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J. C. García Fajardo

La policía británica es impune, como sus políticos cuando se trata de un inmigrante

Todos vimos las imágenes en televisión, la reconstrucción del crimen cometido por los policías británicos. Cuando la impunidad llega a estos extremos (Abu Graib, Guantánamo, Gaza, Chechenia, Cuba, Sudán, Turquía, Nigeria, etc) es que algo va mal, muy mal en nuestra sociedad. Un año después de que la policía londinense matase por error en el metro a un joven brasileño al que confundió con un terrorista (si se puede calificar de matar por error a alguien a quien, tras un largo seguimiento por una de las fuerzas más adiestradas del mundo, se le acaban disparando siete tiros a quemarropa), la fiscalía ha concluido que nadie será juzgado por la muerte del electricista Jean-Charles de Menezes. No hay pruebas para acusar a ningún miembro de la policía de asesinato, ni siquiera de homicidio.
En la muerte de Menezes -el 22 de julio, al día siguiente de que fracasara un triple atentado en el metro por fallo de los explosivos y dos semanas después de la masacre terrorista perpetrada por fanáticos musulmanes británicos que dejó 52 muertos y 700 heridos- se produjeron errores de bulto y confusiones policiales en cadena. Pero la fiscalía ha decidido, con el aplauso general de la clase política, que la policía de la capital británica sólo hará frente a cargos administrativos que se zanjarán presumiblemente con una multa por vulnerar la ley sobre higiene y seguridad en el trabajo en sus disposiciones sobre protección de los ciudadanos. ¡Este cinismo, esta hipocresía, no son nuevos. Toda la conquista y colonización inglesa está informada por esta actitud de prepotencia, desprecio e injusticia. No hay más que estudiar su  historia y conocer esos países 2civilizados" por los adalides de la democracia.
Casi nada funcionó en la apreciación policial y su cadena de mando. Desde la confusión de Menezes con uno de los terroristas que habían atentado fallidamente en el metro la víspera, y que vivía en su mismo bloque, hasta la presunción, por lo "abultado" de su ropa, de que portaba explosivos. Hubo también, según los agentes, una supuesta resistencia a la autoridad antes de que fuera acribillado, inmóvil, con disparos a la cabeza, aunque la jefa del comando antiterrorista niega que hubiese dado a sus hombres la orden de matar al brasileño trágicamente confundido. El jefe de una de las policías más reputadas del mundo, Ian Blair, sostuvo durante los dos días siguientes que Menezes era un terrorista suicida.
Cuando semejante rosario de despropósitos acaba en la ominosa muerte de un inocente y los hechos se producen en un país que se considera faro de las libertades democráticas, es preciso encontrar responsables entre las fuerzas de seguridad o entre los políticos con autoridad sobre ellas. No ha sido el caso. Aparte de la absolución sin juicio decidida el lunes por el fiscal, ningún cargo policial ha dimitido en Londres por la muerte de Menezes, ni tampoco ningún miembro del Gobierno laborista de Tony Blair. Su muerte, injusta e inuca nos salpica y afecta a todos. Pero callaremos, como siempre.

2 comentarios

Jorge P. -

Bruce Springsteen hizo una canción (41 shots) cuando en Estados Unidos la policía acribilló a tiros a un joven al creer que llevaba un arma -era sólo su cartera para identificarse-. Bruce no pudo callar y se hizo oir. Tampoco podemos callar nosotros.

Charles Michaelson -

El otro día vi un documental sobre las fuentes del Nilo que refleja esa prepotencia histórica.
Burton, Speke, Stanley y Livingston abrieron las puertas a uno de los más tristes expolios de la Historia.