’En 1999 llegaron a Sierra Leona unas 500 ONG con grandes cantidades de dinero que había que gastar sin importar en qué. Pero tras el 11-S, los proyectos de desarrollo comenzaron a cerrarse’, se lamentaba recientemente el misionero javeriano Chema Caballero. La emergencia provocada por el tsunami, que asoló las costas de varios países del sureste asiático el 26 de diciembre de 2004, fue otro caso paradigmático. La ola de solidaridad no fue menos gigantesca, y centenares de ONG de todos los tamaños y nacionalidades se presentaron en la zona, colapsando los aeropuertos e impidiendo que las más expertas funcionaran con eficacia.
Puede que no todo sea perfecto, pero en el movimiento alienta un impulso utópico, asegura Álvarez. Tenemos afán de transformación social, denunciamos la injusticia. Nuestro objetivo mayor es la erradicación de la pobreza en el mundo. Noto ilusión, convencimiento en todos los que participan en esto. Pero para erradicar el hambre y lograr un mundo más justo se necesitan estrategias bien planificadas y una gran capacidad de presión que los medios de comunicación pueden multiplicar.
Por eso es fundamental aparecer en ellos, lograr una visibilidad, ya sea estando a pie de catástrofe o recurriendo a la publicidad convencional. ’Algunas ONG empezaron a pagar las inserciones publicitarias en la prensa y ahora es muy difícil para nosotros conseguir publicidad gratis’, reconoce Marisa Salazar, coordinadora de los Servicios Generales de Cáritas Española, con 164 millones de euros de presupuesto, 62.000 voluntarios, 4.200 trabajadores asalariados y más de 200.000 socios, una de las ONG más importantes, y más antiguas (60 años de historia).
A la publicidad recurre, por ejemplo, Intermón Oxfam, la ONG de referencia en Cataluña. Intermón, que se asoció con la red de Oxfam hace unos nueve años, fue creada por los jesuitas hace casi medio siglo y cuenta con 1.300 voluntarios, más de 300 asalariados y 210.000 socios y colaboradores. En su patronato hay jesuitas, profesores afines a la compañía y algún empresario, además de un miembro del Consejo Nacional de Cáritas. Pero las similitudes son escasas entre ambas organizaciones católicas. La Conferencia Episcopal nombra a la cúpula de Cáritas Española, integrada por un presidente, un secretario general (que cobra 42.000 euros brutos al año) y un delegado episcopal, que es un sacerdote. Los demás cargos de responsabilidad, incluido el director, son de libre designación del secretario general.
Frente al perfil asistencial de Cáritas, que trabaja más con los sectores desfavorecidos en España, Intermón, está más volcada en el Tercer Mundo y representaría el ala progresista de la Iglesia. Más del 70% de los 47 millones de euros de su presupuesto anual proceden de instituciones y empresas privadas. Desde La Caixa (con la que firmó un acuerdo de cesión de su logo) hasta la Cooperativa Mondragón, pasando por Caja Madrid, Ferrovial o Microsoft.
Amnistía Internacional España (2,5 millones de presupuesto, procedente en su mayoría de los 35.000 socios) financia con una quinta parte de sus fondos a la oficina de Londres, la más importante, con 400 personas, que consume 30 millones de euros al año. Allí se elaboran los informes. Invariablemente críticos con la única superpotencia, aunque Beltrán señala a China como el país que vulnera más los derechos humanos. Y donde AI no puede entrar. Pero Estados Unidos es la principal democracia y es un mal ejemplo para los demás.
Rafael Vilasanjuán, director general de Médicos Sin Fronteras (MSF) España, admite que toda ONG que se precie suele ser antiamericana y antiglobalización. Médicos Sin Fronteras, con 50 millones de presupuesto -un 85% procedente de sus 125.000 socios y de donaciones de empresas-, carece prácticamente de voluntarios. No podemos enviar gente a Somalia, o a Sudán, como simples voluntarios. Necesitamos personal cualificado, dice su director. Y recurre sin complejos a la publicidad. No es casual que en el plazo de unos años se haya convertido en la ONG más conocida.
La organización huye de la política y critica la utilización que hacen las potencias de la ayuda humanitaria. ’El grueso del dinero va a Afganistán, Irak, a los Balcanes, donde les interesa. Pero habría que actuar donde está el dolor. En estos momentos, sobre todo en África, dice Vilasanjuán. Pero actuar en un continente tan complejo obliga a las ONG a someterse a los poderes in situ, lo que puede ser una trampa. Vilasanjuán lo admite. A veces nuestras intervenciones tienen consecuencias perversas. No todo el bien es bueno.

Mañana, capítulo 2 La última gran causa

¿Que podemos hacer por nuestros mayores necesitados?

Espléndido reportaje de Ana Alfageme sobre el Informe del Inserso 'Las personas mayores en España,publicado en El País.Causa rubor, indignación y mueve al compromiso mientras se urge a la Administración a que resuelva estas lacerantes injusticias. No es justo que en un país rico y desarrollado como el nuestro se den estos casos. Contra esto sí que merece echarse a la calle y exigir a nuestros políticos que cesen de babear y de ladrar en Las Cortes y cumplan sus compromisos elctorales. El PSOE había prometido servicio de teleasistencia para 1.200.000 personas mientras que sólo alcanza a unas 150.000. También se había comprometido a que 850.000 personas recibieran ayuda en sus casas y sólo han llegado a unas 250.000. En el Informe del Inserso sobre los mayores se resalta que los servicio sociales sólo atienden al 9,4% de la población, algo más de 600.000 personas. Esto es lo que debe preocuparnos y no otras cosas que parece que amenazan con que van a destrozar España. Una nación se destroza cuando no atiende a sus mayores y permite que sufran en soledad y en tristeza sus últimos años. Para mí, esto sí que atenta a los principios fundamentales de la Constitución y del sentido común. Mientras tanto, no podemos quedarnos en el grito, la protesta y la denuncia si podemos transformar la indignación en compromiso. ¿Cómo salir del agujero? Subir las pensiones, gastar más en servicios de asistencia a los mayores y expandir el voluntariado social, responde el Informe del Inserso. Aquí sí que podemos comprometernos: Existen Instituciones de la sociedad civil, ONG, bien preparadas para formar un auténtico voluntariado, ponerlo en contacto con ancianos que piden ese servicio (otros muchos ni se atreven, porque creen que no lo merecen), sostenerlos y apoyarlos ¿Quién no puede dedicar dos horas a la semana a visitar a un anciano al que luego hace alguna llamadita de un par de minutos durante la semana? No es difícil, basta querer y dejarse ayudar. Este blog, no es imparcial sino comprometido
dido con la causa de la justicia social, Véase el banner en un lado de la página inicial. Repito, hay muchas organizaciones serias y responsables pero yo al menos conozco una, en Donoso Cortés 65, donde los viernes a las 5 de la tarde explican lo que se puede hacer por los más necesitados, dónde, cómo y cuándo. Me consta que lo hacen bien y es justo ofrecer estos servicios para que, como dice Albert Camus, nuestros hijos no tengan que avergonzarse de nosotros porque, habiendo podido tanto, nos atrevimos a tan poco. Nesemu

Mujer. Mayor. Sola. Y Pobre

Una de cada tres españolas con más de 65 años vive en la pobreza
Inocencia vive en una casa sin baño, y se viste con la ropa que le dan las vecinas. El piso sin ascensor donde Josefa pasa las noches en blanco, deseando morir, es de su hija. Las dos han sobrepasado los 80 años y viven solas. Cobran alrededor de 300 euros al mes, la pensión de viudedad de sus maridos. Aunque ellas trabajaron, y mucho, durante años. Una limpiando en bares y casas, la otra cosiendo pantalones. En España, el país de Europa que menos gasta en mayores en comparación con su nivel de envejecimiento, ser mujer, mayor y vivir sola multiplica el riesgo de convertirse en pobre. Una de cada tres españolas mayores de 65 años lo es. Son las más necesitadas de Europa, sólo después de las italianas.
-Todo el día me lo paso llorando. Soy una persona inútil.
-Lo que tienes, Josefa, es una depresión.
María, la voluntaria, toma la mano de Josefa, huesuda, transparente, entre las suyas. Y sólo entonces los ojos de la anciana, que tiene 85 años, eluden las lágrimas.
Josefa lleva cuatro años sola, desde que enviudó, en este piso de Móstoles. Cosía pantalones en su casa y luego los llevaba al comercio. Pero entonces, dice, no se aseguraba. Así que sus únicos ingresos provienen de la pensión de viudedad: 300 euros.
Este piso sin ascensor -está a nombre de mi hija, yo no tengo nada, aclara la mujer- se ha convertido, casi, en una torre inexpugnable. "Desde que me caí, el 26 de diciembre, volviendo de casa de mi hijo, me dá miedo todo. Me duele el pecho. Me duele el estómago. Me mareo y no me atrevo a salir sola".
Mujer. Mayor. Sola. Estos tres atributos, que Josefa posee, se combinan peligrosamente para producir otro calificativo: pobre. Lo señalaban los autores del informe del Imserso Las personas mayores en España, 2004,
la gran radiografía de ese sector creciente de la población. Más de siete millones de personas.
La estadística constata la desigualdad a estas edades en la situación de hombres y mujeres. Ellas viven más (superan en siete años a los hombres en esperanza de vida, 82 frente a 75), y estarán más tiempo solas. Como Josefa, una de cada cuatro españolas mayores vive sin compañía (26,7%), frente a uno de cada 10 hombres. Como ella, cuatro de cada 10 (47%) son viudas, situación que casi se dobla a partir de los 80 años (71%).
'El problema de las españolas no es que no hayan trabajado fuera de casa, sino que muchas, las que no tienen estudios, se han dedicado a tareas más humildes, con más economía sumergida, así que no pueden acreditar su trabajo. Mayoritariamente perciben pensiones de viudedad, que son menores".
Según el informe del Imserso, las españolas mayores son las más pobres de la Unión Europea, sólo por detrás de las italianas. Se puede decir que es pobre alguien que gane menos de 5.177 euros al año.O 369 euros al mes, si se divide por 14 pagas. Treinta y cinco de cada 100 españolas, según el informe del Imserso, están necesitadas. Sólo les superan las italianas (51%).
Comparando el gasto en pensiones con el índice de envejecimiento, la situación de España es la peor de todos los países de la Unión Europea.
Pero Josefa no se queja y eso que su pensión (300 euros) ni se acerca al salario mínimo, que es de 512 euros. Dice que una hija que vive en el extranjero. Sufre más por estar así, siempre sentada en el sofá, frente a una pequeña estufa. Los días se hacen largos. Prepara la comida, apaña la cama, a cuyo costado ha puesto el artilugio de la teleasistencia (es una de las 148.000 personas -3,14% de los mayores- que la reciben) y después, sólo queda esperar hasta las ocho y media de la tarde, hora en la que se acuesta. "Pero las pastillas no me hacen efecto y yo me desespero".
Sólo hay un día distinto. El viernes. Cuando María viene a verla, durante una hora, y la lleva a pasear por el barrio.
'Es curioso,no se quejan de lo poco que tienen, porque han llevado una vida muy dura, llena de cargas, y viven a veces la vejez como una liberación'.
Inocencia tampoco se queja, más que de no poder salir a dar unas vueltas al polideportivo del barrio, porque desde hace unos meses le entran mareos. A sus 81 años, se sienta muy erguida en el sofá. "La ropa me la dan los vecinos, y mire usted, voy tan limpita". La fachada de la casita donde vive, en Fuencarral, un pueblo anexo a Madrid que ha sido absorbido por la ciudad, tiene apenas tres metros de ancho. En el dormitorio, sin ventana, cabe poco más que la cama. El piso superior está clausurado, después de que uno de sus hijos muriera, arrasado por la droga. Un angosto ventanuco que da sobre la calle es la única ventilación de su retrete. "No tengo baño, pero me apaño bien. Esta mañana me he lavado primero la cabeza, que mire lo limpio que llevo el pelo, y luego por partes".
Tiene teleasistencia y dos días a la semana acude a una iglesia evangélica, donde le dan un paquete de alimentos. "Gano 60.000 pesetas y hasta puedo ir pagándome el entierro", dice. ¿Y vender su casa para ir a un lugar más cómodo? "No, eso no", dice, "pero me gustaría que me la arreglaran". "A veces no quieren perder el poco patrimonio que tienen para que los hijos puedan heredar algo", explica Pérez Ortiz. "Incluso algunas habitan en casas enormes que no pueden sostener. Viven como pobres ricos".
Inocencia se marea, pero sigue saliendo todos los días. 'Arrimadita a la acera, por si me caigo'. Pero Josefa, no. Sobre todo llora.
- Tengo el corazón bien, qué lastima- insiste la mujer.
- No digas eso-, le responde la voluntaria María- que no se puede pedir la muerte, por si te hacen caso.
Y no le suelta la mano.

La salud es un valor en sí amparado por la Etica

Luiz Loires, tiene una experiencia de más de 20 años en la lucha contra el sida que no le permite ser optimista. Luiz Loures, director general para Iniciativas Globales de Onusida, nació hace 49 años en Belo Horizonte (Brasil). 

Pregunta. ¿Cuáles son los nuevos retos?
Respuesta. La epidemia avanza en todo el mundo. Hoy tenemos más de 40 millones de casos, cuando hace dos años eran 37 millones. Pero sobre todo es preocupante la situación en Europa oriental (los países del antiguo bloque soviético) y en América Latina, donde hay 200.000 casos más en un año.
P. Parece que la situación de Latinoamérica, la tercera región en número de afectados, ha permanecido oculta hasta ahora.
R. Más que oculta, yo diría que mal tratada. Se da la paradoja de que es la región en la que más se han extendido los tratamientos, con países como Brasil, Argentina, Chile, Venezuela o Colombia, donde el acceso a los medicamentos es universal, y en cambio donde la prevención es la más atrasada del mundo.
P. ¿A qué lo atribuye?
R. En que para dar medicamentos, sólo hace falta dinero. Pero hablar de prevención es hablar de condones, de prostitución, de drogas y de sexo entre hombres. Y para ello hay que superar muchas barreras culturales y morales. Un obispo puede llamar a un presidente de Gobierno y protestar por una campaña. En esos países hemos vuelto a una situación que ya está superada en el resto del mundo, pero anteponer la moral a la protección de la vida resulta muy cruel.
P. En cambio, el Caribe es la única región donde parece que la epidemia se frena.
R. Sí, también hay noticias positivas este año. Por primera vez podemos decir que en algunos países, como Haití, hay evidencias de que la prevención empieza a dar resultados y la epidemia crece más despacio.
P. ¿En qué se ha basado esa prevención?
R. En todo. Está claro que si los jóvenes retrasan el inicio de sus relaciones o el número de parejas, la tasa de sida baja, pero eso está demostrado que no es suficiente para obtener resultados. Sin el condón no se pueden conseguir resultados. En ese sentido puedo hablar con orgullo de mi país, Brasil. Ahí ha salido en un anuncio una niña de 12 años con un condón en la mano. Eso en otros países de América Latina sería impensable.


 

Lo peor son los desastres silenciosos

 Juan Manuel Suárez del Toro  ha guiado los pasos de la Federación Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja durante los últimos cinco años y acaba de ser reelegido. 
 
Pregunta. No es una asamblea para pasarlo bien, tal como está el mundo.
Respuesta. Y lo peor no es lo que se ve. Lo peor son los desastres silenciosos. La pobreza es la gran lacra; multiplica el impacto de los desastres, y tenemos evidencias por todas partes. Pero muchas veces esos desastres salen en los medios, alcanzan gran difusión pública. Pero pocos hablan de los desastres silenciosos, como el sida y la inseguridad alimentaria.
P. El sida sigue en primer lugar.
R. Sólo de sida morirán en África en los próximos 10 años más personas que en todas las guerras y desastres que ha habido en ese continente en los 50 últimos años. Morirán del orden de 10 o 20 millones de personas. Y no se logra el punto de inflexión para parar su propagación.
P. Una tragedia.
R. Piense que ahora mismo ya hay 12 millones de huérfanos en África por el sida. Desaparecen generaciones de personas en edad productiva, entre los 15 y los 45 años. En muchos sitios la prevalencia del sida es del 40% de la población. El propio voluntariado de Cruz Roja engrosa la estadística.
P. ¿Cómo se debe reaccionar?
R. En primer lugar, con vergüenza. Es una vergüenza para la comunidad internacional. Que existan retrovirales que no podemos hacer llegar a personas que los necesitan. Los países desarrollados pueden combatir con éxito la enfermedad, y personas de África, Caribe o Asia no tienen esa posibilidad. Una vergüenza.
P. ¿Y qué hacer? ¿Qué hace la Cruz Roja?
R. No queda más remedio, para la Cruz Roja, que cambiar la tendencia; tenemos que fortalecer las capacidades locales. En términos generales, la sociedad internacional reacciona siguiendo un modelo paternalista: acude en auxilio cuando se produce un suceso, pero no va a atajar las causas, y tampoco va después, cuando ya han dejado de estar allí las cámaras de televisión. La gente no se conmueve ante los desastres silenciosos. Mire lo que ha pasado en Darfur (Sudán), o en Ruanda... ¿Qué ha pasado con los que no han podido volver a sus tierras? Cuando no los enfoca la CNN dejan de existir. Y el problema luego es más grave.
P. ¿Qué sensación se trae usted?
R. De esperanza. Y de desazón, ante todo lo que queda por hacer. Hemos globalizado la economía y la tecnología, pero no la dignidad humana. Hemos consolidado la desigualdad del mundo globalizado.
P. Hay mucha sospecha sobre el destino de las ayudas. ¿Es un tópico?
R. Sí, lo es. Esa sospecha no merece crédito en lo que se refiere a la gestión de las asociaciones humanitarias. Pero sí me gustaría alertar sobre la creciente politización de las ayudas.
P. ¿Por parte de quién?
R. Gran parte de las ayudas responden a intereses políticos o geoestratégicos. Eso nos preocupa. A veces se intenta captar ayuda para Irak o para Afganistán (que las necesitan, cómo no) y se obvian necesidades millones de personas que se mueren de hambre en África.
P. ¿Y cómo ve la reacción de las superpotencias?
R. El G-8 ha manifestado su intención de condonar la deuda y la ONU se ha planteado los objetivos del milenio... ¡Pero en esos objetivos está el de dar agua a la mitad de la población que la necesita perentoriamente!
P. La Cruz Roja estuvo cerca de EE UU en el desastre de Nueva Orleans.
R. Claro que sí. La naturaleza no entiende de lugares. Desastres como ése muestran la vulnerabilidad de los poderosos. Pero donde hay más pobreza es donde más daño hace el desastre.
P. Estuvo en Pakistán, en la zona de los terremotos.
R. Devastador. Tres millones de personas sin hogar, 60.000 muertos. Hay que ayudar, más cuando se van las cámaras.

Entrevistado por Juan Cruz

Ponga una ONG en su empresa.

No abusen del voluntariado

Hace unos días, me pidieron que diera una conferencia sobre Juventud y Voluntariado a un grupo de militantes de un partido político para que animaran a otros jóvenes en el voluntariado ... está de moda y no nos van a dejar atrás los de la oposición... el voluntariado parece atraer a los jóvenes... no hay quién los mueva... pasan de todo... con tanto aperturismo y tanta litrona... luego se olvidan los valores... y ya ve como andan con el tema de los inmigrantes...
Podrán imaginar mis sentimientos mientras comprobaba el desconocimiento de la función social del voluntariado más allá de toda confesionalidad o militancia política.
Es injusto tratar de servirse de su generosidad para otros fines. Destrozarán la fuerza de este fenómeno social. Pretenden organizar, desde arriba y con criterios burocráticos, una actividad que surge de la iniciativa ciudadana.
Hace unos días, convocaron a nuestra ONG para darle un premio por su labor con el voluntariado. A pesar de mi reticencia a los premios en este servicio social, que trae su legitimidad de la pasión por la justicia conculcada en una sociedad globalizada en la que nos quieren convertir a todos en mercaderías o en consumidores, me dijeron que era para ayudar al envío de bibliotecas a las Escuelas Normales de Latinoamérica. Tan pronto como llegué comprendí que se trataba de una operación de marketing para que una compañía lanzase sus productos al mercado. Me armé de paciencia y con serenidad dejé hablar a mi corazón denunciando la funesta moda que algunos promueven: ponga una ONG en su empresa. Basta con que las condiciones laborales de las empresas sean justas y sus procesos de fabricación y comercialización sean humanos y ecológicos.
Mi decepción se vio compensada por las palabras del presidente de la compañía que agradeció que alguien hubiera puesto los puntos sobre las íes.
Un importante miembro de la Administración me confió que se preparaba una nueva legislación para un mayor control del voluntariado y de las ONG "porque es un sector que no podemos dejar de aprovechar".
Nada que ver con la Ley Estatal del Voluntariado, de 1976, que reconoce que ''la acción voluntaria se ha convertido en instrumento básico de actuación de la sociedad civil en el ámbito social... y reclama un papel más activo en el diseño y ejecución de las políticas públicas sociales''.
Algunos parecen incapaces de descifrar los signos de los tiempos.

Acoger y venerar a los mayores

En una sociedad en la que hay 600 millones de personas mayores de 65 años, con unas previsiones de llegar a dos mil millones antes de cincuenta años, es preciso reflexionar sobre sus condiciones de vida. Sobre todo sobre su calidad de vida, porque una cosa es envejecer y otra bien distinta crecer y madurar. Dentro de cualquier anciano hay un joven que se pregunta con pasmo qué ha sucedido, cómo se le ha ido la vida sin la conciencia de haber sido vivida plenamente.
Esa es la experiencia de quienes frecuentan a personas mayores que viven solas, no tanto a las que conviven con sus familias y se saben queridas y necesarias. Esa sensación de soledad impuesta y no asumida, de ir desviviéndose al constatar cada día una nueva avería, una dificultad, una pérdida de elasticidad y de autonomía que van deteriorando su calidad de vida y convierte a quienes podrían ser fuentes de experiencia y de sabiduría en seres que procuran pasar desapercibidos, hasta hacerse casi invisibles para el resto de la sociedad y hasta de la familia. No quieren estorbar y se hacen a un lado, tratan de echar una mano pero desconfían de la torpeza de sus dedos, de la debilidad de sus manos, de verter el agua. Por eso se ocupan de los niños que los quieren y con los que juegan y ambos se saben felices porque no se juzgan ni se exigen ni se miden, sólo se ríen en complicidad establecida desde el corazón y la ternura. Si queréis aniquilar a un viejo separadlo de los niños.
Esto sucede porque hemos permitido la implantación del torpe concepto de que sólo lo joven es hermoso y valioso, porque diz que es productivo. Abdicando de un mundo de valores sin los cuales el vivir carece de sentido, actúan como si todo estuviera presidido por el concepto materialista de la productividad, de la rentabilidad, del beneficio. Porque, aunque la vida no tuviera sentido, o no acertáramos a descubrirlo, tiene que tener sentido el vivir aquí y ahora, solos y en compañía.
Hemos caído en la trampa de que vale más lo que más cuesta. Así, hemos asumido con la mayor naturalidad que nos eduquen para ser “personas de provecho”, “útiles”, “para conseguir un buen trabajo”, “para tener títulos y capacitaciones que permitan entrar en el mercado de trabajo”. ¡Hasta hemos permitido que nos consideren recursos humanos, buenos para ser explotados!
Nadie dice a los jóvenes y a los niños que la educación tiene como objeto primordial ayudarles a ser felices, a ser ellos mismos para poder afrontar las circunstancias cambiantes de la existencia. Actuamos como si tuvieran que aprender a vivir para trabajar, en lugar de trabajar lo necesario para poder vivir con dignidad, felicidad y armonía. Les conculcamos sin cesar que vivimos para tener, en lugar de vivir para ser nosotros mismos en compañía de los demás. Por eso procuramos doblegarlos desde la infancia, mediante la coacción y el temor, para que obedezcan, para que no pregunten, para que callen y se repriman en lugar de ayudarles a florecer su inmenso cauce de energía. Dentro de un orden, por supuesto, porque de lo contrario regiría la ley de la selva, la ley del más fuerte mientras que ahora esta se oculta en la mayor productividad posible. Pero un orden como resultado de la libertad compartida, de la búsqueda no de un deseo, porque el ser humano nace para realizarse en la vida al poder responderse a la pregunta fundamental “¿Quién soy yo?”
Tan pronto como consiguen su primer trabajo remunerado, ya no hay más tarea ni objetivo que trabajar y producir para tener cuanto más, mejor; en lugar de cuanto mejor, más. Así está estructurada la sociedad de consumo: tienes que tener para que te acepten, no para que te respeten y te acojan como persona valiosa y fundamental en la sociedad.
Con toda naturalidad, se ha asumido que, al dejar de producir, hay que aparcar a las personas mayores, para que no molesten, para que dejen su puesto a los más jóvenes, para que se ocupen de sus dolencias y de sus goteras. Por eso proliferan lo que yo llamo “aparcamientos de los improductivos”, sin reparar en que las personas mayores, en todas las culturas que han contribuido al auténtico progreso de la humanidad, han sido respetadas y veneradas bajo la ley no escrita pero sagrada de la comunidad. En China sería una falta de educación tremenda decirle a una persona mayor “¡Qué joven la encuentro!” En toda África y en India, así como en la América precolombina, a los ancianos se les ofrece el mejor asiento y los bocados más tiernos, se les consulta, se les escucha en silencio, se les facilitan las cosa para que sus vidas maduren en paz y con sosiego del que se beneficia toda la comunidad. Porque las personas mayores son el bien más preciado de la gran familia que compone una sociedad bien estructurada.
Hay que pedirles que no intenten ser otras personas distintas, así se convertirán en personas maduras. La madurez es aceptar la responsabilidad de ser uno mismo. Arriesgarlo todo con tal de ser uno mismo.

José Carlos Gª Fajardo

Compromiso social, respeto y dignidad

A veces, cuando un voluntario social va a visitar a un funcionario público éste lo trata como si fuera a pedir trabajo, o lo cita para dentro 'de unos meses' o su secretaria lo despacha con 'vuelva usted otro día'.
Si es cierto que nadie nos obliga a desempeñar servicios de voluntariado, fuera de un imperativo ético que grita a los cielos ante tanta injusticia, no lo es menos que algunas personas tienen los cables cambiados.
Un voluntario social, y más si desempeña labores de responsabilidad en una asociación humanitaria, suele ser una persona ocupada en su trabajo, que tiene una familia y que normalmente cumple sus obligaciones como ciudadano. Estas personas roban unas horas a su descanso para reforzar la sociedad civil denunciando injusticias, aportando propuestas alternativas llenas de imaginación, al tiempo que acude a la cabecera de un enfermo terminal, a una cárcel, al domicilio de un anciano que vive solo, a bañar a discapacitados profundos en un Cottolengo, a un centro de acogida de inmigrantes, a compartir el duro sendero de quien lucha por desengancharse de la droga, o a preparar medicamentos o libros para enviar a otros países. Y esto sin pretender cambiar a nadie sino apreciando el lujo de ser acogido por quien padece los excesos de nuestro modelo de desarrollo o la insensibilidad de los gobernantes o la ceguera de quienes viven para trabajar y que tienen en los beneficios su horizonte de vida.
Un voluntario es una persona comprometida con la causa de la justicia, que ha tomado partido por los más débiles y que no pide limosnas ni favores ni privilegio alguno.
Al contrario, ofrece la oportunidad de ser admitido en el concierto de los más para participar en la recomposición de las estructuras dañadas por nuestra ignorancia.
Es duro ser tratado como un extranjero en tu propio ambiente, en tu lugar de trabajo, por tus compañeros que, en esa circunstancia, olvidan tu prestigio profesional o tu valía humana.
Uno no deja de ser quien es mientras desempeña sus tareas de voluntariado y tiene derecho a exigir el mismo trato que recibiría un cliente o un benefactor o, sencillamente, un ser humano inteligente.
Si uno permite sangrar a la herida es para animar a esos miles de mensajeros de la paz y de la esperanza que, más bien pronto que tarde, abrirán las amplias alamedas.

José Carlos Gª Fajardo

El espíritu del Voluntario Social

Como todavía hay personas que confunden las responsabilidades y derechos de los voluntarios sociales con falsos clichés utilizados sin el menor criterio, es bueno plantear las raíces y razón de ser de esta hermosa conquista de los tiempos modernos. El voluntario social da sin esperar nada cambio, lo hace por el placer de compartir; protesta con una propuesta alternativa, no con el ánimo tan extendido del mediocre que se opone o está en contra, muchas veces sin saber de qué. No se trata de una moda sino de una respuesta coherente ante la interpelación de una sociedad dominada por desigualdades injustas e inhumanas. Volveremos sobre estos temas, ya que tantos hablan por boca de ganso sin molestarse en aprender y buscar las causas de un movimiento tan esperanzador como comprometido:
José Carlos Gª Fajardo

El ejercicio del desarrollo integral de la persona y de la sociedad no compete ni al Estado ni a los partidos políticos ni a las diversas confesiones religiosas. El ser humano con su familia y sus amigos, en su entorno, con su cultura y sus opciones libres es el protagonista de su desarrollo. Siempre cabrá la cooperación pero nunca la imposición que no respete la libertad, la justicia y el derecho fundamental a buscar la felicidad, pues el ser humano ha nacido para ser feliz. La felicidad proyecta las potencialidades en un desarrollo equilibrado que acerque a la plenitud del ser como persona. Si no precisamos el alcance de las palabras, triunfarán la fuerza, el imperio de los sentidos, la explotación de los más débiles y la soberbia, fuente de insatisfacción y de aislamiento empobrecedor.
Solidario proviene de solidus, moneda romana de oro, consolidada y no variable. La palabra solidaridad se refiere a la responsabilidad asumida in solidum con otra persona o grupo. Las personas se unen porque tienen conciencia de estar abiertos a los demás porque son seres de encuentro y no meros individuos aislados.
La solidaridad depende de la sensibilidad para los valores que piden ser realizados por personas que sienten la llamada de algo por lo que apuestan. De ahí que la solidaridad implique generosidad, desprendimiento, participación y fortaleza. Cuando nos unimos a otros solidariamente vemos surgir una energía y una alegría que generan modos valiosos de unidad, ámbitos de libertad, de comprensión, de cooperación y de justicia.
Se habla de la necesidad de realizarse y de ser auténticos. Recordemos que authentikós es quien tiene autoridad, y ésta deriva de augere, promocionar. Tiene autoridad sobre alguien el que lo promociona o promueve: auténtico es el que tiene las riendas de su ser, posee iniciativa y no nos falla porque es coherente y nos enriquece con su modo de ser estable y sincero. Dice López Quintás, en El Libro de los valores, que para poseer ese tipo de soberanía el hombre tiene que aceptarse a sí mismo; acoger su vida como un don y asumir unas condiciones de vida que no ha elegido: cualidades, sexo, familia, nación. Hay que aceptar esta vida con sus implicaciones: necesidad de configurarla nosotros para orientarla hacia un ideal. Si respondemos a esta llamada de los valores nos hacemos responsables para vivir abiertos generosamente a los demás en su afán de vivir con plenitud.

José Carlos Gª Fajardo

No todo servicio es voluntariado social

Ante el comienzo de curso, muchos estudiantes acuden a las sedes de ONG de servicios sociales para ofrecer su colaboración. Nunca agradeceremos los suficiente al Rector Gustavo Villapalos su impulso para que en los sobres de matrícula de la UCM, los estudiantes recibieran dos impresoos. en uno se decía: ¿Te interesan los demás? ¿Quieres echar una mano? y en otro ¿Padeces alguna discapacitación física? ¿Necesitas ayuda? Entonces se cubre ese impreso con los datos de domicilio, campus, facultad y horario. Se cruzan las respuestas y así lleva en masrcha un servicio que más que cuadruplicó la presencia en las aulas de estudiantes discapacitados pero inteligentes que antes tenían que acogerese a la enseñanza a distancia. Los siguientes rectores lo apoyaron e incrementaron hasta el punto de que hoy la UCM cuenta con una Oficina de Ayuda al Estudiante Discapacitado realmente prometedora pero que siempre tendrá que contar co la impagable ayuda de los voluntarios sociales. Hay cosas, maneras y modos, que no s eimprovisan y que nunca podrá aportar una oficina por eficaz aque sea su personal. Es una cuestión del cómo, del corazón organizado por la razón que se pone al servicio y estímulo del marginado. De ahí la inteligente colaboración entre ambas instituciones la Universidad y las ONG.
Por eso, en estos tiempos der generosidad y de compromiso que aportan un rotundo mentís al egoísmo de los jóvenes, a su presunto pasotismo y a su desinterés por las actividades sociales, es bueno aclarar conceptos. Porque mi experiencia y la de muchos responsables de organizaciones sociales es que : a un joven, si le pides poco no te da nada; pero si le pides mucho lo da todo.

Características del voluntario

Las tomamos de la Carta Europea para los Voluntarios y de la Declaración Universal sobre Voluntariado aprobadas en el Congreso Mundial de París, de 1990:
La gratuidad, pues es la donación de sí mismo y la conciencia de ser para los demás lo que sostiene su concepción de la vida.
La continuidad, ya que no se pueden crear necesidades en aquellas personas que no estemos dispuestos a seguir ayudando.
La preferencia vocacional del voluntario, ya que uno hace mejor aquello que le gusta y para lo que está más preparado.
La responsabilidad personal sostenida por su equipo que desarrolla el proyecto de la Organización con la que trabaja.
El conocimiento, respeto y valoración de las diferentes personas o pueblos que pueda encontrarse en la realización de su tarea.
De ahí, que nada esté más lejos de un auténtico voluntariado social que:
El intrusismo, ya que el voluntario no invade el terreno profesional sino que colabora con los técnicos en tareas que no podrían llevarse a cabo puesto que se trata de un modo de actuar que no se encuentra en el mercado laboral.
El militantismo, por digna y respetable que sea la ideología o creencia que lo informa ya sea política, religiosa o cultural; aunque cada uno tenga sus opciones personales no tiene derecho a imponerlas en su actividad como voluntario social.
El diletantismo de los que se acercan por veleidad o por capricho y se sirven de los demás como si fueran objetos de su curiosidad o para experimentación: es preciso un compromiso serio y formal para cumplir funciones y tareas concretas dentro de proyectos previamente programados en común.
El asistencialismo, porque el voluntario quiere desarrollar en las personas y en los grupos capacidades personales que les lleven a la autonomía y no a la dependencia. Aunque reconozcamos en muchas acciones voluntarias un componente asistencial que palia necesidades urgentes y prepara una actuación más prolongada que propicie la autonomía del sujeto.
Ni la compasión ni la limosna, por valiosas y excelsas que éstas sean en sí mismas, ya que superan la relación de alteridad para insertarse en la más profunda reciprocidad.
El voluntarismo, ya que el voluntariado sabe asumir sus límites y no confunde la realidad con las buenas intenciones; hay que dejar bien claro que en la organización del trabajo voluntario hay que diseñar programas realistas y factibles pues de otra forma se fomentan la desilusión y la desesperanza.

José Carlos Gª Fajardo

SIDA II. Prejuicios: Los enfermos del Tercer mundo no saben cuidarse

Continuamos denunciando algunos prejuicios que, sobre todo en Occidente, tanto daño hacen en la lucha contra la epidemia del SIDA. Porque la ignornacia a veces se viste de profeta y destruye no sólo las vidas de los enfermos y de sus familiares sino que hace de un servicio profesional y social un esfuerzo sobrehumano para tantos voluntarios sociales comprometidos en esa lucha que no puede tener cuartel.
José Carlos Gª Fajardo

Dicen que los enfermos del tercer mundo no saben cuidarse

En un interesante reportaje Tina Rosenberg aborda este prejuicio nacido de la prepotencia occidental: los pobres no saben cuidarse. Fue Andrew Natsios, director de la Agencia norteamericana para el desarrollo internacional (USAID) quien en 2001 había declarado al Boston Globe que los africanos son incapaces de seguir un tratamiento médico porque carecen de ‘la noción occidental del tiempo’. El tiempo. En África me dijo con ironía un anciano durante mi año sabático en 20 países de África subsahariana: ‘¡Qué manía tienen los blancos con que los africanos perdemos el tiempo! ¡Pero si el tiempo no existe! ¡Lo vamos haciendo según lo necesitamos!’ Aparte de esta broma, Médicos sin Fronteras ha demostrado que lo pacientes africanos toman adecuadamente sus medicamentos si se les sabe explicar, mejor que los norteamericanos, dicen, de los cuales las estadísticas denuncian que un 70% no los toman a las horas indicadas.
En una clínica de Malawi administrada por MSF, cuenta Tina Rosenberg, sólo 4 pacientes de 800 fueron negligentes. En otro hospital de MSF en las afueras de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, cerca del 90 de los pacientes toman con regularidad sus medicamentos. Otros estudios demuestran que en Camerún el índice de fidelidad alcanza el 99% y en Uganda el 97%. Las estadísticas o sirven para todos o las retiramos. En Haití, en los centros médicos atendidos por Partners In Health cerca del 100% de los pacientes toman sus medicamentos a las horas prescritas.
En África y en otros países del mal llamado Tercer Mundo, es inconcebible que un paciente sea abandonado en un hospital por su familia. Estos vivirán como puedan en los jardines del centro o en las terrazas o en donde sea pero jamás dejan solo al enfermo. Es inimaginable en sus culturas. En Europa lo vemos con las familias gitanas cuando acuden a los centros de la SS y no pocos blanquitos los miran con un cierto desdén. Los médicos y el personal sanitario se apoyan en estos familiares para no pocas tareas a las cuales ellos non alcanzan. Estos familiares también ayudan a que los pacientes sigan las prescripciones. Es mi experiencia contrastada en más de una década trabajando con enfermos en hospitales de África y de Latinoamérica. Es necios destrozar estos mitos tan peligrosos como falsos y aprender en nuestras sociedades estresadas lo que significa la gran familia, y los valores impresionantes que conserva.
(En muchos lugares del mundo por grande famille se entiende no sólo a padres e hijos, sino a hermanos, primos, abuelos y parientes en general. Es interesante saber que en no pocas lenguas africanas no existe un término para la palabra tío, se le considera grand frère o grande mère.)
En el tema del Sida, todavía incide más la circunstancia de que muchos pacientes han conocido otros casos en sus propias familias, vecinos y amigos. Los jóvenes europeos o americanos seropositivos no siempre han asistido al proceso de enfermedad y muerte en su propio ambiente, y carecen de esa experiencia.
Por último, en general, los medicamentos retrovirales en África cada vez más se administran como genéricos y aquí es posible hacer comprimidos con varias substancias y moléculas en un coktail que permite tomar las dosis en dos comprimidos: uno al amanecer y otro a la puesta de sol. No es tan difícil de recordar.

José Carlos Gª Fajardo

SIDA II. Prejuicios: Los enfermos del Tercer mundo no saben cuidarse

Continuamos denunciando algunos prejuicios que, sobre todo en Occidente, tanto daño hacen en la lucha contra la epidemia del SIDA. Porque la ignornacia a veces se viste de profeta y destruye no sólo las vidas de los enfermos y de sus familiares sino que hace de un servicio profesional y social un esfuerzo sobrehumano para tantos voluntarios sociales comprometidos en esa lucha que no puede tener cuartel.
José Carlos Gª Fajardo

Dicen que los enfermos del tercer mundo no saben cuidarse

En un interesante reportaje Tina Rosenberg aborda este prejuicio nacido de la prepotencia occidental: los pobres no saben cuidarse. Fue Andrew Natsios, director de la Agencia norteamericana para el desarrollo internacional (USAID) quien en 2001 había declarado al Boston Globe que los africanos son incapaces de seguir un tratamiento médico porque carecen de ‘la noción occidental del tiempo’. El tiempo. En África me dijo con ironía un anciano durante mi año sabático en 20 países de África subsahariana: ‘¡Qué manía tienen los blancos con que los africanos perdemos el tiempo! ¡Pero si el tiempo no existe! ¡Lo vamos haciendo según lo necesitamos!’ Aparte de esta broma, Médicos sin Fronteras ha demostrado que lo pacientes africanos toman adecuadamente sus medicamentos si se les sabe explicar, mejor que los norteamericanos, dicen, de los cuales las estadísticas denuncian que un 70% no los toman a las horas indicadas.
En una clínica de Malawi administrada por MSF, cuenta Tina Rosenberg, sólo 4 pacientes de 800 fueron negligentes. En otro hospital de MSF en las afueras de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, cerca del 90 de los pacientes toman con regularidad sus medicamentos. Otros estudios demuestran que en Camerún el índice de fidelidad alcanza el 99% y en Uganda el 97%. Las estadísticas o sirven para todos o las retiramos. En Haití, en los centros médicos atendidos por Partners In Health cerca del 100% de los pacientes toman sus medicamentos a las horas prescritas.
En África y en otros países del mal llamado Tercer Mundo, es inconcebible que un paciente sea abandonado en un hospital por su familia. Estos vivirán como puedan en los jardines del centro o en las terrazas o en donde sea pero jamás dejan solo al enfermo. Es inimaginable en sus culturas. En Europa lo vemos con las familias gitanas cuando acuden a los centros de la SS y no pocos blanquitos los miran con un cierto desdén. Los médicos y el personal sanitario se apoyan en estos familiares para no pocas tareas a las cuales ellos non alcanzan. Estos familiares también ayudan a que los pacientes sigan las prescripciones. Es mi experiencia contrastada en más de una década trabajando con enfermos en hospitales de África y de Latinoamérica. Es necios destrozar estos mitos tan peligrosos como falsos y aprender en nuestras sociedades estresadas lo que significa la gran familia, y los valores impresionantes que conserva.
(En muchos lugares del mundo por grande famille se entiende no sólo a padres e hijos, sino a hermanos, primos, abuelos y parientes en general. Es interesante saber que en no pocas lenguas africanas no existe un término para la palabra tío, se le considera grand frère o grande mère.)
En el tema del Sida, todavía incide más la circunstancia de que muchos pacientes han conocido otros casos en sus propias familias, vecinos y amigos. Los jóvenes europeos o americanos seropositivos no siempre han asistido al proceso de enfermedad y muerte en su propio ambiente, y carecen de esa experiencia.
Por último, en general, los medicamentos retrovirales en África cada vez más se administran como genéricos y aquí es posible hacer comprimidos con varias substancias y moléculas en un coktail que permite tomar las dosis en dos comprimidos: uno al amanecer y otro a la puesta de sol. No es tan difícil de recordar.

José Carlos Gª Fajardo

No todo servicio es voluntariado social

Ante el comienzo de curso, muchos estudiantes acuden a las sedes de ONG de servicios sociales para ofrecer su colaboración. Nunca agradeceremos los suficiente al Rector Gustavo Villapalos su impulso para que en los sobres de matrícula de la UCM, los estudiantes recibieran dos impresoos. en uno se decía: ¿Te interesan los demás? ¿Quieres echar una mano? y en otro ¿Padeces alguna discapacitación física? ¿Necesitas ayuda? Entonces se cubre ese impreso con los datos de domicilio, campus, facultad y horario. Se cruzan las respuestas y así lleva en masrcha un servicio que más que cuadruplicó la presencia en las aulas de estudiantes discapacitados pero inteligentes que antes tenían que acogerese a la enseñanza a distancia. Los siguientes rectores lo apoyaron e incrementaron hasta el punto de que hoy la UCM cuenta con una Oficina de Ayuda al Estudiante Discapacitado realmente prometedora pero que siempre tendrá que contar co la impagable ayuda de los voluntarios sociales. Hay cosas, maneras y modos, que no s eimprovisan y que nunca podrá aportar una oficina por eficaz aque sea su personal. Es una cuestión del cómo, del corazón organizado por la razón que se pone al servicio y estímulo del marginado. De ahí la inteligente colaboración entre ambas instituciones la Universidad y las ONG.
Por eso, en estos tiempos der generosidad y de compromiso que aportan un rotundo mentís al egoísmo de los jóvenes, a su presunto pasotismo y a su desinterés por las actividades sociales, es bueno aclarar conceptos. Porque mi experiencia y la de muchos responsables de organizaciones sociales es que : a un joven, si le pides poco no te da nada; pero si le pides mucho lo da todo.

Características del voluntario

Las tomamos de la Carta Europea para los Voluntarios y de la Declaración Universal sobre Voluntariado aprobadas en el Congreso Mundial de París, de 1990:
La gratuidad, pues es la donación de sí mismo y la conciencia de ser para los demás lo que sostiene su concepción de la vida.
La continuidad, ya que no se pueden crear necesidades en aquellas personas que no estemos dispuestos a seguir ayudando.
La preferencia vocacional del voluntario, ya que uno hace mejor aquello que le gusta y para lo que está más preparado.
La responsabilidad personal sostenida por su equipo que desarrolla el proyecto de la Organización con la que trabaja.
El conocimiento, respeto y valoración de las diferentes personas o pueblos que pueda encontrarse en la realización de su tarea.
De ahí, que nada esté más lejos de un auténtico voluntariado social que:
El intrusismo, ya que el voluntario no invade el terreno profesional sino que colabora con los técnicos en tareas que no podrían llevarse a cabo puesto que se trata de un modo de actuar que no se encuentra en el mercado laboral.
El militantismo, por digna y respetable que sea la ideología o creencia que lo informa ya sea política, religiosa o cultural; aunque cada uno tenga sus opciones personales no tiene derecho a imponerlas en su actividad como voluntario social.
El diletantismo de los que se acercan por veleidad o por capricho y se sirven de los demás como si fueran objetos de su curiosidad o para experimentación: es preciso un compromiso serio y formal para cumplir funciones y tareas concretas dentro de proyectos previamente programados en común.
El asistencialismo, porque el voluntario quiere desarrollar en las personas y en los grupos capacidades personales que les lleven a la autonomía y no a la dependencia. Aunque reconozcamos en muchas acciones voluntarias un componente asistencial que palia necesidades urgentes y prepara una actuación más prolongada que propicie la autonomía del sujeto.
Ni la compasión ni la limosna, por valiosas y excelsas que éstas sean en sí mismas, ya que superan la relación de alteridad para insertarse en la más profunda reciprocidad.
El voluntarismo, ya que el voluntariado sabe asumir sus límites y no confunde la realidad con las buenas intenciones; hay que dejar bien claro que en la organización del trabajo voluntario hay que diseñar programas realistas y factibles pues de otra forma se fomentan la desilusión y la desesperanza.

José Carlos Gª Fajardo

SIDA II. Prejuicios: Los enfermos del Tercer mundo no saben cuidarse

Continuamos denunciando algunos prejuicios que, sobre todo en Occidente, tanto daño hacen en la lucha contra la epidemia del SIDA. Porque la ignornacia a veces se viste de profeta y destruye no sólo las vidas de los enfermos y de sus familiares sino que hace de un servicio profesional y social un esfuerzo sobrehumano para tantos voluntarios sociales comprometidos en esa lucha que no puede tener cuartel.
José Carlos Gª Fajardo

Dicen que los enfermos del tercer mundo no saben cuidarse

En un interesante reportaje Tina Rosenberg aborda este prejuicio nacido de la prepotencia occidental: los pobres no saben cuidarse. Fue Andrew Natsios, director de la Agencia norteamericana para el desarrollo internacional (USAID) quien en 2001 había declarado al Boston Globe que los africanos son incapaces de seguir un tratamiento médico porque carecen de ‘la noción occidental del tiempo’. El tiempo. En África me dijo con ironía un anciano durante mi año sabático en 20 países de África subsahariana: ‘¡Qué manía tienen los blancos con que los africanos perdemos el tiempo! ¡Pero si el tiempo no existe! ¡Lo vamos haciendo según lo necesitamos!’ Aparte de esta broma, Médicos sin Fronteras ha demostrado que lo pacientes africanos toman adecuadamente sus medicamentos si se les sabe explicar, mejor que los norteamericanos, dicen, de los cuales las estadísticas denuncian que un 70% no los toman a las horas indicadas.
En una clínica de Malawi administrada por MSF, cuenta Tina Rosenberg, sólo 4 pacientes de 800 fueron negligentes. En otro hospital de MSF en las afueras de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, cerca del 90 de los pacientes toman con regularidad sus medicamentos. Otros estudios demuestran que en Camerún el índice de fidelidad alcanza el 99% y en Uganda el 97%. Las estadísticas o sirven para todos o las retiramos. En Haití, en los centros médicos atendidos por Partners In Health cerca del 100% de los pacientes toman sus medicamentos a las horas prescritas.
En África y en otros países del mal llamado Tercer Mundo, es inconcebible que un paciente sea abandonado en un hospital por su familia. Estos vivirán como puedan en los jardines del centro o en las terrazas o en donde sea pero jamás dejan solo al enfermo. Es inimaginable en sus culturas. En Europa lo vemos con las familias gitanas cuando acuden a los centros de la SS y no pocos blanquitos los miran con un cierto desdén. Los médicos y el personal sanitario se apoyan en estos familiares para no pocas tareas a las cuales ellos non alcanzan. Estos familiares también ayudan a que los pacientes sigan las prescripciones. Es mi experiencia contrastada en más de una década trabajando con enfermos en hospitales de África y de Latinoamérica. Es necios destrozar estos mitos tan peligrosos como falsos y aprender en nuestras sociedades estresadas lo que significa la gran familia, y los valores impresionantes que conserva.
(En muchos lugares del mundo por grande famille se entiende no sólo a padres e hijos, sino a hermanos, primos, abuelos y parientes en general. Es interesante saber que en no pocas lenguas africanas no existe un término para la palabra tío, se le considera grand frère o grande mère.)
En el tema del Sida, todavía incide más la circunstancia de que muchos pacientes han conocido otros casos en sus propias familias, vecinos y amigos. Los jóvenes europeos o americanos seropositivos no siempre han asistido al proceso de enfermedad y muerte en su propio ambiente, y carecen de esa experiencia.
Por último, en general, los medicamentos retrovirales en África cada vez más se administran como genéricos y aquí es posible hacer comprimidos con varias substancias y moléculas en un coktail que permite tomar las dosis en dos comprimidos: uno al amanecer y otro a la puesta de sol. No es tan difícil de recordar.

José Carlos Gª Fajardo

No todo servicio es voluntariado social

Ante el comienzo de curso, muchos estudiantes acuden a las sedes de ONG de servicios sociales para ofrecer su colaboración. Nunca agradeceremos los suficiente al Rector Gustavo Villapalos su impulso para que en los sobres de matrícula de la UCM, los estudiantes recibieran dos impresoos. en uno se decía: ¿Te interesan los demás? ¿Quieres echar una mano? y en otro ¿Padeces alguna discapacitación física? ¿Necesitas ayuda? Entonces se cubre ese impreso con los datos de domicilio, campus, facultad y horario. Se cruzan las respuestas y así lleva en masrcha un servicio que más que cuadruplicó la presencia en las aulas de estudiantes discapacitados pero inteligentes que antes tenían que acogerese a la enseñanza a distancia. Los siguientes rectores lo apoyaron e incrementaron hasta el punto de que hoy la UCM cuenta con una Oficina de Ayuda al Estudiante Discapacitado realmente prometedora pero que siempre tendrá que contar co la impagable ayuda de los voluntarios sociales. Hay cosas, maneras y modos, que no s eimprovisan y que nunca podrá aportar una oficina por eficaz aque sea su personal. Es una cuestión del cómo, del corazón organizado por la razón que se pone al servicio y estímulo del marginado. De ahí la inteligente colaboración entre ambas instituciones la Universidad y las ONG.
Por eso, en estos tiempos der generosidad y de compromiso que aportan un rotundo mentís al egoísmo de los jóvenes, a su presunto pasotismo y a su desinterés por las actividades sociales, es bueno aclarar conceptos. Porque mi experiencia y la de muchos responsables de organizaciones sociales es que : a un joven, si le pides poco no te da nada; pero si le pides mucho lo da todo.

Características del voluntario

Las tomamos de la Carta Europea para los Voluntarios y de la Declaración Universal sobre Voluntariado aprobadas en el Congreso Mundial de París, de 1990:
La gratuidad, pues es la donación de sí mismo y la conciencia de ser para los demás lo que sostiene su concepción de la vida.
La continuidad, ya que no se pueden crear necesidades en aquellas personas que no estemos dispuestos a seguir ayudando.
La preferencia vocacional del voluntario, ya que uno hace mejor aquello que le gusta y para lo que está más preparado.
La responsabilidad personal sostenida por su equipo que desarrolla el proyecto de la Organización con la que trabaja.
El conocimiento, respeto y valoración de las diferentes personas o pueblos que pueda encontrarse en la realización de su tarea.
De ahí, que nada esté más lejos de un auténtico voluntariado social que:
El intrusismo, ya que el voluntario no invade el terreno profesional sino que colabora con los técnicos en tareas que no podrían llevarse a cabo puesto que se trata de un modo de actuar que no se encuentra en el mercado laboral.
El militantismo, por digna y respetable que sea la ideología o creencia que lo informa ya sea política, religiosa o cultural; aunque cada uno tenga sus opciones personales no tiene derecho a imponerlas en su actividad como voluntario social.
El diletantismo de los que se acercan por veleidad o por capricho y se sirven de los demás como si fueran objetos de su curiosidad o para experimentación: es preciso un compromiso serio y formal para cumplir funciones y tareas concretas dentro de proyectos previamente programados en común.
El asistencialismo, porque el voluntario quiere desarrollar en las personas y en los grupos capacidades personales que les lleven a la autonomía y no a la dependencia. Aunque reconozcamos en muchas acciones voluntarias un componente asistencial que palia necesidades urgentes y prepara una actuación más prolongada que propicie la autonomía del sujeto.
Ni la compasión ni la limosna, por valiosas y excelsas que éstas sean en sí mismas, ya que superan la relación de alteridad para insertarse en la más profunda reciprocidad.
El voluntarismo, ya que el voluntariado sabe asumir sus límites y no confunde la realidad con las buenas intenciones; hay que dejar bien claro que en la organización del trabajo voluntario hay que diseñar programas realistas y factibles pues de otra forma se fomentan la desilusión y la desesperanza.

José Carlos Gª Fajardo

A vueltas con el voluntariado social

(En un texto en este blog de hace unos días se suscitó un interesante debate debido a un post de Virginia que, evidentemente, no comparto. No la conozco pero pudo expresar su opinión libremente, así como otros visitantes con sus post. Esta es la gracia de los blogs. Para que no quede la menor duda de cómo piensa el dueño de este blog voy a ir poniendo algunos textos mios, aunque habiendo escrito Manual del voluntario, ed 7ª, no creí que hubiera dudas. Quizás Marlasca no me entendió bien o mi texto era confuso. Pero es bueno recordar)
Necesitamos muchos voluntarios sociales
Las asociaciones humanitarias no pueden ser “sucedáneos” para paliar las injusticias que es preciso subsanar en sus estructuras. Los voluntarios tienen que reconocer cuanto de bueno, de justo y de eficaz se ha hecho hasta ahora en los campos de la beneficencia, de la solidaridad, de la justicia y de la caridad por movimientos que han sembrado la historia de ejemplos impresionantes de entrega de sí mismos y de la creación de obras que testimonian la ejemplaridad de su conducta.
El trabajo de los voluntarios sociales no puede ser una “moda” para suplir la falta de convocatoria desde otras instancias políticas, sociales, o religiosas, ni para encubrir los errores, las injusticias y la explotación de los pobres por parte de los ricos, de los pueblos empobrecidos del Sur por los intereses económicos del Norte.
El voluntariado es un fenómeno sociológico que nace de una exigencia contra toda forma de discriminación y marginación por causa de raza, sexo, creencias, cultura, situación económica, edad o ideas políticas participando en algún proyecto de solidaridad dentro de alguna organización humanitaria de experiencia contrastada.
Es posible comprometerse ante el testimonio de personas corrientes que saben arañar unas horas de su tiempo para servir a los demás, sobre todo a los más necesitados, aquí "a la vuelta de la esquina", en nuestro entorno.
Las asociaciones humanitarias que han asumido su responsabilidad al servicio de los más débiles, no pueden erigirse en protagonistas de la acción social sino como cooperadores en esta tarea que nos compete a todos. Ni cabe un Estado providencia con pretensiones de regularlo todo ni es imaginable una sociedad utópica que camine al margen de las instituciones públicas con grupos de presión que trastornen el orden social querido por los ciudadanos.
(Existen asociaciones que desarrollan proyectos sostenidos por voluntarios sociales que quieren trabajar con los más necesitados: desde ancianos hasta niños, desde enfermos terminales hasta reclusos, desde inmigrantes hasta presos, desde drogadictos hasta enfermos de sida, desde los que padecen algún tipo de discapacidad hasta los que la sociedad margina en cualquiera de sus formas.)
Los mueve una solidaridad auténtica que trabaja en busca de la justicia y de la concordia, con plena gratuidad, sin buscar nada a cambio ni imponer ningún modelo de desarrollo o concepción de vida alguna que pueda desarraigarlos de sus tradiciones y de sus señas de identidad. Es la persona humana, en su comunidad y en su ambiente, lo que los mueve a servirles en su desarrollo personal y auténtico, integral y equilibrado.
José Carlos Gª Fajardo

¿Por qué ser voluntario social?

(Continuo con el tema que desencadenó un post en este blog. Creo que vale la pena intercambiar informaciones, experiencias y análisis transparentes. Lo demás, el
dicen, el parece ser o el yocreísmo no parecen muy serios.
Nesemu)

¿Por qué ser voluntario social?

El auge del voluntariado social es uno de los síntomas de una transformación ante unos modelos de vida injustos. Los datos de la ciencia, la experiencia de la peripecia de los pueblos, el creciente diálogo intercultural están presentes gracias al desarrollo de las comunicaciones que nos permiten ser testigos del ocaso de unos modelos de desarrollo que, junto al mito del progreso ilimitado, han llegado a un punto de saturación sin retorno porque ha alcanzado el techo de su contradicción.
Ignorarlo es no saber escrutar los signos de los tiempos, y silenciarlo es convertirse en cómplices. Algo no va bien cuando la vida se transforma en espera, muchas veces sin esperanza. Lo malo es cuando no se actúa por temor a equivocarse o por creerse incapaz de hacer algo por los demás. Durante mucho tiempo nos han presentado como personas extraordinarias a aquellas que supieron ayudar a otros. Son seres como nosotros que supieron descubrir la radical indigencia de toda criatura y comprendieron que, en el reconocimiento de la propia debilidad, están las raíces de la auténtica fortaleza. Un día comprendemos que nos agobiábamos por problemas que dejaban de serlo ante las desgracias que se descubren cuando nos asomamos a los umbrales de la marginación. Uno se pasma de haber pasado tantos años junto al dolor y junto a la soledad de los que estaban ahí, a la vuelta de la esquina.
La gota que se sabe océano tiene una actitud radicalmente distinta a las de las gentes manipuladas por el consumismo, la inseguridad y el miedo. No hay que calentarse la cabeza buscando ocasiones extraordinarias para hacer cosas grandes que quizá nunca lleguen.
No existen límites de edad, de sexo o de condición social para practicar la solidaridad. Lo que importa es echarse a andar y sentir la pasión por la justicia.
Residencias de ancianos, hospitales, hogares para niños, hogares de discapacitados, clínicas psiquiátricas, comedores para transeúntes y personas sin hogar... es inmensa la lista de posibilidades. Sólo hay que animarse y se da uno cuenta que es más fácil de lo que suponíamos. Nunca es tarde para comenzar porque hoy es siempre, todavía. Siempre se pueden sacar dos horas a la semana para ayudar a los demás. Así podremos ser fieles a esa cita con lo mejor de nosotros mismos: el que nos necesita y se agarra a la mano que le tendemos, abierta y frágil, pero generosa.

José Carlos Gª Fajardo

A vueltas con el voluntariado social

(En un texto en este blog de hace unos días se suscitó un interesante debate debido a un post de Virginia que, evidentemente, no comparto. No la conozco pero pudo expresar su opinión libremente, así como otros visitantes con sus post. Esta es la gracia de los blogs. Para que no quede la menor duda de cómo piensa el dueño de este blog voy a ir poniendo algunos textos mios, aunque habiendo escrito Manual del voluntario, ed 7ª, no creí que hubiera dudas. Quizás Marlasca no me entendió bien o mi texto era confuso. Pero es bueno recordar)
Necesitamos muchos voluntarios sociales
Las asociaciones humanitarias no pueden ser “sucedáneos” para paliar las injusticias que es preciso subsanar en sus estructuras. Los voluntarios tienen que reconocer cuanto de bueno, de justo y de eficaz se ha hecho hasta ahora en los campos de la beneficencia, de la solidaridad, de la justicia y de la caridad por movimientos que han sembrado la historia de ejemplos impresionantes de entrega de sí mismos y de la creación de obras que testimonian la ejemplaridad de su conducta.
El trabajo de los voluntarios sociales no puede ser una “moda” para suplir la falta de convocatoria desde otras instancias políticas, sociales, o religiosas, ni para encubrir los errores, las injusticias y la explotación de los pobres por parte de los ricos, de los pueblos empobrecidos del Sur por los intereses económicos del Norte.
El voluntariado es un fenómeno sociológico que nace de una exigencia contra toda forma de discriminación y marginación por causa de raza, sexo, creencias, cultura, situación económica, edad o ideas políticas participando en algún proyecto de solidaridad dentro de alguna organización humanitaria de experiencia contrastada.
Es posible comprometerse ante el testimonio de personas corrientes que saben arañar unas horas de su tiempo para servir a los demás, sobre todo a los más necesitados, aquí "a la vuelta de la esquina", en nuestro entorno.
Las asociaciones humanitarias que han asumido su responsabilidad al servicio de los más débiles, no pueden erigirse en protagonistas de la acción social sino como cooperadores en esta tarea que nos compete a todos. Ni cabe un Estado providencia con pretensiones de regularlo todo ni es imaginable una sociedad utópica que camine al margen de las instituciones públicas con grupos de presión que trastornen el orden social querido por los ciudadanos.
(Existen asociaciones que desarrollan proyectos sostenidos por voluntarios sociales que quieren trabajar con los más necesitados: desde ancianos hasta niños, desde enfermos terminales hasta reclusos, desde inmigrantes hasta presos, desde drogadictos hasta enfermos de sida, desde los que padecen algún tipo de discapacidad hasta los que la sociedad margina en cualquiera de sus formas.)
Los mueve una solidaridad auténtica que trabaja en busca de la justicia y de la concordia, con plena gratuidad, sin buscar nada a cambio ni imponer ningún modelo de desarrollo o concepción de vida alguna que pueda desarraigarlos de sus tradiciones y de sus señas de identidad. Es la persona humana, en su comunidad y en su ambiente, lo que los mueve a servirles en su desarrollo personal y auténtico, integral y equilibrado.
José Carlos Gª Fajardo

A vueltas con el voluntariado social

(En un texto en este blog de hace unos días se suscitó un interesante debate debido a un post de Virginia que, evidentemente, no comparto. No la conozco pero pudo expresar su opinión libremente, así como otros visitantes con sus post. Esta es la gracia de los blogs. Para que no quede la menor duda de cómo piensa el dueño de este blog voy a ir poniendo algunos textos mios, aunque habiendo escrito Manual del voluntario, ed 7ª, no creí que hubiera dudas. Quizás Marlasca no me entendió bien o mi texto era confuso. Pero es bueno recordar)
Necesitamos muchos voluntarios sociales
Las asociaciones humanitarias no pueden ser “sucedáneos” para paliar las injusticias que es preciso subsanar en sus estructuras. Los voluntarios tienen que reconocer cuanto de bueno, de justo y de eficaz se ha hecho hasta ahora en los campos de la beneficencia, de la solidaridad, de la justicia y de la caridad por movimientos que han sembrado la historia de ejemplos impresionantes de entrega de sí mismos y de la creación de obras que testimonian la ejemplaridad de su conducta.
El trabajo de los voluntarios sociales no puede ser una “moda” para suplir la falta de convocatoria desde otras instancias políticas, sociales, o religiosas, ni para encubrir los errores, las injusticias y la explotación de los pobres por parte de los ricos, de los pueblos empobrecidos del Sur por los intereses económicos del Norte.
El voluntariado es un fenómeno sociológico que nace de una exigencia contra toda forma de discriminación y marginación por causa de raza, sexo, creencias, cultura, situación económica, edad o ideas políticas participando en algún proyecto de solidaridad dentro de alguna organización humanitaria de experiencia contrastada.
Es posible comprometerse ante el testimonio de personas corrientes que saben arañar unas horas de su tiempo para servir a los demás, sobre todo a los más necesitados, aquí "a la vuelta de la esquina", en nuestro entorno.
Las asociaciones humanitarias que han asumido su responsabilidad al servicio de los más débiles, no pueden erigirse en protagonistas de la acción social sino como cooperadores en esta tarea que nos compete a todos. Ni cabe un Estado providencia con pretensiones de regularlo todo ni es imaginable una sociedad utópica que camine al margen de las instituciones públicas con grupos de presión que trastornen el orden social querido por los ciudadanos.
(Existen asociaciones que desarrollan proyectos sostenidos por voluntarios sociales que quieren trabajar con los más necesitados: desde ancianos hasta niños, desde enfermos terminales hasta reclusos, desde inmigrantes hasta presos, desde drogadictos hasta enfermos de sida, desde los que padecen algún tipo de discapacidad hasta los que la sociedad margina en cualquiera de sus formas.)
Los mueve una solidaridad auténtica que trabaja en busca de la justicia y de la concordia, con plena gratuidad, sin buscar nada a cambio ni imponer ningún modelo de desarrollo o concepción de vida alguna que pueda desarraigarlos de sus tradiciones y de sus señas de identidad. Es la persona humana, en su comunidad y en su ambiente, lo que los mueve a servirles en su desarrollo personal y auténtico, integral y equilibrado.
José Carlos Gª Fajardo