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J. C. García Fajardo

¿No es peor delito mandar torturar y asesinar que hacerlo uno mismo?

 Lo que sugiere es una tremenda hipocresía.

  La CIA mantiene a presos de Al Qaeda en cárceles secretas del este de Europa. Más de 100 sospechosos de terrorismo han pasado por los llamados ’sitios negros’

La CIA ha estado ocultando e interrogando a algunos de sus más importantes presos de la red terrorista de Al Qaeda en cárceles secretas del este de Europa, según funcionarios norteamericanos y extranjeros conocedores de la operación. La red de cárceles secretas, repartidas en ocho países, incluyendo Tailandia, Afganistán y varios de Europa oriental, forma parte de la guerra contra el terrorismo lanzada por la Administración del presidente George W. Bush tras los atentados del 11-S de 2001. Más de 100 sospechosos de terrorismo han pasado por esas prisiones.

La existencia y localización de estas instalaciones -llamados sitios negros en los documentos clasificados de la Casa Blanca, la CIA, el Departamento de Justicia y el Congreso- es conocida únicamente por un puñado de personas en EE UU y por tan sólo el presidente y unos pocos altos cargos de los servicios secretos de los países anfitriones.

La CIA y la Casa Blanca, aduciendo razones de seguridad nacional y el valor del programa, han disuadido al Congreso de exigir que la agencia responda sobre las condiciones en que están encarcelados los sospechosos. De hecho, nada se sabe sobre la identidad de los presos, qué métodos de interrogatorio se están empleando y cómo se toman las decisiones sobre quién debe ser detenido y por cuánto tiempo.

La CIA ni tan siquiera ha reconocido la existencia de estos sitios negros porque si lo hiciera, dicen algunos funcionarios familiarizados con el plan, crearía problemas legales al Gobierno, concretamente ante tribunales extranjeros, e incrementaría el riesgo de que la Administración fuese condenada políticamente tanto por la opinión pública de Estados Unidos como del extranjero.

Por su parte, The Washington Post no publica los nombres de los países del este de Europa implicados porque así se lo han pedido altos funcionarios norteamericanos, que temen que de conocerse podrían ser objeto de ataques terroristas.

Más de 100 sospechosos de terrorismo, sin incluir a los detenidos en Irak, han sido enviados por la CIA a estas cárceles secretas, según las fuentes citadas, que dividen a los prisioneros en dos clases: alrededor de 30 son considerados muy peligrosos y han sido encerrados en el máximo secreto en los sitios negros financiados por la CIA y manejados por personal de la agencia, incluyendo las instalaciones del este de Europa. Dos instalaciones de esta categoría -en Tailandia y Guantánamo- fueron cerradas.

Los 70 presos restantes forman un grupo con menor implicación en actividades terroristas. Algunos de ellos, tras pasar por los sitios negros, fueron entregados a Egipto, Jordania, Marruecos, Afganistán y otros países.

Los 30 primeros de la lista de sospechosos viven en completo aislamiento. Encerrados en lugares oscuros, a veces en celdas subterráneas, carecen de derechos y no hablan con nadie que no sea de la CIA. La mayoría de las instalaciones fueron construidas y mantenidas con fondos del Congreso, pero la Casa Blanca ha impedido que la CIA informase sobre las generalidades del plan a nadie excepto a los presidentes y vicepresidentes de los Comités de Inteligencia del Senado y la Cámara de Representantes.

La red de cárceles secretas fue concebida en los caóticos meses que siguieron al 11-S. "Hasta donde sé, nunca nos reunimos y establecimos una gran estrategia" sobre qué hacer con los detenidos por ser sospechosos de pertenecer a Al Qaeda, dice un ex oficial de inteligencia conocedor del plan. "Todo se hizo a salto de mata", añade.

Entre las primeras ideas que se barajaron entonces estuvo la creación de equipos de la CIA que se infiltrasen en países de Oriente Próximo, África e incluso Europa y asesinasen, uno a uno, a los líderes de la red de Bin Laden. Pero la idea fue desechada ya que los jefes de Al Qaeda tenían más valor vivos para poder ser interrogados. Entonces se pasó a decidir qué se hacía con los detenidos, cada vez más numerosos tras la campaña de Afganistán. Una primera idea fue encerrarlos en barcos fondeados en aguas internacionales. Otra fue enviarlos a una isla del lago Kariba, en Zambia, pero las pésimas condiciones sanitarias del lugar y la sospecha de que los zambianos no guardarían el secreto archivó para siempre semejante idea. Al final, la CIA optó por la creación de la red de cárceles secretas en el extranjero.

 

¡Menuda  monstruosidad!

1 comentario

Guillermo -

Si tan solo por un día volviesen a rodar cabezas...