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J. C. García Fajardo

Interesante reflexión del Prof. norteamericano N. Birnbaum: Cinco preguntas a Estados Unidos y una a Europa

Hay amigos de Estados Unidos, amigos lúcidos y comprensivos, que detestan su chovinismo y su etnocentrismo, equiparándolos a veces con el destructivo nacionalismo europeo del pasado siglo. Muchos ciudadanos estadounidenses que recuerdan la Declaración de la Independencia de Jefferson y las llamadas Cuatro Libertades de Roosevelt comparten esos mismos recelos. Por otro lado, también somos muchos los estadounidenses que nos preguntamos si somos realmente una nación. La mitad de nuestra ciudadanía no cree que nuestras instituciones políticas merezcan la molestia de acudir a votar. Diferencias de orden cultural, étnico, racial y religioso dividen nuestra sociedad. Y estas diferencias son más esenciales para muchos que la propia idea de una ciudadanía que nos incluya a todos. Las brechas entre las clases adineradas, la clase media apremiada y los pobres son cada vez más profundas y hacen imposible que pueda darse una auténtica igualdad social. Esto genera un descontento que termina conduciendo a la pasividad con respecto a la esfera pública. Pese a que podamos tener impulsos generosos, vivimos en un mercado gigantesco, en el que las opciones vitales e incluso los valores morales se tratan como artículos de consumo. Estados Unidos está dividido en comunidades que apenas se toleran, cuando no son directamente hostiles las unas con las otras. Vivimos en unos cotos socialmente cerrados que funcionan en parte como enclaves protegidos y en parte como parques temáticos. ¿Quedan recursos políticos que nos permitan reivindicar la promesa de nuestra historia más temprana?
No es el desastre de Irak lo que ha unido al mundo en sus críticas contra Estados Unidos. Lo que se critica es la visión imperial que nos llevó a Bagdad. El mundo (incluidos algunos de sus elementos menos persuasivos) es implacable en su respuesta. La función del dólar como divisa de reserva se está debilitando, y el apoyo de unos aliados en su momento leales empieza a flaquear. En el interior del país, una élite de dirigentes y especuladores, en la academia, en la economía, en los medios de comunicación y en la administración, defienden y explotan la idea de que somos un imperio. Los ciudadanos que tienen que pagar el precio de serlo, con sus impuestos y, aún peor, con la vida de sus hijos, han demostrado hasta ahora una paciencia sin límites. En las últimas elecciones expresaron sus dudas, pero el presidente no pareció inmutarse. Ni siquiera quienes exigen una retirada inmediata de Irak se atreven a poner en tela de juicio la idea del imperio. Y mientras tanto, la denegación sistemática de los derechos constitucionales a aquellos acusados de "terrorismo" empieza a extenderse a toda la ciudadanía. ¿Podrá sobrevivir nuestra democracia de continuar la escala y la estructura actuales de intervención global?
Quienes se han nombrado a sí mismos preceptores del país a través de la prensa o la televisión presentan por lo general un nivel ínfimo de conocimiento histórico o de reflexión filosófica. Nosotros los enseñantes hemos de asumir nuestras responsabilidades: hemos fallado claramente en nuestra función de pedagogos. ¿Cómo explicarse si no esa incesante repetición de frases vacías por parte de quienes fueron nuestros alumnos? Términos como "centrismo" referido a la política interior o "fuerza" con respecto a la exterior son eslóganes inútiles. Es cierto que el electorado estadounidense no se para a pensar en ideas complejas de justicia económica o social. Lo único que desean muchos votantes es mantener o incluso ampliar su Estado de bienestar. Tienen dificultades con la geografía y la historia. No comprenden que no es muy probable que quienes másalzan la voz pidiendo "determinación firme" sean los mismos que quienes se alistan en las fuerzas armadas. En otras democracias occidentales se considera normal el debate sobre el mercado y el Estado, sobre la política exterior y las intervenciones militares. En Estados Unidos, el debate se suele considerar ilegal. A muchos consejeros y funcionarios de Washington les preocupa no estar en sintonía con los deseos gubernamentales: temen quedarse sin trabajo. Hay algunas excepciones honrosas, claro (la mayoría entre los estadistas de más edad, como Brzezinsky y Haas). ¿Cuándo vamos a dejar atrás esta democracia aletargada de hoy para volver a ser una democracia vital, en la que los conflictos constituyan la razón misma de su existencia?
En una nación constituida por oleadas sucesivas de inmigrantes es comprensible que los diferentes grupos étnicos mantengan vínculos con sus países de origen. Vínculos de este tipo, sin embargo, no impidieron que la elite británica originaria se enfrentara bélicamente a la Corona en dos ocasiones y que después la amenazara varias veces más. Cuanto más antigua se hace la nación, más proliferan los grupos de presión étnicos. Algunos han sido peculiares. Por ejemplo, el lobby chino que logró retrasar el establecimiento de relaciones diplomáticas con la República Popular de China desde 1949 hasta 1972, año del viaje de Nixon a Pekín, no estaba formado por chinos. Se componía mayormente de misioneros desencantados por el categórico rechazo de la sociedad china hacia el cristianismo, de quienes consideraban que el Pacífico estaba predestinado a ser un lago estadounidense y de los partidarios de la guerra fría, quienes veían en la confrontación con China una fuente permanente de empleo. A veces los grupos de presión étnicos no están tan faltos de realismo. El lobby polaco logró convencer a varios gobiernos estadounidenses de que la Polonia comunista estaba en realidad gobernada por una alianza católico-comunista, y a ellos se debe en gran medida la racionalidad de las relaciones políticas establecidas con el país centroeuropeo. En la actualidad tenemos, entre otros, un lobby cubano, que pretende el derrumbamiento de la revolución cubana, y un lobby israelí, que exige que se considere a Israel como el quincuagésimo primer Estado de la nación. Ninguno de ellos podría funcionar sin la ayuda de otros grupos ideológicos o sin recurrir al sentido de misión que se deriva de la moral protestante. ¿Cuándo alcanzará Estados Unidos una autodeterminación nacional a este respecto?
Nuestros científicos no dejan de investigar y de obtener premios Nobel para nuestro país, nuestros historiadores escriben libros extraordinarios sobre el pasado americano, nuestros dramaturgos y directores de cine, novelistas y poetas exploran la vida contemporánea con un arte exquisito. Y, sin embargo, para la revista online llamada Salon, leída por un alto porcentaje de la población educada, el evento cultural más importante del año pasado está en otro lado. Ciertas jóvenes más o menos famosas han desafiado la represión sexual exhibiendo las partes más íntimas de su anatomía. No deja de ser cierto, por otro lado, que un segmento de la nación no es capaz de decir qué le asusta más, si la heterosexualidad o la homosexualidad, y está obsesionado con ambas. ¿Es que el resto de la sociedad tenemos una vida sexual tan poco satisfactoria que hemos de estar luchando con ella no sólo de noche sino también de día?
La Unión Europea estrena presidencia, confiada esta vez a una diligente canciller alemana y a un ministro de Asuntos Exteriores de competencia poco usual. Puede que haya llegado el momento de que los europeos examinen de cerca las imágenes simplificadas que tienen de Estados Unidos. Quienes vieron por televisión los funerales oficiales del presidente Ford entenderán que la elite americana se cree asediada -y en peligro, tanto en el exterior como en el interior-. En Europa hay un sector pro-estadounidense, y hay grupos antiamericanos diversos y heterogéneos. Todos emplean demasiadas energías preocupándose por las relaciones de Europa con EE UU. Todos exageran el poder americano y minimizan nuestra fragilidad y nuestra condición de nación aún por terminar de formar. ¿Podrán modelar los europeos una política propia dirigida a superar el caos injusto y criminal del nuevo siglo?

Norman Birnbaum es profesor emérito en la Facultad de Derecho de Georgetown, EEUU.

 

15 comentarios

jose navareño garrido -

Todo el mundo cuando hace algo,lo hace con un fin.
Siempre habido el problema de querer ser mas que nadie, al igual los americanos que los europeos;muchos ciudadanos son los que lzan la voz, pero en muchos casos no se los hace caso, muchos son los que luchan encontra los los nacionalismos. Pero desde aquí digo que queda mucho para poder tener otro mundo diferente al de ahora que se riga por otros aspectos. pero gracias a las voces que se alzan todo será posible.

Emma Bernardo -

Una sociedad en la que se involucra menos del 50% de la población…mala señal. Una sociedad en la que cada día hay más diferencias sociales…mala señal. Una sociedad que se cree el ombligo del mundo, y sólo se preocupa de los intereses de una minoría elitista…mala señal. Hagamos caso a las señales porque sólo participando en la sociedad, se provoca el cambio.

Maximiliano de Xochimilco -

Algo grandioso de Estados Unidos: aún quedan pensadores valientes como este profesor. El modelo de despilfarro y de opulencia es lo que mantiene unida a una nación sin rumbo y dividida cada vez más por diferencias socioeconómicas. Las universidades y los profesores se han convertido en cómplices, como también decía otro profesor en una de las series "Voces contra la globalización". El que haya cátedras con los nombres de marcas y de empresas dice mucho...

Paola Hexel -

Por qué debemos alegrarnos si desaparece la potencia que conocemos como EEUU? Y muchos piensan que tiene que dejar de ser la primera potencia mundial, pero si siempre, por desgracia, va haber una. Y EEUU, claro que tiene sus defectos y sus errores, pero como Europa y hasta también China. Si nos ponemos idelógicos: debería de erradicarse, en el tiempo en el que vivimos, cualquier potencia! Es triste que sigmos queriendo estar por encima de los demás países. Pero si este principal problema no se disuelve, que más nos da, si la gran potencia es Estados Unidos, India, Europa o China?? Para entender mejor mi postura, yo lo veo así:
Parece que está de moda ir encontra de EEUU. Qué es una revolución? Una revolución es subvertir el orden establecido. Si preguntaramos a un gran número de personas que quién está a favor de la "derrota" de los Estados Unidos, el 90% contestaría que si lo está. La contrarevolución es ir encontra de lo que la gente cree que es una revolución, y alejarse de la corriente dominante.

Teresa Villar -

Esas voces estadounidenses críticas contra su propia nación son más de las que pensamos. La mayoría de los Europeos confunden Estados Unidos con Imperialismo Americano. Debemos tratar de comprender la diferencia y vetar sólo su condición imperialista. Al fin y al cabo como dice Norman Birnbaum EEUU es una nación todavía sin terminar de formar, con sus puntos fuertes y débiles, como el resto de países europeos.
No debemos usar el odio a EEUU como pretxto para criticar la Guerra de Irak, porque eso no es sólo un argumento fácil, sino también injusto.

Carpintero -

Estados Unidos contra algo, para algo? Qué fin persigue EEUU...
La Unión Europea debería plantearse sus objetivos a corto y largo plazo, debiendo comunicarlo a todos los integrantes de la misma, qué pinto yo en la Unión Europea?

Patricia Pérez Cámara -

Al leer las palabras del profesor Norman Birnbaum un choque de pensamiento me ha producido porque cuando muchas personas pensamos en Estados Unidos lo vemos todo como un conjunto, en el que unimos a ciudadanos y políticos con un mismo pensamiento y actitud. Sin embargo, son comentarios o declaraciones como ésta las que te demuestran que son muchos los ciudadanos que se encuentran en contra de su sistema y son capaces de hacer una crítica. Pero esta oposición al sistema político actual de Estados Unidos ya lo observamos con las elecciones del pasado año a la Cámara de representantes y del senado, en la que los ciudadanos se decantaron en favor de los demócratas. Y creo que esta oposición tendrá un reflejo mayor en los próximos años.

Alicia Martín -

Me parece interesante esta autocrítica que hace el profesor Norman Birnbaum. No hay muchos americanos que piensen así, o por lo menos lo hagan en público. Si hay barreras entre los propios estados, ¿cómo no la van a tener con los demás países?

Julia Magaña -

Desde los años 80, se lleva produciendo un progresivo incremento de la concentración en la industria de comunicación norteamericana(alrededor de 10 grandes empresas dominan el sector). No queda un sólo segmento de la industria donde las grandes corporaciones asociadas a grupos transnacionales no hayan penetrado con la intención de utilizar ese poder como intrumento para dominar los mercados. Las consecuencias son nefastas: ¿De qué se habla? Pues de la vida ajena, de las rupturas de parejas famosas, de algún negocio importante que haya dado a alguno gran cantidad de dinero...en fin, precisamente aquello que más les conviene a "los de ahí arriba". quieren a gente que recorra su existencia consumiendo, entetenidos en cualquier asuntillo y pasándolo bien, sin más pretensiones. Que es precismente lo que les estamos dando. Y esto no se limita a la sociedad norteamericana, o si no miren quiénes son los amos de la comunicación en España

Sylvia -

Resulta llamativo escuchar una voz que manifieste y reniegue del nacionalismo americano que se lleva presenciando durante siglos. Es cierto que el modelo de superpotencia ha prevalecido con fuerza siempre, pero creo que poco a poco, dicho modelo i´rá perdiendo fuerza y facultades para dar paso a una convivencia mundial sin un dios aparente que manipule todo...La propuesta para Europa es claramente innovadora y con el tiempo será una realidad.

A. Olea -

El profesor Birnbaum no sólo se desmarca de su país para ofrecer una visión más imparcial, sino que hace una propuesta francamente buena: la búsqueda de un modelo europeo propio.
De momento Merkel ya subraya su intención de apostar por una Europa más social, veremos a qué conduce...

Noelia (Roja) -

La épica conquista de América, con su complejo mítico y legendario, su secuela de sangre y de violencia, su poderoso impacto de barbarie, influye en todos los espacios de Europa para modelarlos a su imagen y semejanza.

pancho -

Esas voces antiamericanas son más de las que parecen; pero, ¿acaso la manipulación característica del país no las abarca también¿

Sara Martín -

Es verdad, a lo largo de la historia del mundo y del hombre, ha habido “superpotencias” que por un tiempo han tenido el liderazgo, pero todas han ido cayendo producto de su amplias y soberbias pretensiones. Este caso no es distinto, Estados Unidos también tiene sus debilidades así que deberíamos dejarnos de pesimismos y de exageraciones y pasar a analizar la realidad, cayendo en redundancia, de manera realista.

ulises lazaro -

Es muy fácil caer en un antiamericanismo sin preocuparse por la compleja realidad que existe en EEUU. Aunque también es cierto que no son muchas las voces estadounidenses que reconocen las carencias que tiene su país y los errores que ha cometido... Una sincera autocrítica que merece ser escuchada.