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J. C. García Fajardo

Existen esclavos, aunque en Mauritania se promulgó una Ley para castigar a sus dueños

Mauritania castigará por primera vez a los dueños de esclavos, a pesar de estar la esclavitud abolida desde 1981. En su crónica, I. Cembrero escribe que no llevan cadenas, ni están marcados al rojo vivo, ni tampoco son subastados en mercados públicos, pero son esclavos en pleno siglo XXI. En Mauritania, a tan sólo 300 kilómetros de Canarias en línea recta, son miles los que siguen sometidos a la esclavitud. Una ley votada por la Asamblea Nacional esta semana penaliza, por primera vez, a los que mantienen esclavos a su servicio. La esclavitud quedó teóricamente abolida en 1981, pero ninguna ley criminalizó su práctica. La impunidad facilitó su persistencia sobre todo en zonas rurales. La gran mayoría de los esclavos son mauritanos negros y sus "propietarios" son árabes blancos.

Quienes ya éramos viajeros y periodistas hace algunos años recordamos la naturalidad con se vivía esa forma de “esclavitud”. En “Encenderé un fuego para ti. Viaje al corazón de los pueblos de África”, cuento la naturalidad con la que, en las tiendas del  magistrado Abbey Bazou Alhou, Director General de la Integración, en el Gobierno de Níger, se vivía esta relación amo-serviteur à vie. Pero sobre todo, él era Jeque de los imanam, uno de los pueblos con más prestigio entre los tuaregs. (Nada de tribus, término inventado por los colonizadores). Una noche, después de una larga cabalgada sobre dromedarios blancos de enorme alzada, y precedidos y seguidos por tuaregs a su servicio, reposábamos bajo las tiendas instaladas en los patios de su vivienda.  Saqué el tema de la esclavitud que todavía subsistía en amplias zonas del Sahel… “Y de muchos otros pueblos, profesor, pregúntele a Hassan, el Encargado de mi gente a quien ya conoce”. Lo llamó y le preguntó: “Hassan, ¿tú eres libre o esclavo?” “Hassan y todos los suyos pertenecen como servidores de por vida a esta honorable familia”, respondió. El Jeque me dio permiso para preguntarle lo que quisiera y a él que respondiera con “el corazón.

Hassan se llevó la diestra al corazón en ese expresivo gesto en todo el mundo árabo-musulmán y dijo: “Hassan no sabría hablar de otro modo ante un huésped del Jeque de los Imanam”. Y así me contó, sin tomar asiento pero lleno de dignidad con sus manos juntas, que la vida en el desierto es impensable si no se pertenece a una familia, a un clan o a un pueblo concreto. “Cuando los franceses “abolieron” la esclavitud en todo el Sahel que dominaban no comprendieron que nos arrancaban las raíces, que nos llevaría el desierto, que no podríamos subsistir si no éramos de alguien”. ¡Y citó la Biblia, porque temía que yo no recordase las suras en las que se trata de los esclavos en el Islam, cuando Caín fue expulsado, después de matar a Abel, y vagaba por la tierra que se dirigió a Jahwé suplicando que le marcara en la frente “porque sino cualquiera que me encuentre me matará, (porque no soy de nadie), En África, (ni en general, en los pueblos de Oriente, y también en muchos pueblos de Latinoamérica) tú no puedes preguntarle a un niño “cómo te llamas” Te responderá con tu propio nombre, si es que lo ha oído, sino dirá un genérico. La pregunta correcta es “¿tú de quién eres?” De ahí las formas semíticas Ben, Bin, Ibn, Abu etc hijo de, nieto de, del clan de, de la estirpe de.

El caso es que comprendí que, sobre todo entre los pueblos nómadas o seminómadas, que eran la mayoría en Senegal, Malí, Níger, Chad, Burkina Fasso, los antiguos  “esclavos” convertidos al Islam, o respetados en sus creencias privadas, formaban parte de las familias. No podía ser de otra forma con los desplazamientos con aperos, animales y enseres. No recibían un salario o sueldo, concepto casi ignorado en toda la Edad Media europea, participaban de lo que había. Cierto que ha prevalecido la imagen de los esclavos en Oriente, en India, Mesopotamia y en todo el Islam, aparte de Grecia o Roma en la Antigüedad, los mercados, las cadenas, los latigazos, sobre todo después de la terrible esclavitud en los campos de América. Pero, también había “esclavos” que se ocupaban de las finanzas, de la medicina, de la enseñanza de los hijos y que pertenecían al entorno de más confianza del jefe de la familia, o de los mismos Emires y Califas. No olvidemos el origen de la palabra esclavo, “eslavo”, pues hubo un largo tiempo en que procedían del norte de Europa, eran rubios y de ojos azules, blancos de piel y tan preparados que ocuparon puestos de visires. No olvidemos que en ciertas partes de África subsahariana, mientras perduró el patrón plata en Europa, quienes tenían “eslavos” rubios eran los reyes negros de África occidental. Hasta que se impuso la codicia por el oro que había en torno a las Costa del Oro, o de los Esclavos, y se precipitó la hecatombe.

Me he extendido demasiado y lo escrito puede dar lugar a un debate, pero cuidemos de considerando épocas y lugares, situaciones y circunstancias. Quede afirmado, de una vez por todas, que la esclavitud es una de las más grandes y aberrantes miserias, en todas sus formas, que ha habido en la humanidad. Y que todavía, bajo otros nombres y formas, hay centenares de millones de seres humanos que sobreviven y son tratados como a esclavos. Ya no reman bajo el ritmo del tambor y la mirada del cómitre con su rebenque, pero siguen atados a una existencia inhumana; sobre todos las mujeres y los niños de dedos finos para hilar y trabajar en silencio, jornadas de doce horas, siete días a la semana, durmiendo en el suelo y por un cuenco de arroz. A muchas mujeres en las maquilas las obligan a tener un caldero entre las piernas para “no perder tiempo”en ir a orinar. El día que están enfermas, no cobran. Cuando no rinden “lo suficiente” las echan sin indemnización alguna. Muchas de esas “empresas” forman parte de la cadena globalizada del capitalismo salvaje y sin entrañas pero con guarismos en las cuentas bancarias y en las transacciones financieras. Es uno de los resultados de las “deslocalizaciones de industrias” en busca de mano de obra barata, sumisa y productiva, cercana a  las materias primas e inmunes e impunes a toda justicia social. La esclavitud, claro que existe. Ya lo creo que existe, cambiaron el nombre  y la forma pero no la cosa.

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