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J. C. García Fajardo

¿Arde París? El incendio puede propagarse por la UE por falta de una política social más justa y solidaria

Quizás convenga escuchar otras voces sobre el drama humano que encierran los incendios y algaradas en Francia. Antes de calificarlas de exageradas o desmesuradas, porque queman los coches de gente trabajadora, escuelas y maternidades habrá que preguntarse si no era la última razón que les quedaba a cientos de miles de personas sin trabajo y sin futuro en proa hacia la desesperación, la delincuencia, las bandas y la droga. No simplifiquemos. La mayoría de los ciudadanos franceses ya expresaron con su rechazo al proyecto de Constitución Europea que la cuestión social está sin resolver en aras de un crecimiento económico insostenible que no beneficia a los ciudadanos más necesitados. Quizás haya que reducir los desaforados esfuerzos por que la tarta sea cada vez mayor y emplear más inteligentes y decididos esfuerzos en que esté mejor repartida.
Nesemu
Esta es la entrevista que Manuel Vallas hizo a un alcalde socialista francés: "Pagamos 30 años de segregación social, territorial y étnica"
Manuel Valls (Barcelona, 1962) es diputado socialista en la Asamblea Nacional francesa y alcalde de Evry, en la periferia parisiense. Fue jefe de Comunicación del Gobierno de Lionel Jospin y acaba de publicar un libro que pretende ser la respuesta de izquierdas a las tesis que propugna el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, para afrontar el problema de la integración del islam en Francia.

Pregunta. ¿Qué esta pasando?

Respuesta. Lo que está sucediendo no es sólo el problema de unos barrios: son los problemas de Francia, de la sociedad francesa, que nos estallan en la cara. Estamos pagando 30 años de segregación social, territorial y étnica. Lo que sucede es un espejo de la Francia que vive en la miseria y padece una crisis de identidad. Hemos perdido el sentido de lo que es ser francés. Además, estos 30 años perdidos van acompañados por tres años de un Gobierno conservador cuyas primeras decisiones fueron desmantelar lo que ahora nos hace más falta: por un lado, los empleos jóvenes, que puso en marcha con éxito Jospin y, por otra, la desaparición de la policía de proximidad, integrada en los barrios, conocida por la gente y en la que confían, y que también actúa como represora cuando hace falta. Porque yo soy partidario de una policía de orden contra la delincuencia, pero la apuesta de Sarkozy de tener sólo una policía represiva es lo que ahora pagamos tan caro.

P. Usted estuvo el jueves con otros alcaldes de la periferia de París, con el primer ministro Villepin. ¿Qué impresión sacó?

R. Tuve la sensación de que no hay muchas soluciones. Es un momento muy grave para Francia y el Gobierno está pagando la campaña que orquestó en 2002 para ganar las presidenciales. Se lo dije a Villepin, que me escuchó y no respondió. Es cierto que desde hace 30 años en Francia aumenta la violencia contra las personas, yo formo parte de la izquierda que no quiere negar este problema. En 2001, las elecciones municipales ya apuntaron claramente a que el tema de la delincuencia y la inseguridad era el que marcaba la agenda y ésta es la razón por la que Chirac y su equipo electoral lo escogieron para la campaña de 2002. Lo que está sucediendo marca un fracaso profundo de este Gobierno, desde las provocaciones del ministro del Interior hasta las indecentes luchas internas, tan evidentes como cuando dejaron solo a Sarkozy durante los primeros cuatro días de violencia. ¿Qué habríamos oído la izquierda si hubiéramos estado ahora en el Gobierno?

P. ¿Hay racismo en Francia?

R. Sí, se puede hablar de racismo y discriminación. Ésta es la tesis de mi libro: el fallo del modelo republicano de integración, de asimilación. Se ha estropeado el ascensor social. El inmigrante italiano, español o portugués, e incluso los argelinos antes de la II Guerra Mundial, llegaban como obreros; sus hijos conseguían ser maestros y sus nietos catedráticos de universidad, por decirlo de alguna manera. La crisis actual afecta a los hijos y los nietos de la inmigración, que son franceses. En la Asamblea Nacional no hay ni un solo diputado de origen magrebí o de piel oscura, a excepción de los tres de los territorios del Caribe. Y un solo musulmán, el representante de Mayotte, en el Índico.


16 comentarios

L -

Como dice el primer artículo: \\\"No simplifiquemos\\\".
La situación que se vive hoy en día en Francia es una consecuencia directa de la globalización.
Por una parte, económica. La implantación de un sistema que da prioridad al libre comercio antes que al Estado de Bienestar, ha hecho que en, el mundo occidental, se cree lo que se llama la \\\\\\\"Nouvelle paucreté\\\\\\\" es decir, el 4º mundo, incapaz de integrarse y de ascender socialmente. Esta compuesto por los SIN papeles, los SIN hogar, los SIN salario,es decir, gente como la que vive en la periferia parisina.
Por otra parte, la cultural. El fin del mundo bipolar seguido de la inminente la globalización cultural del bando ganador, ha hecho que muchios individuos, asustados por la pérdida de sus valores y normas que esto acarrea, se repliegan en grupos, basándose en aspectos tradicionales diversos(la religión, la nacionalidad o la etnia) aunque todos comparten el odio hacia el mundo occidental y globalizado. Este odio se palpa también en los suburbios franceses, donde expresan su repulsa hacia un Estado que les olvida a nivel económico y cultural, mediante la destrucción de todo lo que es público, sobretodo el orden.

Juan Ahmad González -

La tolerancia de Europa es una farsa y el multiculturalismo está en los anuncios y cuatro espectáculos de danza del vientre. Lo que es el colmo es que algunos de \\\"derechas\\\" utilicen esto para relacionarlo con el Islam. Es increíble que el otro día dijera uno en telemadrid que estos actos tenían que ver con que ciertos círculos islamistas querían imponer la sharia en Paris. Hay cada uno que se ha apunta al carro de hablar sobre lo que no sabe, especialmente periodistas.Por otra parte, y a raíz de eso que decía del multiculturalismo de palo, digo yo que la prohibición del velo ¿se extenderá a no llevar rastas ( claro símbolo religioso), el pelo rapado con el que nos identificamos ciertos grupos, o los monjes budistas o las crestas de los \\\"bad religion\\\" . O el pañuelo fashion si vale y los tatuajes (otro símbolo de origen religioso de las islas del Pacífico) o los lunares hindúes, prohibirán también la Henna, que además de estar muy de ,moda entre las alternativas es “Sunna”, es decir, tradición profética de los musulmanes.

Cartago -

Es curioso que Francia se tenga que llenar de tal número de incidentes para darnos cuentas de lo que sucede en muchos países, lo triste de todo esto es que cuando los coches dejen de arder y ya no sean noticia los actos bandálicos, el problema volverá a desaparecer de la conciencia de las personas, porque lo más curioso del asunto es que la mayoría de las personas se están centrando en los disturbios y no en por qué surgen estos disturbios. En lo que se debería centrar la UE es en intentar promover algún tipo de reforma útil, porque más tarde o más temprano estos actos se extenderán por algunos países ya hoy han aparecido los primeros altercados en Bélgica y Alemania. ANte todo este no es un problema de Francia, sino de todos.

Gema -

Yo sabía que este problema existía, lo que no imaginaba era que se daba en tan grandes dimensiones. Pero no es sólo un problema de Francia, es un problema de Europa.
Los países europeos no asimilamos la llegada de inmigrantes, los discriminamos y no les damos facilidades.
El problema será difícil de solucionar, pues ya está muy avanzado, pero no debemos dejar que Francia lo haga sóla, es un problema de todos.
Creo que esto se dará en otros países, ya hoy está sucediendo. Además ya no es sólo con los inmigrantes, que en muchos casos no lo son ya que han nacido en Europa, el problema también está en los jóvenes en general.

Fran -

Una vez más los gobiernos an por detrás de las inquietudes sociales. Tan por detrás que se limitan a esperar a qe los problemas exploten en lugar de ir aminorando la carga poco a poco.

brave -

El termino "racaille" empleado por Sarkozy, se interpreta con demasiada facilidad como un insulto.Y es cierto que en boca del primer ministro francés tiene esa connotación. Sin embargo, muchos jóvenes de las "banlieues" se autodefinen así, "racailles" como una seña de identidad, de rebeldía. Constituyen una especie de tribu urbana desde mucho antes de las revueltas que ahora asombran a la opinión pública. Parece mentira que el señor Martí Font, siendo corresponsal en la capital francesa, desconozca el uso común que se hace de la palabra "racaille" y que pretenda descubrirla solo cuando suena a insulto mediatico.

Belén Francisco -

Lo que pasa en París es un reflejo de lo que pasará, si no ponemos solución, en el resto de Europa. La inmigración es un hecho, y los políticos, lejos de aceptarla y ayudar a los inmigrantes, luchan para erradicarla de manera tajante. Es lógico que ellos expresen su impotencia en la única alternativa que les queda,la violencia ya que no les dejamos hablar. Si todos los esfuerzos políticos que se invierten en la economía se centraran en la ayuda a la inmigración, tal vez estos sucesos podrían evitarse. Deberíamos ser justos, ¿que culpa tienen de haber nacido en países donde ya desde el primer minuto de vida tienen que luchar para sobrevivir?. Ya que los políticos no lo hacen, la sociedad debería posicionarse y prestar una mano amiga para hacer más fácil la convivencia con los inmigrantes.

Carlos Miguélez -

Este verano, en Toulouse, tuve una discusión con una profesora de francés. Chovinista como era, defendía a muerte el sistema de integración francés y su "laicismo". Su argumento: Francia es el país con el número más alto de matrimonios inter-étnicos. Yo le decía que notaba cierta crispación en las calles y que veía agresividad.

Nesemu -

Se ahonda el fatalismo de los diarios franceses casi al mismo ritmo al que se intensifican y se extienden los disturbios. Entre otras cosas porque, por mucho que algunos de ellos sigan tirando contra el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, todos tienen claro que él no es el único responsable de lo que está ocurriendo. El sábado, LIBÉRATION expresaba muy bien esa impotencia, porque, al tiempo que su primera pedía poco menos que dimitiera Sarkozy, su editorial decía lo siguiente: "Quieren replicar a los insultos del ministro, pero queman su colegio, o la guardería de su hermano, el autobús que usan sus padres o el coche del vecino. Denuncian que la policía los trate siempre como 'presuntos culpables', pero al permitir que algunos de sus amigos le tire piedras refuerzan las sospechas sistemáticas de las que son víctimas. Están atrapados. Hagan lo que hagan, tanto si son actores como si son espectadores de los disturbios, los jóvenes de los suburbios están atrapados. Es una lógica infernal de exclusión que ha llevado a muchos de ellos al fracaso escolar y que les deja como único horizonte el paro de larga duración de sus padres o la delincuencia. Y cuanto más se rebelan, más se hunden. La República francesa ya no es capaz de integrar cuando tiene un paro masivo que golpea sin pausa desde hace ya 30 años".

Nesemu No son gentuza -

Deberíamos tomar nota para que lo que hoy pasa en París no suceda mañana en nuestras ciudades.Alerta ante la propagación de la revuelta a otros países europeos.La magnitud de las protestas acorrala al Gobierno de Villepin. Jóvenes franceses, algunos hijos de inmigrantes y otros autóctonos, se han unido para convertir sus propios barrios en un campo de batalla. Expresan así la rabia frente a una sociedad que no cuenta con ellos y contra un ministro, Nicolas Sarkozy, que les trata de "gentuza". Francia paga, con la fractura que ha estallado en estos suburbios cuyos jóvenes viven una crisis de oportunidades y de identidad, 30 años de segregación social, territorial y étnica. Un ejemplo: en la Asamblea Nacional no hay ningún diputado de origen magrebí.
La ciudadanía europea se basa en tres pilares: el Estado de derecho, el Estado de bienestar y la participación política. Cuando estos tres principios se quedan a las puertas de un barrio, los sustituyen la guetización, el paro, el tráfico de drogas como economía de supervivencia, la violencia como actitud vital y las mafias organizadas que tienen por objetivo el control del territorio, y que estos días pescan en aguas revueltas. Se hace necesario restablecer el orden. Pero no para que miles de policías desembarquen en estos barrios para limpiar las calles, sino para que lleguen a ellos la igualdad ante la ley, la promoción social y económica y el derecho a la palabra y a la participación política. (Editorial de El Periódico)

Bea l-r -

Lo que está sucediendo en París no es sino un adelanto de lo que puede empezar a ocurrir aquí en España. Si nosotros, que somos la puerta a Europa del mundo africano, no damos ejemplo (que no lo damos, porque en España el índice de xenofobia es bastante alto) no podemos pretender escandalizarnos de lo que sucede en Francia, cuando la situación de aquellos es prácticamente idéntica a la de estos. Esperemos que los nuestros callen ante las numerosas injusticias cometidas, ante la terrible explotación laboral, ante la marginación que sufren, que permanezcan, como siempre, sumisos y callados para no perder su "trabajo". Y mientras tanto, nos preocupamos por el debate sobre el estatut. ¿Cuándo madurará España?

Miguel Ángel Toribio -

Parece que a la capital francesa ha llegado ya la gota que ha colmado el vaso. Esa gota no tardará en llegar a muchas capitales europeas, porque el problema de París es el fiel reflejo de los problemas que asolan a Europa y que los medios de comunicación se empeñan en silenciar. Sólo verán la luz cuando un grupo de "revolucionarios" se tome la justicia por su mano.
Hablan del problema de la inmigración, y para paliar ese problema, los únicos que tienen la sarten por el mango son los grandes dirigentes de las naciones. Ellos son los únicos capaces de poner fecha de caducidad a las mafias que preparan a la población africana el cruce del Estrecho a cambio de todas sus "riquezas". La solución al problema reside en el poder, y no precisamente instaurando una policía represora.

IDuNA Ruiz -

Hay que poner mucha atención a lo que sucede en París en estos momentos , esas luchas entre bandas de distintas religiones y etnias , porque no me estrañaria nada que en unos años se repitieran los mismo episodios aqui en España.
la discriminacion y la marginación se palpa en todos los barrios , y el racismo está en la sociedad se vea o no.Deberiamos ir aprendiendo de la situacion francesa....

Miguel Ángel -

Es normal que algunos ciudadanos de la periferia parisina actúan de esta forma: cuando un grupo social, discriminado y apartado del resto de ciudadanos se cansa de tanta injusticia busca la salida de la única forma que sabe, y en este caso quemar coches y arremeter contra la policía es su único camino. Me recuerdan estas luchas callejeras a lo ocurrido entre palestinos y el ejército israelí: unos luchan contra la injusticia de forma violenta y otros cargan contra los "rebeldes" sin escuchar sus razones.

Sonia Sanz -

No sé de qué nos extrañamos, es lo de siempre: intentamos darle la espalda al problema hasta que es el problema el que nos da una palmadita en el hombro diciéndonos que está ahí.
Hasta que no nos entre en la cabeza que debemos aceptar las cosas y poner medidas desde el principio no conseguiremos dejar de escandalizarnos con las consecuencias. Deberíamos quitarnos las gafas de madera que nos cubren los ojos y nos impiden ver la realidad.

Javier Ibáñez -

La situación en París es sólo el detonante de los problemas que se vienen arrastrando desde hace unos años. Francia no ha sabido absorber y asimilar toda la inmigración que ha llegado y que junto a la población joven, se encuentran en situaciones de paro y en el primero de los casos, de discriminación.
Si el gobierno de Chirac no toma medidas de manera urgente, y dichas emdidas son efectivas este problema y estas protestas se extenderán, probablemente, por el resto de Francia, y en un futuro no muy lejano, al resto de Europa. Poruqe, este, podrá llegar a ser un problema no sólo de los parisienses, sino de todos nosotros.