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J. C. García Fajardo

¡Condenado por no poder probar su inocencia!

El marroquí Ahmed Tommouhi salió el pasado lunes por la tarde de la cárcel barcelonesa de Brians, en libertad condicional. Llevaba más de 15 años preso por cuatro violaciones y un robo, y los últimos siete años ha estado esperando un indulto del Gobierno que jamás llegó. La medida de gracia no la había solicitado el recluso, quien en todo momento había clamado su inocencia y sostenido que "el indulto es para los culpables", sino el fiscal jefe de Cataluña, José María Mena, que puso así en entredicho el veredicto de la justicia.
Los análisis de ADN demostraron que el semen de la víctima pertenecía al ciudadano español Antonio García Carbonell.
Ni el PP ni el PSOE cuando gobernaban se atrevieron a otorgar un indulto a un condenado por violación, a pesar de las numerosas irregularidades procedimentales que constan en los sumarios y de las "dudas razonables" sobre su culpabilidad que apreció el Tribunal Supremo, que también recomendó el indulto. Todos sabemos el calvario añadido que supone la prisión para los violadores, aunque en este caso fuera inocente.
El empeño de un guardia civil implicado en ambas investigaciones, Reyes Benítez, logró demostrar que, al menos en una de las agresiones por las que se condenó a Tommouhi, el culpable había sido García Carbonell. El ADN lo verificó, pero en el resto de los casos no fue posible. No se conservaban restos biológicos que se pudieran analizar y Tommouhi no pudo probar su inocencia. ¡Como si hubiera que probar la inocencia!
"Ahora quiere estar tranquilo para ver cómo organiza su vida de nuevo", explica su hijo Khaled. Una vida que se paró hace 15 años, cuando acababa de llegar a Cataluña para trabajar como albañil.
Pero ¿quién le devuelve esos quince años de vida, de angustia, de marginación y de oprobio? Será porque era marroquí y "todos los moros se parecen". Hay muchas formas de marginación y de xenofobia. Fue condenado sin pruebas apoyados solo en elt testimonio de las víctimas que ahora, cuando vieron al verdadero culpable, Antonio García Carbonell, reconocieron que "se habían equivocado".

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