Blogia
J. C. García Fajardo

"Me llamo Rachel Corrie". No es el Diario de Anna Frank... pero merecía llegar a ser tan famoso

MARIO VARGAS LLOSA escribe hoy en El País un artículo estremecedor que merece ser leído:
Si pasa usted por New York, olvídese de los suntuosos musicales de Broadway y trate de conseguir una entrada en un pequeño teatro cálido y desvencijado, el Minetta Lane Theatre, en la calle del mismo nombre, en la frontera entre Greenwich Village y Soho. Si la consigue y ve la obra que allí se presenta, My Name is Rachel Corrie, descubrirá lo estremecedor que puede ser un espectáculo teatral cuando hunde sus raíces en una problemática de actualidad y, sin prejuicios y con talento y verdad, representa en un escenario una historia que, por noventa minutos, nos instala en el horror contemporáneo a través de una muchacha que, en su corta existencia, jamás pudo soñar que daría tanto que hablar, despertaría tantas polémicas y sería objeto de tanta reverencia y amor, así como de tantas calumnias.
El texto es un monólogo de la protagonista elaborado por Alan Rickman y Katharine Viner a partir de los diarios, cartas a sus padres y amigos y otros escritos personales de Rachel Corrie.
Rachel nació en Olympia, un pueblo del Estado de Washington, y, por lo visto, desde niña se acostumbró a dialogar consigo misma, a través de la escritura, en unos textos que muestran, de manera muy fresca y a ratos risueña, la provinciana vida de una muchacha que llega a la adolescencia, como tantas otras de su generación en los Estados Unidos, llena de desasosiego y confusión, presa de una rebeldía sin norte, un estado de ánimo profundamente insatisfecho, contra su vida privilegiada y el horizonte estrecho, pueblerino, en que discurre...de pronto dé a su vida una orientación, un sentido, algo que la impregne de entusiasmo.
... En la obra,hay un gran paréntesis, aquel periodo que lleva a la jovencita a dar un paso tan audaz como ofrecerse, a comienzos del año 2003, como voluntaria para ir a luchar pacíficamente a la Franja de Gaza contra la demolición, por el Ejército de Israel, de las casas de vecinos emparentados o relacionados con los palestinos acusados de terrorismo.
En el primer momento pensé que Rachel Corrie había ido a trabajar con mi amigo Meir Margalit, uno de los israelíes que más admiro, en su "Comité de Israel contra la demolición de casas", sobre quien he hablado ya en esta columna. Pero, no, Rachel se inscribió en el Movimiento Internacional de Solidaridad, conformado sobre todo por jóvenes británicos, estadounidenses y canadienses, que, en los territorios ocupados, yéndose a vivir en las viviendas amenazadas, tratan de impedir -sin mucho éxito, ni qué decirlo- una acción moral y jurídicamente inaceptable, pues parte del supuesto de una culpa colectiva, de una población civil que debe ser castigada en su conjunto por los crímenes de individuos aislados.
Las cartas que Rachel escribe a padres y amigos desde Rafah, en el Sur de Gaza, revelan una progresiva toma de conciencia de una joven que descubre, compartiéndola, la miseria, el desamparo, el hambre y la sed de una humanidad sin esperanza, arrinconada en viviendas precarias, amenazada de balaceras, de redadas, de expulsión, donde la muerte inminente es la única certidumbre para niños y viejos. Rachel, aunque duerme en el suelo como las familias palestinas que la acogen, y se alimenta con las mismas magras raciones, se avergüenza de los cuidados y cariño que recibe, de lo privilegiada que sigue siendo pues en cualquier momento ella podrá marcharse y salir de esa asfixia, y, en cambio, ellos... Lo que más la aflige es la indiferencia, la inconsciencia de tantos millones de seres humanos, en el mundo entero, que no hacen nada, que ni quieren enterarse de la suerte ignominiosa de este pueblo en el que ella está ahora inmersa.
Era una joven idealista y pura, vacunada contra la ideología y el odio que ella suele engendrar, por la limpieza de sus sentimientos y su generosidad, que se vierten en cada línea de las cartas que dirige a su madre, explicándole cómo, a pesar del sufrimiento que ve a su alrededor -los niños que mueren en las incursiones israelíes, los pozos de agua cegados que dejan en la sed a manzanas enteras, la prohibición de salir a trabajar que va hundiendo en la muerte lenta a miles de personas, el pánico nocturno con las sirenas de los tanques o los vuelos rasantes de los helicópteros- hay de pronto, a su alrededor, en la celebración de un nacimiento, o una boda, o un cumpleaños, un estallido de alegría, que es como un abrirse un cielo de tormenta para que se divise allá, lejísimos, un cielo azul esplendoroso, lleno de sol.
Para cualquier persona no cegada por el fanatismo, el testimonio de Rachel Corrie sobre una de las más grandes injusticias de la historia moderna -la condición de los hombres y mujeres en los campos de refugiados palestinos donde la vida es una pura agonía- es, al mismo tiempo que sobrecogedor, un testimonio de humanidad y de compasión que llega al alma (o como se llame ese residuo de decencia que todos albergamos). Para quienes hemos visto de cerca ese horror, la voz de Rachel Corrie es un cuchillo que nos abre una llaga y la remueve.
El final de la historia ocurre fuera de la obra, con un episodio sobre el que Rachel no tuvo tiempo de testimoniar. El domingo 16 de marzo de 2003, con siete compañeros del Movimiento Internacional de Solidaridad -jóvenes británicos y estadounidenses- Rachel se plantó ante un bulldozer del Ejército israelí que se disponía a derribar la casa de un médico palestino de Rafah. El bulldozer la arrolló, destrozándole el cráneo, las piernas y todos los huesos de la columna. Murió en el taxi que la llevaba al hospital de Rafah. Tenía 23 años.
En la última carta a su madre, Rachel Corrie le había escrito: "Esto tiene que terminar. Tenemos que abandonar todo lo otro y dedicar nuestras vidas a conseguir que esto se termine. No creo que haya nada más urgente. Yo quiero poder bailar, tener amigos y enamorados, y dibujar historietas para mis compañeros. Pero, antes, quiero que esto se termine. Lo que siento se llama incredulidad y horror. Decepción. Me deprime pensar que esta es la realidad básica de nuestro mundo y que, de hecho, todos participamos en lo que ocurre. No fue esto lo que yo quería cuando me trajeron a esta vida. No es esto lo que esperaba la gente de aquí cuando vinieron al mundo. Este no es el mundo en que tú y mi papi querían que yo viviera cuando decidieron tenerme".

 

25 comentarios

Sara Arias -

¿por qué no existen en el mundo más Rachel Corrie ? Opino que sería la soución a todos los problemos que nos hunden.

Teresa Villar -

No vale con reconocer las injusticias, si no que debemos evitar que ocurran.El problema de todas las masacres es que no conseguimos nunca ponernos en el lugar del otro. Nos avergonzamos de nosotros mismos cada vez que intentamos hacerlo porque somos conscientes de que ningún ser humano en su sano juicio podría permitir tales atrocidades.

Emma -

Alguién hizo algo. Una acción heróica que sacudió a una parte de la opinión pública. Apeló a nuestra conciencia, nos hizo estremecernos durante...¿cuánto tiempo? Nuestra conciencia es demasiado fugaz. Nos exaltemos al leer la noticia, pero esa exaltación no perdurará siempre, se irá diluyendo poco a poco. ¿Mereció la pena sacrificar una vida inocente de 23 años? ¿Cuántos estarían dispuestos a ponerse delante de un bulldozzer y pensar "no pasarán"? Porque pasaron; Y seguirán pasando. ¿Cuántas vidas inocentes tienen estar dispuestas a este sacrificio, para que los políticos RESPONSABLES de estas situaciones hagan algo? En parte, somos culpables; estamos viendo como los políticos que nos representan, se pierden en localismos superfluos y no se preocupan por solucionar las verdaderas cuestiones importantes.

Elia P -

Un texto cruel pero real. Creo que todo el mundo debería darse cuenta de lo que está pasando. yo por mi parte pienso imprimirlo para pasarlo a mis amigos. Nadie debería tener el derecho de silenciar tales hechos.

JoB RuiZ AuyaNeT -

Creo que Rachel es un claro ejemplo para todos nosotros, sobre todo de lucha, de creer en que puede haber algo mejor, sacrificándo su propia juventud por unas personas cuya situación era totalmente injusta y monstruosa. Es realmente estremecedor ver que siempre que alguien lucha termina muriendo, nos deja pensando que si nosotros lo hacemos nos puede pasar lo mismo, pero no tiene porque suceder. Tenemos que ser solidarios y pensar que con fuerza, todos unidos, se pueden lograr muchas cosas. Sobre todo, por esas personas que viven en condiciones tan precarias. La vida es un instante y hay gente que no la puede disfrutar.

Villegas -

Supe de esta historia hace varios años, cuando fue publicada(creo que por el Semanal de El País). Me quedé conmocionada. Yo que también estaba viviendo en mi pueblo, dispuesta a dar un "gran salto" a la ciudad. Yo que también desde pekeña había dialogado conmigo misma tanto. Tan agobiada por todo lo que veía que podía hacer y no hacía en ese pueblo que me consumía. Y como ella,tb pensé en lo indignante que es la vida. Como es cuestión de suerte el nacer en un punto geográfico del planeta que te ofrezca privilegios plenos, o en otro que te condene a una tortura. Ella dio el verdadero salto que la diferenciaria del resto de las chicas provincianas que nos quedamos, conformistas, en el diálogo interno. Ella llegó, vio , ayudó y venció. Y es que su mayor lucha empieza ahora en los teatros. Y aunque no sea su voz la que suene, sí seguirá viva mientras alguien al terminar de ver al obra no solo dialogue para sí, sino que actúe.

Cristina Abegózar -

Es escalofriante leer estas lineas que nos recuerdan una vez más el horror que se está viviendo y lo poco conscientes que somos de ello. Aquí se demuestra que a pesar de la gran voluntad que se tiene como no podemos hacer mucho por horrible que suene. Es cierto hay que cambiar al mundo, pero hay muchas personas que aun deben darse cuenta de ello.

Cristina Montañés -

"Cours, cours camarade. Le viex monde est derrière toi!" los idealistas de mayo del 68 pintaron en las calles de París la necesidad de cambiar el mundo. Pocos son los que corren. Aún menos los que intentan cambiarlo. Por eso por eso aún lo tenemos detrás, pisando nuestros talones...

marta j -

"La mitad del mundo duerme y la otra mitad está despierta"
Esta frase extraída precisamente de una obra de teatro refleja esa realidad en la que tomamos los problemas "lejanos" como ajenos y fuera de nuestras prioridades. Solo cuando podamos oler ese peligro con nustras narices, nos pondremos en acción.No supimos ni siquiera reaccionar ante la tragedia de la valla de Melilla que tan cerca nos pillaba.
Afortunadamente ejemplos como los de estos jóvenes voluntarios nos recuerdan que sí que podemos intentar cambiar este mundo.
debe ser horrible vivir atemorizado y encerrado en tu propia casa, pero...sigamos viviendo en nuestro paraíso particular!

DavidCG -

¿Y el soldado que conducía el bulldozer? ¿Cómo pudo acelerar? ¿Miró a los ojos de los seres que arrolló? ¿Sintió el crujir de huesos bajo su propia piel o el motor ahogaba el ruido al mismo tiempo que las vidas? ¿Ese chico podrá dormir por las noches? ¿Puede alguien estar tan convencido, tan maleado, para hacer algo así a voluntad?

Me sumo a la idea de que se importe la obra. Otra más que debería ser de obligado visionado para los colegios...

Vamos mal mientras permitamos asesinatos impunes como el de Rachel y dejemos que los asesinos sigan sentándose en su escaño o en su despacho de multinacional o arrodillado ante su dios, yahvé, alá... en busca de una iluminación que puede provocar ceguera.

Diego López -

No me cansaré de decirlo que este tipo de obras, documentales y demás deberían de ser más habituales...

Saludos.

Fer -

Impresionante texto! Me apunto la obra para ir a verla. Por aquí también está teniendo muy buena acogida el documental "The US vs. Lennon", donde se habla de la caza de brujas de la Administración Nixon a John Lennon por su oposición activa a la guerra de Vietnam. Todo con los paralelismos de Irak y la sombra de "por qué ahora no hacemos nada"

maría -

todos somos culpables,sí.Culpables de este mundo que nos ha tocado vivir, pues nos conformamos con mirar sin actuar, ¿y todo por qué?por pereza. cerramos los ojos ante la realidad que nos rodea, vivimos nuestro mundo y nos sumergimos en nuestra burbuja, no queremos saber nada más. pero somos culpables por aceptar las injusticias del mundo y girar la cara, les damos la espalda,y por ello sigue muriendo tantísima gente, y seguirá.. el cambio es necesario, poco a poco la gente debe tomar conciencia de la situacion y actuar,aunque sea de la minima forma. La historia de esta chica es una claro ejemplo de lucha por la libertad, todos deberiamos seguir su camino, pero lo que nos conviene siempre esta y estara en primer lugar.

Estibaliz Ortiz de Orruño -

El silencio, la indiferencia, nos hace cómplices, casi tan culpables como la propia mano que dispara el arma. Casi tan negra nuestra conciencia como la del asesino, pero más abominable, al pensar que quizás se pudiera haber detenido...

No es menos culpable el que mira tirar la piedra, pero sí más cobarde, por no haberse atrevido a alzar la voz y a tomar una decisión por sí mismo, en consecuencia de sus propios principios, por encima de lo que los demás pudieran judgar como justo o bueno

Dos Santos -

Esto es lo que ocurre diariamente... y desgraciadamente no queremos ver esa realidad hasta que nos la muestran asi, tan dura como es. Aunque solo sea para darnos cuenta de que no hacemos nada y lo peor, que nos da igual, la lucha de esta chica por la gente que cuidó y por nosotros que nos habre los ojos, "habrá merecido la pena".

Jarkoe -

La inocencia observa desde una esquina el mundo, que gira, sin pararse para que pueda entenderlo. No lamenta esa inercia; sólo desea que nadie le arrebate el placer de sentirla. Ya es demasiado tarde, pero siempre podrá levantarse.

"Esto tiene que terminar"

Belén -

Cada persona que muere deja dos heridas en el alma, una es el desgarro de la injusticia y la otra el balazo de la impotencia.

Pena por los muertos que están vivos en nuestra memoria, pena por lo que nos falta, pena por la vida que se escapa en un minuto, pero, sobre todo, pena por los que pretendieron estar vivos cuando su conciencia había muerto tras el primer bombardeo.

Noelia (Roja) -

Albert Einstein "Tomar parte activa en la solución de los problemas, constituye un deber moral que ningún hombre consciente puede eludir"

Virginia, la del levante... -

Cuánta gente, entre las cuales me incluyo, han dicho alguna vez eso de "por qué no hacen algo para evitar esto", "la culpa es del capitalismo", o cosas similares. Quizá la pregunta debería de tornarse en ¿por qué no hacemos algo? Utilizar ese sujeto mayeútico, y empezar a constuir algo productible por la humanidad. Pero la pereza se impone, ya habrá otros que se muevan por qué tengo que ser yo; o quizá sea la cobardía, el miedo a encontrarnos con una pesadilla en un sueño sin retorno, porque no pocas veces se cruza el pensamiento de marcharme a otro lugar para el bien común de la sociedad, pero da miedo el ir para no volver, porque hay tantas cosas por hacer que no se volvería nunca, a sabiendas que la labor desarrollada, sería irremplazable por ninguna otra cosa. Plantearse el decir: vuelvo para hacer un máster en comunicación o me quedo y ayudo en la educación de estos niños, por poner un ejemplo. Lo que quiero decir es que daría lugar a una contradicción tan avergonzante que rozaría la incredulidad, como la incredulidad que sentía Rachel Corrie. Mientras unos pasan totalmente de algo que no sea su ombligo,los que somos conscientes de los verdaderos PROBLEMAS del mundo pero no hacemos nada por hacerlo, giramos el cuello y desviamos la mirada para no vernos en el espejo que refleja nuestra propia verguenza.

Rôvënty -

Sapere Audiam

Bealma -

¿Y por qué no hacerse con el guión y traerlo a España aunque sea a nivel amateur? Conozco a gente que estaría encantada y no será por falta de locales culturales en Madrid... y si no, en las calles!

Jorge P. -

Rachel decidió responder a la llamada. Quizás muchos no daríamos ese paso, pero compartimos su suerte y sobre todo su sensibilidad.

Beatriz Ramírez -

Qué razón tiene cuando dice que "esta es la realidad básica de nuestro mundo y que, de hecho, todos participamos en lo que ocurre". Participamos porque sólo vemos determinadas cosas, sin pararnos a pensar que puede haber más. Pero sólo podemos autoengañarnos un tiempo determinado y tarde o temprano nos damos cuenta de la realidad.

Sonia Sanz -

Y es ahora cuando, como se narraba en "Vida de Don Quijote y Sancho", podemos elegir entre actuar o criticar a los que actuaron. Pero esto último será por no llamarnos a nosotros mismos "cobardes".

Leticia -

y que razón tiene. Muchos vivimos como si ésa no fuera nuestra realidad, como si estuviera tapado por un velo oscuro que no nos deja ver lo que hay detrás. La gente que lo ha visto como Rachel lucha por conseguir ver la luz.