Blogia
J. C. García Fajardo

La mitad del Cielo

Por cada mujer fuerte cansada de aparentar debilidad, hay un hombre débil cansado de parecer fuerte. Así comienza un texto anónimo sobre el protagonismo de las mujeres en las sociedades modernas. Algunos piensan que tratar sobre este tema no es políticamente correcto. Insisten los políticos en dirigirse a los trabajadores y trabajadoras, a ciudadanos y ciudadanas. Llegando al disparate de una diputada socialista que les llamó estudiantes y estudiantas. Existe un género, el epiceno, que sirve para referirse a personas de distinto género. Pero algunas/os se empeñan en pretender rescribir la historia, comenzando por la Biblia, buscándole esposa a Yahvé, o rezando “Madre nuestra que estás en los cielos”. No olvidemos a los que ahora utilizan en sus cartas y mensajes el signo arroba @ para dirigirse a unos y a otras.
Una cosa es reconocer el derecho que tienen las mujeres a las mismas oportunidades que los hombres en formación, puestos de trabajo sin discriminación en las retribuciones ni en las condiciones laborales, puestos de responsabilidad y otra es pretender ignorar las realidades sociales, naturales y aún de estilo que en nada menoscaban el reconocimiento y defensa de esos derechos indiscutibles, inalienables e irrenunciables porque son derechos fundamentales. Y estos no pueden admitir privilegios ni discriminaciones de ningún tipo, tampoco las denominadas discriminaciones positivas. ¿Cree alguien que, una vez que hayan alcanzado los puestos que les corresponden en nuestras sociedades, van a admitir similares discriminaciones positivas en beneficio de los hombres cuando estos sean minoría en algunos puestos de trabajo? Tenemos el ejemplo de las universidades en los países de la Unión Europea. En muchas facultades ya es superior el número de mujeres. En las mayorías de las redacciones periodísticas las mujeres ya superan a los hombres. Cierto que todavía no han alcanzado la paridad en los puestos directivos pero felizmente es cosa de poco tiempo. En los países del norte de Europa ya es un hecho y a nadie le causa la menor extrañeza.
En mis años de vida universitaria había pocas chicas, excepto en Farmacia y en Filosofía, al igual que en los puestos de trabajo, pero algunas se empeñaban en vestir traje de chaqueta gris y a rayas, camisa de color liso, zapato plano y pelo corto. Hoy nos parece ridículo confundir la lucha feminista con aquel mimetismo que confirmaba los prejuicios machistas.
Pero todavía hay algunas mujeres que se empeñan en hablar como los hombres, vestirse sin la menor gracia ni estilo, imitarles en ademanes y expresiones que las vulgarizan buscando la igualdad por abajo y no la excelencia, el buen gusto y el sentido común que nos distingue felizmente a unos de otros. Si hay algo a lo que las mujeres no podrán renunciar y que los hombres, por mucho que se empeñen algunos, no conseguirán más que en una burda parodia es a la feminidad, todo lo relacionado con la maternidad y ese no se qué admirable que distinguirán siempre a un hombre de una mujer sin menoscabo de ningún derecho.
Estas frases me hicieron reflexionar y ratificarme en la convicción de que la educación, las buenas maneras, el buen gusto y el estilo son valores propios de cada sociedad y que ignorarlos o despreciarlos quizás no muestren sino una debilidad de carácter. Hace muchos años escuché que una señora elegante es la que no recuerdas cómo iba vestida, y que un caballero lo es sin tener que hablar de ello. Qué lejos queda de este culto a lo joven, a lo cutre, a lo arrugado, al mal gusto y a ese diz que vestirse cuando en realidad se trata de una serie de artimañas para disfrazarse porque no se gustan como son, y muchos ni siquiera saben como quisieran ser.
Por cada mujer cansada de tener que actuar como una tonta, hay un hombre agobiado por tener que aparentar saberlo todo. Por  cada mujer cansada de ser calificada como “hembra emocional”, hay un hombre a quien se le ha negado el derecho a llorar y a ser “delicado”. Por cada mujer catalogada como poco femenina cuando compite, hay un hombre obligado a competir para que no se dude de su masculinidad. Por cada mujer cansada de ser un objeto sexual, hay un hombre preocupado por su potencia sexual.
Por cada mujer que no ha tenido acceso a un trabajo o a un salario satisfactorio, hay un hombre que debe asumir la responsabilidad económica de otro ser humano. Por cada mujer que desconoce los mecanismos del automóvil, hay un hombre que no ha aprendido los secretos del arte de cocinar. Por cada mujer que da un paso hacia su propia liberación, hay un hombre que redescubre el camino hacia la libertad.
La Humanidad posee dos alas: una es la mujer, la otra es el hombre. Hasta que las dos alas no estén igualmente desarrolladas, la humanidad no podrá volar. Necesitamos una nueva humanidad. “Ahora más que nunca, la causa de la mujer es la causa de toda la Humanidad”, escribió Boutros Ghali, antiguo Secretario General de la ONU. Los chinos llama a la mujer “la mitad del Cielo”, que obviamente no es idéntica a la otra mitad.
 
José Carlos Gª Fajardo

4 comentarios

Luna -

No tengo ningún interés en fundirme con mi pareja,no quiero ser la mitad de nadie.
Soy una y quiero seguir siendo una.

Bealma -

Estoy de acuerdo en que hasta que el desarrollo del hombre y la mujer no estén en el mismo plano no se podrá echar a volar.

Pero, si he entendido bien, no estoy exactamente de acuerdo en lo que usted escribe. Creo que habla de complementación para ser uno. Algo así como el ying y el yang. Yo creo que el ying y el yang debe de estar dentro de cada individuo, es decir, que estoy en contra de los roles "masculino" y "femenino".

En concreto me refiero a esto que ha escrito:

"Hace muchos años escuché que una señora elegante es la que no recuerdas cómo iba vestida, y que un caballero lo es sin tener que hablar de ello. Qué lejos queda de este culto a lo joven, a lo cutre, a lo arrugado, al mal gusto y a ese diz que vestirse cuando en realidad se trata de una serie de artimañas para disfrazarse porque no se gustan como son, y muchos ni siquiera saben como quisieran ser."

Completamente de acuerdo con lo del "disfraz" (en algunos casos no). Pero igual que lo de fuera es un disfraz, la persona se lleva por dentro. Y lo de señora=vestimenta, caballero=actitud... no me gusta nada, lo cambiaria por persona=humana. Nada de 2 alas, sino un sólo pájaro.

No se sí me habré explicado bien...

Luna -

Buenas noches: llevo meses leyendo su página, es muy interesante.
El tema expuesto me compete por ser mujer y trabajadora.
Es dificil llegar a ciertos puestos y cargos en el trabajo y es una de las razones de la baja tasa de natalidad, nos toca elegir por la dificultad de compatibilizar ambas cosas.
Tampoco es justo cargar la responsabilidad familiar sobre los hombros de una sóla persona - el hombre - Lo mejor es compartir.
Estoy de acuerdo en todo lo demás, exceptuando en le concepto de los chinos y las mujeres.
Gracias por permitirme participar.

Charles Michaelson -

Gracias. Hemos esperado a que alguien le diera forma a esas ideas.