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J. C. García Fajardo

Terrorismo del pueblo versus terrorismo de Estado...en un tablero democrático

Para nadie es un secreto que los judíos provocaron e impusieron el Estado de Israel, en tierras de Palestina asesinando y arrojando al exilio a millones de seres inocentes, con la ayuda de los grupos terroristas Irgún y Stern. A ellos pertenecieron la mayoría de sus dirigentes políticos hasta nuestros días, Menagen Begin, Dayan,Sharon etc. Pero para "ellos" no eran terroristas sino "héroes salvadores de la patria como los Macabeos". El Gobierno de Israel vivió cómodo con el gobierno de Arafat y de Al fatah en Palestina, cuya corrupción y disgregación fomentaban, aparte de tener infiltrados a gran cantidad de agentes del MOSAD. Si seguimnos las reglas del juego...democrático, la legalidad del gobierno de Hamás es incuestionable e inapelable. Quizás haya sido necesaria tan gran demostración de enraizamiento en la sociedad palestina para obligar a Israel a que cumpla los Acuerdos y acate las Resoluciones de la ONU. Hamas ha practicado terrorismo de partido y los gobiernos de Israel, con el terrorista Sharon a la cabeza responsable de la segunda Intifada, han practicado terrorismo de Estado. En el editorial de hoy de El País encuentro un planteamiento razonable.Nesemu                                                                                                                       El poder es de Hamas:  El terremoto político provocado por las elecciones palestinas promete tiempos turbulentos en Oriente Próximo. Si con el infarto de Sharon la escena israelí perdía a su actor fundamental, la irrupción de Hamás en el corazón del poder palestino incorpora otro que acentúa si cabe la complejidad de la situación. Nadie aventuraba que el movimiento integrista, pese a su popularidad creciente y a sus llamativos resultados en los comicios municipales, pudiera hacerse con la mayoría absoluta del Parlamento palestino y dinamitar en la práctica al corrompido Al Fatah.
En el plano interno, la conmoción va a tener su primer escaparate en la formación del nuevo Gabinete, en la que el presidente Mahmud Abbas, tan incapaz políticamente como teóricamente a salvo por haber sido elegido en 2005, tiene las manos atadas por los islamistas radicales, que como partido mayoritario pueden decidir bien monopolizar el poder, bien compartirlo y configurarlo a su antojo. Indicativo será si Hamás invita a otros grupos a sumarse a un Ejecutivo de coalición, como sería razonable, o si prefiere inicialmente mantener un perfil bajo, con carteras que le permitan centrarse en la transformación social y religiosa de los palestinos, su arma electoral preferida.
Para los palestinos en su conjunto, que han acudido masivamente a las urnas, ha llegado la hora de la verdad en terrenos de mayor proyección que su propia organización interna. Esos ámbitos atañen sobre todo a sus relaciones con Israel, donde el triunfo de su enemigo confeso llega en el peor momento posible, con un escenario regional explosivo, Sharon fuera de juego y unas elecciones en puertas, que se verán inevitablemente condicionadas por las palestinas. Pero también afecta a su interlocución con EE UU y Europa, que consideran a los vencedores un movimiento terrorista y de cuya ayuda económica dependen. El mensaje occidental era ayer meridiano: un Gobierno democrático no puede tener un pie en la política y otro en el terrorismo. Hamás puede esperar cooperación y diálogo en la medida en que renuncie a la violencia y reconozca el derecho a existir de Israel.
Hamás ha recogido los frutos de su disciplina y coherencia ideológica, en un terreno abonado por la corrupción generalizada del aparato gobernante -siembra de Yasir Arafat- y su incapacidad para proteger la seguridad colectiva y el orden público. La ruptura del proceso de paz, la explosión de la segunda Intifada y la retirada unilateral israelí de Gaza han proporcionado a los islamistas los argumentos, asumidos por la mayoría, para atribuir resultados tangibles a su política de venganza y enfrentamiento a ultranza con Israel. Pero una cosa son los réditos recogidos fuera de los mecanismos del poder y otra la administración de éste. Los mismos palestinos que han agradecido a Hamás su agitación y su probidad le harán a partir de ahora responsable de sus desventuras.
Presumiblemente, para los radicales islamistas se acaba el tiempo de la retórica y llega el de las decisiones difíciles. Hamás sabe que su capacidad para gobernar la vida de los palestinos de modo tolerable depende tanto de sus relaciones con Israel como de la implicación occidental y de su ayuda económica. Hamás, que ha sembrado de cadáveres Israel con sus atentados suicidas, ha sido bastante escrupuloso en el último año en su observancia de la frágil tregua pactada por Abbas. Los tiempos que vienen exigen calma y contención, y no cabe descartar que el pragmatismo acabe imponiéndose y que verdades consideradas ahora teológicas acaben disolviéndose en una prédica sin graves consecuencias prácticas. En cualquier caso, Hamás se ha erigido en protagonista como consecuencia de unas elecciones plenamente democráticas. Y ese hecho, que dibuja un nuevo horizonte político en Oriente Próximo, exigirá cambios importantes de todas las partes implicadas para mantener abierto el camino de la paz.

3 comentarios

L -

Veo la victoria de Hamas como una provocación del pueblo palestino, que por primera vez, y por la via democrática, quiere imponerse a su vecino Israel.
Suscribo lo que ha dicho Belén, la intransigencia no llega a ninguna parte, y, mucho me temo, que Hamas, por petición de la ciudadanía, tendrá que ceder a las condiciones impuestas en el contexto internacional, por causas pragmáticas, a través del abandono de su línea terrorista.
Sin embargo, también es posible que se retire elegantemente para volver a la sombra de la violencia y poder, desde allí, imponer el respeto que piden a través de las medidas que desean.

Marcos -

Este hecho provocará un replanteamiento de la cuestión palestina, al menos institucionalmente. ¿Qué papel debe jugar la ANP, ahora que Al Fatah ha salido humillada de las elecciones? ¿Tiene la misma legitimidad, el mismo apoyo del pueblo, ahora que este se lo ha retirado?

Las esperanzas de un acuerdo se van desvaneciendo, ya que los israelíes es probable que respondan en sus comicios con votos a los ultraderechistas de Netanyahu (¿habrá una derecha moderada en Israel, o son los laboristas?). Sin embargo, hay unos renglones del editorial que me han llamado la atención: "Los mismos palestinos que han agradecido a Hamás su agitación y su probidad le harán a partir de ahora responsable de sus desventuras.
Presumiblemente, para los radicales islamistas se acaba el tiempo de la retórica y llega el de las decisiones difíciles".

Belén -

Creo que la comunidad internacional no debería dar la espalda al pueblo palestino, que ha elegido libre y democraticamente a sus gobernates. El conflicto palestino-israelí es complejo y difícil, y, como hemos visto, la intransigencia no ha resuelto nada.