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J. C. García Fajardo

Cambiar las raíces de la pobreza, no ocuparnos sólo de sus síntomas

Todos conocemos la historia de aquel joven pez, que después de nadar durante jornadas extenuantes, preguntó a un pez anciano: “¿Dónde está el océano? No hago más que oír hablar de él, pero no sé dónde está”. El anciano respondió: "Está aquí, es lo que nos rodea y en donde vivimos”. “Si es así, insistió el joven, ¿por qué no puedo verlo?” “Porque está en todas partes, le respondió amable. Te rodea. Está en ti y fuera de ti. Nacimos en el mar y moriremos en el mar. Más aún, tú eres la vida del océano. Cuando nadas, revelas su presencia. Es porque está tan cerca de ti por lo que te cuesta caer en la cuenta. Pero no te preocupes, está aquí”.
Este cuento vino a mi memoria ante la reflexión de un conocido maestro espiritual que sostiene que todas las religiones de la tierra han servido a los pobres durante miles de años; pero la pobreza sigue aumentando. Y se pregunta “¿qué clase de servicio es ése?”
Argumenta que, después de miles de años, la pobreza tendría que haber desaparecido pero lo que hacen las religiones es alimentarla. Afirma que el verdadero servicio sería decir a los pobres “Estáis siendo explotados y tenéis que rebelaros contra los intereses creados”.
Los poderosos donan dinero para que sigan predicando lasumisión y la esperanza en otra vida, mientras ellos continúan explotando a los pobres.
Denuncia que la pobreza es causada por el sistema social, disfrazado de la hermosa palabra “servicio”, que sirve para ocultar una estructura social explotadora.
El maestro espiritual denuncia “Si estuvieseis interesados en acabar con la pobreza, combatiríais sus raíces. Sólo tratáis los síntomas. ¿Cómo vas a ayudar a los pobres dándoles ropa o comida? Lo que harás será mantenerlos en la subsistencia para que los poderosos puedan seguir explotándolos.”
Recuerdo a un ateo había escrito en la pared “God is nowhere” (Dios no está en ninguna parte). Cuando su hijo comenzó a aprender a leer, tenía dificultad con la larga palabra “nowhere” así que leyó “God is now here” (Dios está aquí y ahora). El padre se dijo “Si no puedo comprobar que Dios no está en ninguna parte, lo prudente será respetar la voz de mi hijo”.
El ateo y el teísta son creyentes, pero el agnóstico sólo busca la verdad. La anuncie un pez anciano o un niño ante el escándalo de un maestro espiritual hindú.

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