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J. C. García Fajardo

La mejor ayuda a los países del Sur es dejarles comercializar sus productos

Es más fácil dar que comprar, es el título del ineteresante artículo de Andrés Ortega, en El País, del que destaco lo siguiente: A las sociedades ricas -Gobiernos y ciudadanos- parece resultarles más fácil rascarse el bolsillo para dar ayudas directas a los países más pobres que abrir sus mercados a la importación de sus productos, especialmente los agrícolas. El tsunami que un año atrás devastó las costas del sureste asiático produjo una ola de solidaridad pública y privada sin precedentes cuando centenares de miles de personas, con un click en Internet, se lanzaron de forma inmediata a hacer transferencias a ONGs. La Fundación DARA ha calculado que la ayuda total, pública y privada, por el tsunami ha superado los 13.300 millones de dólares. Pero a la vez, la pública de EE UU para paliar esos destrozos es cinco veces menor que los aranceles que pone ese país a la importación de textiles de Indonesia...
La contradicción que no se da sólo en los Gobiernos sino también en la opinión pública. En el caso de la española puede apreciarse en el último Barómetro del Real Instituto Elcano (BRIE). Se da una rara unanimidad (100%) en que hay que ayudar a los países pobres a desarrollarse para frenar la inmigración ilegal. El 63% también está de acuerdo con que las ayudas a los agricultores europeos perjudican a los de los países menos desarrollados. Pero un porcentaje similar (61%) rechaza que España reduzca estas ayudas a sus agricultores para que los del Tercer Mundo puedan exportar sus productos. Es decir, que no se quiere ni su gente ni sus tomates. Ésta es una grave contradicción occidental, no sólo europea, pues en Hong Kong, han vuelto a pesar los intereses de los 25.000 productores de algodón en EE UU frente a los millones de africanos que viven con menos de dos euros al día.
Es significativo que Time haya elegido como "personas del año" a tres grandes donantes privados, Bill y Melinda Gates y Bono (el cantante), calificados por la revista como "los buenos samaritanos". Sin duda su acción es notable, y en el mundo anglosajón hay -ya lo observó Tocqueville- una sociedad civil más pujante y con un mayor sentido de la filantropía que esta vieja Europa.
Aunque las ayudas públicas y privadas, sirven y deben aumentar, el crecimiento más sostenido llegaría de una apertura desigual de los mercados a los países más pobres. No basta con dar. También hay que comprar, o por lo menos, dejarles vender. Pasados largamente los 6.000 millones de habitantes, esta sociedad global no podrá aguantar tales desigualdades.

8 comentarios

Jarkoe -

Ciertamente, es difícil querer ayudar a los países menos desarrollados y querer, al mismo tiempo, mantener una situación que, en su esencia, no permite que progresen. Pero eso no lo entienden los agricultores europeos, ni los estadounidenses,... No lo entienden porque no quieren entenderlo, o porque se han acostumbrado a que su negocio sea mantenido. Pero más poderosa que esto es la certeza de que la agricultura requiere condiciones naturales, que poseen en mayor medida unos países que otros, y más poderosa es también la necesidad de entender que no se puede mantener esta situación, que no se pueden poner trabas a las posibilidades de pueblos que quieren y necesitan (¡necesitan!)salir adelante. Vale más la necesidad que el capricho. Los neoliberales quieren su libre comercio, pero también quieren sus aranceles. Las ayudas no pueden ser limosnas, parches, deberían ser la solidaridad que permitan un verdadero progreso, el de todos.

Marcos -

Queremos que los demás vivan bien... hasta que nos tocan lo nuestro. Lo podemos ver en el tema de los presupuestos de la UE. Queríamos las mayores ayudas posibles, pero lo que nadie se ha preguntado (ni siquiera en la prensa) es si realmente necesitamos estas ayudas. Todos quieren mamar de la ubre europea pero sin responsabilizarse ante ella. Es como el cheque británico, lo más absurdo que he oído últimamente: es como regalarle a un niño rico un juguete porque le ha dado una rabieta cuando el padre le ha dado un duro a un niño pobre.

Jonathan -

Cuando a algunos de los que aquí escriben les comento mi pesimismo total me dicen que no hay motivos para ser tan pesimistas. Este tema es un ejemplo de que apenas hay lugar para ningún optimismo. Seguimos jodiendo al Tercer Mundo, estamos lejos de tratarlo como se merece, y el fracaso de Hong Kong -un \\\"acuerdo de mínimos\\\" que se basa en empezar a tratar el tema en 2013 es un claro fracaso- es una muestra más de que aún queda mucho para que los países empobrecidos -que no pobres- salgan del agujero negro en el que les obligamos a estar.

Patricia Palacios -

Mi pregunta es ¿verdaderamente queremos que desaparezca la pobreza del mundo?
Es difícil comprender esto cuando, en realidad, a muchos les interesa que las cosas continúen como hasta ahora, es decir, siendo ellos los que lleven "las riendas del juego", qué hipócritas. Solo dan pequeñas ayudas para no parecer tan crueles, pero si de verdad quisieran ayudarles, les dejarían participar en el comercio exterior y vendiendo las cosas a su debido precio, no al precio que a ellos les interese.

Escila -

Pero ¿quiénes somos ninguno para poner trabas al desarrollo del vecino? No me explico cómo a estas alturas ninguno tenga que pedir permiso a nadie para comercializar con sus productos. El mundo está regido por el poder, no por la razón, y ese poder lo pusimos cuatro listos que vimos cómo los demás agachaban la cabeza y decían sí con resignación. El problema es que damos por hecho que eso es lo normal, de siempre, es un derecho. Tarde o temprano esto acabará y veremos quién soporta el cambio de tornas porque, una cosa está clara, hay quien no tiene nada que perder.

Muñoz -

Sin duda aislar a estos países es horrible, pero también creo que los agricultores españoles (por ejemplo) no están preparados para soportar una competencia tan fuerte, ya que están muy mal acostumbrados con las ayudas malgastadas de la UE. Respecto a estas ayudas en mi opinión muy mal utilizadas...¿qué podríamos hacer?, ¿por qué no usan esas ayudas para modernizarse en vez de para enriquecerse?, creo que estas preguntas son clave para entender mejor el artículo del profesor y la situación actual.

Zola -

Falta mucha solidaridad en el mundo. Ser solidario no es sólo dar donativos. Es necesario renunciar a parte de tus intereses para ayudar a que el otro progrese.

Santiago C. -

En estos momentos y en mi opinión, excepto que se produzca una catastrofe como la del tsunami, pensamos bastante o diria demasiado en nuestros problemas. Es decir, no queremos ver lo que ocurre en otros lugares, y simplemente nos preocupamos de lo que nos pasa a nosotros.
En parte creo que esto pasa por que si empezamos a pensar lo que sufren los demas, o lo poco que tienen, nos sentimos culpables de todos los bienes y servicios que tenemos. Tenemos que entender que podemos disfrutar de nuestras cosas, pero que con muy poco también podemos hacer que los demás puedan mejorar su situación.
Con respecto al tema de las aperturas arancelarias, creo que el problema principal es la gran desigualdad existente. Pero que si un primer paso para mejorar esto, es la apertura de las fronteras a los productos de aquellos paises mas desfavorecidos, alguna manera habra de hacerlo. Eso si para ello tenemos que ceder un poco y no pensar tanto en nosotros mismos.