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J. C. García Fajardo

Nesemu: Construir un espacio común europeo

Un 'NO' masivo a esta Europa, es el artículo de Bernard Cassen
Director general de Le Monde Diplomatique, publicado en El Periódico. Ya que él y la organización Attac han tenido tanto que ver en la respuesta fracnesa, es necesario reflexionar sobre su contenido. Sólo así podremos hacernos con una opinión solvente
Nesemu

//El rechazo de la Constitución responde a la inseguridad social y política del modelo actual de la UE

Parece ser que el no masivo de los holandeses a la Constitución Europea el 1 de junio, después del no de los franceses el 29 de mayo, todavía no ha provocado el examen de conciencia de los responsables institucionales de la UE. Tanto el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, como el del Consejo Europeo, Jean-Claude Juncker, y el del Parlamento Europeo, Josep Borrell, consideran que se trata de "incidentes de recorrido", y que el proceso de ratificación debe continuar. Eso es dar una respuesta administrativa a una cuestión de una amplitud mucho mayor: la propia legitimidad del modelo actual de construcción europea.
En Francia, como en Holanda, los ciudadanos han reprobado totalmente a su Gobierno, a la casi totalidad de los partidos políticos, de los parlamentarios y de los medios de comunicación que se habían posicionado a favor del sí. Jamás el divorcio entre los pueblos y las élites se había manifestado con tanta espectacularidad. Se ha producido una crisis de la representación política que también se habría manifestado en Alemania si se hubiera organizado un referendo. En cuanto a las direcciones sindicales, representadas por la Confederación Europea de Sindicatos (CES), que había aprobado la Constitución, pueden felicitarse retrospectivamente de no haber organizado una consulta entre sus miembros: muchas de ellas habrían sido reprobadas, también.

EL ARGUMENTO según el cual los problemas internos, el paro en primer lugar, explican este voto de protesta, no se sostiene. Las políticas nacionales, excepto algunas variantes, no son más que la declinación de las políticas decididas en el ámbito europeo. Al rechazar las primeras, el ciudadano rechaza también, de facto, estas últimas. Así pues, lo que está en juego es la lógica profunda del modelo social, político y económico promovido por las decisiones y tratados europeos. Éste es percibido de manera doblemente negativa por las opiniones públicas: en él ven un instrumento de expropiación, al mismo tiempo que un factor de inseguridad.
El sentimiento de expropiación, muy fuerte en el voto expresado en Holanda, es consecuencia directa del funcionamiento institucional de la UE, donde unos actores lejanos son los que deciden cuestiones que afectan a la vida cotidiana de cada país. Los ciudadanos piensan que todavía tienen influencia sobre su representación parlamentaria nacional, pero como han demostrado los referendos francés y neerlandés, ¡ni siquiera les representa! Y qué decir de los mecanismos europeos, ya extremadamente complicados para los especialistas y francamente opacos para el común de los mortales.
Desde este punto de vista, un tratado constitucional de 448 artículos, acompañado de 2 anexos, 36 protocolos y 48 declaraciones, sólo puede suscitar un sentimiento de desconfianza, incluso de rechazo. Y este rechazo sólo se acrecentaba si se leía el texto en detalle: en Francia, todos los estudios realizados durante estas últimas semanas muestran una correlación directa entre el grado de conocimiento del tratado y la amplitud del voto negativo.
Por lo que respecta a la inseguridad económica y social, está inscrita en el propio modelo de construcción europea actual. El tratado lo recalca en exceso con sus referencias obsesivas a la primacía de la "competencia libre y no falseada" y de la libertad de circulación de los capitales, los bienes y los servicios, mientras que, al mismo tiempo, excluye toda armonización social y fiscal, y no menciona ni el derecho a la jubilación ni la instauración, ahí donde todavía no exista, de un salario mínimo garantizado. ¡Lo sorprendente es que un texto así haya podido ser aprobado por los dirigentes sindicales!

LA CRISIS de confianza que testimonian las votaciones francesa y holandesa no apunta a la idea de Europa en sí misma. Apunta a la manera en que dicha idea se ha traducido en las instituciones y las políticas europeas. De todo ello debe extraerse una primera consecuencia: el rechazo de la Constitución por dos estados fundadores de la UE, que será seguido por otros, debe comportar un replanteamiento absoluto de los fundamentos del proyecto europeo. La cuestión se suscitaría incluso si los 23 estados restantes ratificasen el texto.
Para que el sentimiento de expropiación retroceda, es necesario reintroducir a los parlamentos nacionales en la toma de decisiones, así como construir progresivamente un espacio común europeo, todavía embrionario. Y quien dice espacio dice fronteras, lo que implica una visión clara de las futuras ampliaciones. En cuanto al sentimiento de inseguridad, no puede ser vencido con la renuncia al todo liberal. Los electores franceses y holandeses habrán tenido el mérito no de interrumpir el proceso de unificación europea, sino, al contrario, de permitirle corregirse para ser duraderamente aceptado.//

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