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J. C. García Fajardo

Nuevo colonialismo: EEUU y UE fichan a los universitarios más capacitados en el Sur

"África debería proponer a las Naciones Unidas que los países occidentales paguen impuestos por la emigración de africanos cualificados. Si no, el presupuesto de educación del continente sería un suplemento del europeo", comenta Emeagwali científico nigeriano asentado en EEUU.Esta semana, la Unión Europea ha propuesto una directiva que pretende facilitar la entrada de estos cerebros inmigrantes para salvar los futuros problemas que la economía europea tendrá que afrontar. La propuesta legislativa se llama tarjeta azul y obliga a los países a ofrecer buenos sueldos (al menos tres veces el salario mínimo del país de origen). Los trabajadores serán admitidos en menos de 30 días, hasta 60 en casos extraordinarios, y a sus consortes se les concederá automáticamente un permiso de trabajo. Los portadores de la tarjeta azul podrán además trabajar en cualquier país de la UE una vez que hayan pasado dos años desde su contratación. Europa conseguiría así su objetivo de pagar con la aportación de inmigrantes jóvenes las pensiones de una población envejecida.En el trabajo “¿Fichaje de inmigrantes o fuga de cerebros?”, publicado en El País, se denuncia estos contratos de jóvenes universitarios cualificados como si fueran futbolistas. Pero muchos países en vías de desarrollo acusan a Occidente de promover la fuga de cerebros y ejercer una nueva suerte de colonialismo explotando ahora los recursos humanos más capacitados. Cada año, miles de profesionales especializados -ingenieros, economistas, informáticos, médicos, investigadores- abandonan los países del Sur, seducidos por las mejores oportunidades laborales, los altos salarios y unas condiciones de vida más atractivas. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la huida de capital humano ha ido a más con el paso de los años. En el caso de África, más 20.000 personas cualificadas abandonan el continente cada año. El 35% de los que se fueron, nunca regresaron.Philip Emeagwali, ganador del Gordon Bell, algo así como el Nobel en computación, considera que el trabajo de los científicos, académicos e intelectuales africanos es indispensable. "Los que consigan la tarjeta azul serán los que lideren la lucha contra el sida", asegura. "Hasta que los hombres de ideas, los verdaderos senadores de África, no vuelvan a casa, el renacimiento africano y la lucha contra la pobreza serán sólo lemas vacíos. Si no se incrementa el capital del continente, África seguirá siendo irrelevante en el siglo XXI y más allá del mismo", afirma.Pero, el mismo Emeagwali, es uno de los que no se plantean el regreso a Nigeria porque eso les impediría seguir investigando. Otros, como el ingeniero indio V.S Mani, residente en Nueva York desde los años 80, porque están tan adaptados a la vida occidental que el regreso sólo les supone un paso hacia atrás. Mientras que el biólogo mexicano Siro Rico, investigador en Madrid, sostiene que la ciencia es internacional y que no deberían de existir fronteras para sus logros. . Unos 20 millones de indios viven en el extranjero. La riqueza que generan es igual al 35% del producto interior bruto del país que les educó, pero de todo ese caudal no se beneficia India. El gobierno indio intenta que participen en el boom económico del país. "La gente más capacitada se educa con dinero público y se van a aplicar sus conocimientos a otro país", explica Rupa Chanda, directora del Instituto Indio de Dirección, en Bangalore, una especie de Silicon Valley indio que pretende crear las condiciones adecuadas para que sus cerebros regresen. Como está haciendo China con enorme éxito.Chanda señala que son las instituciones públicas y las zonas rurales las que más sufren las consecuencias de la huida de sus técnicos y científicos estrella, sobre todo con la contratación de médicos. "Las zonas más pobres son las que quedan más desprotegidas", comenta. Chanda, que tras estudiar en Harvard regresó a India, hace autocrítica y subraya la necesidad de que su país siembre el campo para que los nuevos investigadores quieran quedarse. "No sólo es cuestión de dinero. Hay que crear condiciones para que tengan calidad de vida. La gente tiene que sentirse a gusto en sus trabajos", concluye. Aún así, el caso de India quizá sea uno de los que mejor ejemplifica las tesis de quienes defienden la contratación de inmigrantes cualificados. No sólo por el hecho de que muchos de ellos estén regresando, sino porque durante los últimos años los inmigrantes han enviado en remesas millones de dólares. El actual crecimiento de la economía india debe mucho a los emigrantes que salieron entre los años 60 y 70. Muchos de ellos han conseguido contratos millonarios para India y han ayudado a construir escuelas en las que se forman los prestigiosos técnicos del país reclamados por las empresas occidentales. Recordemos que las remesas de dinero de los emigrantes, cualificados y los que no lo son, a sus países se acercó a 200.000 millones de dólares en todo el planeta.      

4 comentarios

Pablinator -

Perdonad el ejemplo, pero esto es como con los pezqueñines; si comes crías de peces no llegan a grandes, si sacas de sus países a las personas que los pueden hacer grandes, seguirán siendo regiones desfavorecidas.
Si seguimos con los peces, esto es la pescadilla que se muerde la cola. Un abrazo maestro

Ceci -

Sin duda una nueva forma de colonialismo, de expolio de aquello de lo que carecemos (petróleo, patentes, cerebros...). A mi, personalmente, no deja de molestarme que continuemos poniendo “filtros” (en forma de tarjeta azul o de permiso de trabajo) a algo tan natural y maravilloso como el ir y venir de gentes y culturas; que solo seamos capaces de analizar los movimientos migratorios en clave de empleo, de impacto económico o de investigación y desarrollo. ¿Qué por qué hablo ahora de inmigración? Porque me irrita que “los elegidos”, aquellos que nos ofrecen algo “de valor” a cambio (entendiendo como valioso el trabajo, el conocimiento profesional, el capital financiero...) entren por la puerta principal mientras que, a aquellos que no son valorados por esta sociedad (la cual parece tener su escala de valores al revés) y que entran en pateras en condición de “ilegales”, se les dé con la puerta en las narices o se les aloje en la caseta del servicio. ¿No es irónico? Contratos millonarios para los cerebros privilegiados (elite intelectual de los países del Tercer Mundo) y billete de vuelta (pagado, eso sí) para los “sin papeles”.
No pondré en duda que es necesario cierto control de la inmigración (porque carezco de conocimientos para ello) ni lo beneficioso del intercambio de estudiantes o profesionales a nivel internacional pero, tampoco aprobaré unas reglas del juego que castigan al que no tiene voz y cuya única herramienta de presión es formar parte de un movimiento migratorio masivo hacia el norte mientras que, esas mismas normas tienden la alfombra roja a otras personas que proceden del mismo lugar. Una vez más diferenciamos entre ciudadanos de primera y de segunda.
Conclusión: ¿Tarjeta azul? Sí, claro, o roja o verde... pero para todo aquel que quiera o demande una oportunidad, sin tener que demostrar antes “su valor”. ¿Pensamiento éste excesivamente idealista y por ello alejado de la realidad que nos rodea? Puede ser, aunque me niego a renunciar a él y dejar de ver a las personas simplemente como lo que son: Personas.

Ceci

(Cecilia García, antigua alumna suya y antigua seguidora de su blog. Había abandonado la buena costumbre de leer y comentar sus artículos en la red ya que me había distanciado de este medio aunque de nuevo la reanudo)

www.variedades-moni.blogspot.com

pau -

¿Recuerdas los tiempos en que aquí se hablaba de la fuga de cerebros?
En todos los sitios ocurre lo mismo. En España los médicos bien formados se van al resto de Europa, están buscadísimos, y tú, como profesor universitario debes saber lo que cuesta formar a uno de ellos.
Las universidades africanas están financiadas por los países europeos o por la ONU, eso es bueno, y más sabiendo que la mayoría de sus licenciados lo son por universidaes europeas. India es otro problema y debe resolverlo ella solita dándoles buenos medios y sueldos.
Propones un impuesto para pagar la educación de todos esos inmigrantes licenciados en una sociedad liberal. ¿Cuál es la solución? ¿Pagarles menos de lo normal para que con la diferencia poder pagar su educación? Esta es una solución. Los médicos sudamericanos que trabajan en España cobran sueldos inferiores que los españoles. No por sudamericanos sino por su falta de práctica médica, la que consiguen aquí. Por tanto: menores sueldos y además el pago de un impuesto... seguro que la cosa no funcionaría.
No olvidemos que los grandes profesionales, becados en París, Londres, Boston... españoles cuando eran jóvenes, son los que ahora enseñan y dan el prestigio que tenemos.
Es bueno que los profesionales africanos vengan, aprendan, trabajen y ganen dinero. Muchos se quedarán pero dejarán en su país un regusto, otros volverán y enseñarán como ocurrió aquí.
Un saludo.

Rocío Romero Molina -

Considero que es importante la tarjeta azul tanto para Occidente como para los cerebros inmigrantes.

A nosotros nos puede servir para salvar parte de nuestra economía y seguir en el progreso. A ellos puede servirles para investigar y aprender nuevas técnicas que ayuden a salir de la pobreza a sus países. Sólo ellos pueden sacar de la pobreza a sus países. Porque el mundo desarrollado persigue sus propios beneficios y no tiene en cuenta nada para conseguirlo, por ello impide el avance de los demás pueblos. Y aunque el mundo subdesarrollado reciba muchas ayudas económicas de los países ricos , éstas no sirven de nada porque son momentáneas. Lo más importante son los proyectos como por ejemplo: crear escuelas, pozos, arreglar la tierra para que dé fruto …

Es primordial que los cerebros fugados regresen a sus países de origen para poner lo aprendido en marcha e iniciar su propio desarrollo.

Y en cuanto a nuestras economías podían dar una oportunidad a los inmigrantes no cualificados para sufragar la vuelta de los cerebros a sus países.

Rocío Romero.