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J. C. García Fajardo

Prudente reflexión de Josep Ramoneda sobre los fundamentalismos religiosos

Una sola verdad.  No es extraño que algunos piensen que el monoteísmo es un obstáculo para la libertad.
A veces, los periódicos son un espacio de coincidencias nada irrelevantes. Esta semana, un mismo día se podían leer tres noticias aparentemente inconexas pero en el fondo muy relacionadas: la película Múnich, de Spielberg, se estrena en Israel; 19 países árabes piden castigo para los dibujantes daneses que publicaron unas caricaturas de Mahoma; el cardenal Julián Herranz , del Opus Dei, ha explicado en Madrid su peculiar teoría sobre la libertad religiosa según la cual ésta sólo vale si se reconoce la primacía de la Iglesia católica.
Múnich
es el relato de la respuesta del Estado de Israel al secuestro por un comando palestino de algunos miembros de su delegación en los Juegos Olímpicos de 1972. Pero, más allá de los hechos históricos, es una reflexión sobre el desarraigo, sobre la necesidad de reconocimiento, sobre el desprecio al enemigo y otros mecanismos psicológicos que hacen que un ciudadano sin atributos precisos acepte ser desposeído de sí mismo por el Estado y se entregue de lleno a la lógica de la violencia hasta ser poseído por ella. El protagonista acaba completamente exhausto y, por tanto, sin ningún interés para las personas que le movilizaron, que le abandonan a su suerte. Aunque la importancia de la película va mucho más allá del acontecimiento que narra, algunas autoridades religiosas judías la han considerado una afrenta. Y han recomendado a sus correligionarios que no pierdan el tiempo con ella. Pero Múnich se estrena en Israel, porque, a pesar de todo, en este país la libertad de expresión todavía tiene reconocimiento social.
En Dinamarca, el periódico Jyllands-Postem ha publicado doce viñetas satíricas sobre Mahoma. Diversas voces del mundo musulmán, incluidos los Gobiernos de 19 países, han respondido no sólo con palabras airadas -que entrarían perfectamente en la lógica de la libertad de expresión-, sino pidiendo castigo para sus autores, sobre los que han caído anatemas y amenazas. Algunos periódicos europeos han reproducido las imágenes. Uno de ellos ha sido France Soir. El propietario ha destituido al director de la redacción por faltar al respeto "de las creencias y las convicciones íntimas". Es el mismo argumento que utilizan las autoridades católicas para poner sus mitos a salvo de la palabra crítica. También los nacionalistas hablan de heridas a la sensibilidad como parapeto de protección de sus inefables verdades. Pero sensibilidad tenemos todos y nadie puede pretender situarse por encima de los demás en derecho a la dignidad y al respeto. En las sociedades democráticas, ninguna doctrina o figura pública puede escapar a la razón crítica. Y puesto que la historia nos ha enseñado que las heridas a la libertad son siempre letales, los límites a la libertad de expresión deben ser los mínimos. Como dijo Clemenceau en un debate sobre la libertad religiosa en la Asamblea Nacional francesa, "Dios ya se defenderá por sí solo". La respuesta del mundo musulmán, como ya ha ocurrido otras veces, da un paso más: la amenaza y la condena. Sin duda, los musulmanes sienten, con razón, los desprecios que les han infligido siempre las otras dos religiones del libro que históricamente han presentado al islam como una religión paria para los parias. Esta realidad explica conflictos y desencuentros. Pero no por ello deja de ser inadmisible la pretensión de colocar la religión al margen de las reglas de la libertad de expresión.
El cardenal Herranz, del Opus Dei,  dice en Madrid, en apoyo de los sectores más guerreros del Episcopado español, que "la libertad religiosa no significa que todas las religiones sean iguales, que todas son verdaderas y que cada uno es libérrimo para escoger la que más le guste". Iguales no son, aunque en derechos deberían serlo. Verdaderas, tampoco. ¿O es que hay alguna que puede aportar más razones que otras de su verdad? Pero que cada cual puede escoger la que le guste o ninguna es un derecho básico, por mucho que el señor cardenal lo considere un atraso. La idea de libertad religiosa del cardenal Herranz es muy simple: aquella que reconozca que sólo hay una religión verdadera: la católica. Sabemos de qué va: lo hemos sufrido durante mucho tiempo. Pero el razonamiento del cardenal Herranz es perfectamente coherente con sus colegas de otra religión que piden castigo para los dibujantes daneses. Es la consecuencia de creer que se tiene la verdad y que esta creencia da derecho a imponerla a los demás. No es extraño que algunos piensen que el monoteísmo es un obstáculo para la libertad: un solo Dios, una sola verdad. Pero quizá el problema es otro: son religiones acostumbradas a actuar en régimen de monopolio. Siguiendo la pista de Voltaire, una sola religión oprime, dos son la guerra y muchas son una posibilidad de libertad.

 

 

9 comentarios

Juan González -

La libertad de expresión, que se lo digan a Garodi y mil más. Existe por ejemplo una ley en casi toda Europa, por la que no se puede negar el Holcausto judío. No se puede revisar para nada esa parte de la historia. Y hay muchos otros temas tabúes en Europa, no nos engañemos. ¿Por qué tienen tanto miedo? si se supone que está claro? acaso se puede negar el holocausto nipón de hiroshima, el de los indios, los aborígenes de Australia, los gitanos... ¿Se les dará un Estado a los Gitanos?, Sería lo justo, y con la población que tienen , que supera a la de los judíos debería ser proporcional a la mitad de Europa

Marcos -

Hace más de 200 años que nació el sistema (o por lo menos las ideas que lo sustentan) en el que se basa el mundo occidental actual y las religiones todavía siguen siendo poderosas y creyendo que tienen algo que decir en el gobierno de los pueblos. A lo que menos presta atención estos monoteísmos es al espíritu, al alma, todo el día con la política en la boca y nunca con lo que tienen que hacer.

Por otro lado, hay que tener cuidado de que los fundamentalistas no se adueñen del Islam. En la mayoría de medios de comunicación estos días no se hacen diferencia, se habla de que "los musulmanes" amenazan. Esta dialéctica del "ellos contra nosotros", del maniqueísmo estúpido, es insoportable. En un rápido proceso de generalización, los fundamentalistas han identificado el periódico danés con "todo lo danés", y por tanto, Dinamarca con Occidente. No hagamos nosotros lo mismo con el mundo musulmán.

enovilla -

Es preocupante que se quemen banderas danesas a las puertas de sus embajadas, no me parece sino una muestra de intolerancia por parte de los musulmanes, cuando el Islam es una religión muy abierta, de ahí su rápida expansión. La parte más extremista o conservadora a diferencia de otras religiones no es una minoría aislada como puede ser el Opus en el cristianismo, es un dato a tener en cuenta. Los Europeos tenemos el derecho de expresarnos libremente, dibujando, cantando, escribiendo o gritando, que no se le olvide a nadie.

Ana -

Yo hablaría del respeto a las creencias de cada uno.

mocito -

Ésta es la ley de Don Cicuta, y el que no la cumpla....ya sabe.

iván -

Me pregunto si la idea que tiene monseñor Herranz sobre el concepto de libertad religiosa es pruducto de una artimaña dialéctica para defender el poder suyo y el de su religión, o realmente cree lo que sale de su boca. No sé dónde estudian teología los obispos, o que educación han recibido en sus familias, para pensar y decir lo que, muchas veces, dicen. Estoy asombrado, y asustado, al ver que en muchos aspectos los tiempos no han cambiado, y no me remoto simplemente a la dictadura franquista, retrocedo hasta las cruzadas medievales. Debería haber más hombres con la capacidad de análisis y reflexión de Ramoneda.

Berciano Ponferradino -

Ramoneda, al que leo siempre, me parece -y con pocas personas me pasa- un sabio en toda regla. Sus opiniones racionales, medidas, desprovistas de crispación alguna, de análisis crítico, son un verdadero alivio en la \\\'selva\\\' ésta en la que vivimos. Su artículo de hoy es reflejo de ello. Por desgracia, demasiados -y hoy parece que más que ayer, ¡qué contradicción!- personajes se quieren adueñar de la verdad, y considerarla única, y así nos va.

Jorge P. -

Un artículo muy interesante. Se hace una pregunta esencial. El por qué de lo que sucede estos días. En los medios se olvidaron de esto. Y al ver la televisión cualquiera pensaría que se está librando una guerra de religiones. Se necesitan reflexiones como ésta, más sosegadas y sensatas que demagógicas y tremendistas.

Javier Mínguez -

Nadie puede creerse enposesión de la verdad absoluta, si uno cree que no puede aprender más, descubrir nuevas cosas, no es que haya llegado al fin último, sino que está estancado y que nada bueno puede salir de ello.
Libertad de expresión ante todo. Pero también hay que entender el contexto: el mundo islámico no es como el nuestro y por tanto no está sujeto a los mismos parámetros; la época que atraviesan (llena de fundamentalismo y oscurantismo) es distinta a la nuestra (que a alguien se le ocurriera en la Edad Media caricaturizar a Dios, a ver que le iba a pasar cuando la Inquisición tocara en su puerta). Por tanto es lógico pensar que no siente bien dibujar a Mahoma con una bomba en el turbante, me parece inoportuno y desafortunado. Pero por encima de la libertad religiosa para mí está la de expresión (creo que sin la segunda la primera es más difícil sino imposible), y creo que las amenazas de bomba en los periódicos que han publicado dichos dibujos no es más que darles la razón: confundir la religión musulmana (que como las demás religiones ha aportado cosas positivas a la civilización, por lo menos una serie de valores encaminados a la paz y la convivencia) con el fundamentalismo islámico. En cuanto al cardenal del Opus Dei, que diga lo que quiera, para el caso que le vamos a hacer.
De cualquier forma, soy de los que piensa que cualquier religión es perjudicial para el ser humano. Para el hombre no hay más medida que el propio hombre y el mundo que le rodea.