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J. C. García Fajardo

Europa: la deuda con Africa

Me parece interesante este artículo dle ex Presidente del Gobierno Felipe González sobre la responsabilidad de los europeos con África:

''.... En estos días de trágicos acontecimientos en las vallas de Ceuta y Melilla y de explosiones fuera de control en Francia, junto a iniciativas del Gobierno de España y de Francia para abordar el tema de la inmigración y de sus consecuencias, he vuelto a rememorar aquellos momentos y conversaciones [la inminencia del centenario de la Conferencia de Algeciras de 1906].

¿Sería la oportunidad para que Europa reflexionara sobre su relación con África? Aunque no fuera por solidaridad, podríamos esperar que el egoísmo inteligente de las otrora potencias europeas enfrentadas y ahora unidas cuando sólo así pueden ser relevantes, analizaran con perspectiva el problema y lo enfrentaran para encontrar cauces de solución.

El éxodo de los africanos hacia Europa se parece al forzado de los siglos XVI y XVII por el esclavismo. Claro que ahora, se podría decir, vienen porque quieren. Pero no es verdad, o no es al menos la verdad que los mueve por millones. No pueden dejar de querer si la madre África es para ellos madrastra y los expulsa por hambre o abandono, por razones de miseria o por razones políticas. Nadie, salvo los pocos amantes irredentos de una vida aventurera, se desarraiga porque quiere.

Europa, próspera en su dulce decadencia, tiene que reflexionar y decidir cuál va ser su relación con África. Digo tiene porque es ineludible en las circunstancias actuales. Los flujos migratorios se ven como necesidad y como amenaza. Están ahí y seguirán estando. Serán multiculturales en sus efectos y reivindicarán ciudadanía.

Por eso estamos empatados ante la necesidad de afrontar el problema. Los africanos no pueden dejar de salir y de reivindicar su condición de seres humanos cuando llegan, en primera o en tercera generación, en la acogida y en la integración. Además seguirán prefiriendo su tierra, si su tierra cambia y les da oportunidades, aunque no sean las mismas, pero al menos sí son suficientes.

Encarar el problema desde el origen, siguiendo la ruta de cualquier inmigrante, nos va a llevar a una doble dimensión del desafío (así habría que verlo y no como amenaza). La profunda, que nos plantea el reto del presente y del futuro de África. Y este ejercicio es imposible sin analizar el pasado que nos revele las causas de las situaciones que vivimos. La inmediata, que nos agobia con el qué hacer arrollados por los acontecimientos.

Volvamos al pasado para encontrar algunas luces entre las sombras del olvido y el temor ante los hechos inmediatos. Europa se ocupó de América, desde el descubrimiento a final del siglo XV, pero sólo tangencialmente se interesó en África. Tocó sus costas y no penetró en su interior, salvo para el comercio de esclavos que estalló como una pandemia en el siglo XVI. Se explotaban los recursos de América, materiales y humanos, y se explotaron los recursos africanos como mano de obra esclava. Cuando este comercio dejó de ser legal y/o tolerable, esquilmada África de sus mejores hombres y mujeres, volvió el olvido, el abandono. Pero, en el siglo XIX, descolonizada América, los países europeos, grandes o pequeños, volvieron a mirar hacia África. Esta vez no era para quedarse en sus puertos ni para cazar masivamente a los esclavos, sino para ocuparla y explotar todos sus recursos: naturales y humanos. Los problemas entre europeos por el reparto del continente se trataban de dilucidar en función de las relaciones de fuerza de la época, pero, obviamente, sin tener en cuenta a los africanos... Hoy nos encontramos a Africa, en su mayor parte, como la región marginada de la globalización, abandonada a su propia suerte, sin mecanismos de inserción, cargada de deudas, hambre y enfermedades.

No excluyo las responsabilidades de los dirigentes posteriores a la colonia. Los de la independencia. Pero recuerdo el punto de partida para no cometer errores y menos el del olvido. Ahora, cuando suenan los tambores tanto tiempo silenciosos del continente y nos atruenan con su fragor, tenemos que pensar y actuar, sobre lo inmediato y sobre lo mediato. Tenemos que atisbar en el horizonte para buscar respuestas, pero el atisbamiento se convertirá en miopía aguda si el horizonte del que venimos no forma parte del análisis.

Es un buen momento porque es imprescindible. Llegamos tarde pero no podemos seguir demorándolo. Si hace un siglo (1906), en Algeciras, se consumaban acuerdos sobre problemas de reparto que venían de atrás (Berlín 1884/5) por qué no aprovechar el 2006, en Algeciras, para definir la estrategia de la reparación... Pienso más en la respuesta mediata, aquella que abriría una ventana a la esperanza, que en la inmediata, que seguro ocupará a los actores políticos actuales. Pero tengo la convicción de que sin la perspectiva a medio y a largo plazo sólo parchearemos lo inevitable.

2 comentarios

Belén -

Creo que todos nosotros nos engañamos si pensamos que Africa lo que necesita es "ayuda".No me parece el término más apropiado para definir una situación de la que hemos sido responsables,creo que es más bien una forma de sentirnos menos culpables al ver que las cosas van de mal en peor.
En mi opinión,África no necesita ayuda ni compasión,no podemos seguir teneiendo esa actitud tan prepotente,lo que de verdad necesita es justicia.
Probablemente si no se produjera la entrada masiva de inmigrantes a Europa,a nadie le importaria un comino África,pero claro,para nosotros,no supone un problema que vengan unos cuantos que son necesarios para trabajar,pero eso si,que vengan millones de ellos ya no nos gusta.¿Qué clase de hipocresía es esta?
No soporto a la gente que piensa que les estamos haciendo un favor dejándoles venir.No se si ignoran que tienen que abandonar sus casas,a su familia y cruzar el Estrecho en una patera llena y a punto de hundirse por la que han tenido que pagar todo lo que tenían,y en la que normalente,un gran número de ellos pierden la vida.
Creo que quien piense que les hacemos un favor se equivoca estrepitosamente,porque tenemos una deuda moral con ese continente y ya va siendo hora de que les devolvamos lo que es suyo.

Escila -

No hay nada más cierto que el decir que nadie se desarraiga por placer. Un ejemplo que estamos viviendo es el de China. Muchísimos inmigrantes chinos están volviendo a su país porque comienzan a tener perspectivas de futuro; porque no han venido a robar a nadie, han venido a vivir. Y así pasará en África y en todo el mundo. Mientras no se permita su desarrollo (que tan poco nos beneficia) seguiremos viendo el problema desde el punto de los intereses de cuatro: pobrecitos africanos, que no tienen de nada y hay que darles una limosna en forma de alimentos o dinero para que puedan tirar unos días más. Tienen materias primas, tienen gente para trabajar, tienen productos únicos, lugares bellísimos para el turismo… Y es que todo funciona así.