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J. C. García Fajardo

Nesemu: Política de drogas y placebos

Por Luis Ignacio Parada, en ABC, ha escrito un interesante artículo con este título . Si lo analizáis, veréis que es un ejemplo de cómo darle la vuelta a una noticia.
Nesemu

UNA de cada veinte personas consumió ilegalmente algún tipo de drogas el año pasado. El número de consumidores alcanzó los 200 millones de personas, el 5 por ciento de la población de 15 a 64 años. El gasto total alcanzó los 266.000 millones de euros. El dinero desembolsado para el consumo de drogas supera el PIB del 90 por ciento de los países del planeta. Son datos que acaba de revelar la Organización de la ONU para el Control de Drogas y la Prevención del Delito.

Los filósofos, los poetas y los moralistas nos enseñaron que la felicidad sólo se alcanza con la sabiduría, el trabajo y el sacrificio. Pero llegaron los bioquímicos y nos descubrieron que no es más que un equilibrio entre neurotransmisores, hormonas e impulsos electromagnéticos que puede ser modificado mediante determinadas drogas. Las más duras son capaces de actuar sobre el complejo entramado psicosomático de las percepciones y las sensaciones, modificar la conducta y la personalidad, crear supuestos paraísos artificiales.

La ONU debería informarnos también de que, en política, hay drogas blandas como la revisión salarial en función de la inflación pasada, la aportación a la Seguridad Social de los inmigrantes, la financiación heterodoxa del déficit público. Y decirnos que hay drogas duras como la financiación de la agricultura, el déficit energético por miedo a la energía nuclear, la subida de los tipos de interés, que generan dependencia y toxicopatías, crean problemas de integración social y llevan a la ruina física e intelectual. Debería decirnos, además, que hay placebos, ya saben, sustancias inactivas que con apariencia de medicamento llegan a producir efectos curativos por simple sugestión cuando el enfermo desconoce que no puede producirle ningún efecto. Eso ocurre, por ejemplo con la utilización sectaria de unas televisiones públicas ruinosas, la subvención a la vivienda, la manipulación política de los trasvases y la promulgación de leyes para agradecer votos.//

2 comentarios

Carlos Miguélez -

No está mezclando, se trata de una analogía. Scicker, hay otros opios del pueblo, además de la Iglesia: el fútbol, el Corte Inglés, la estúpida televisión que solemos ver, etc. No es la sustancia, es la dosis.

Scicker -

Antes que nada diré que este artículo me parece un tanto inapropiado. Para mí no tiene demasiado sentido mezclar las drogas con las acciones políticas mencionadas, porque entre otras cosas el tema de las drogas me parece bastante serio y cuyas consecuencias son demasiado graves como para utilizarlo como base para la crítica política.
Si este señor considera un placebo la igualdad de derechos para "agradecer votos" pues está en su total derecho de decirlo pero me da pena que se viertan semejantes opiniones en estos tiempos.
Por otra parte a este cronista se le olvidó mencionar otra de las drogas que nos asolan, y a mi juicio tan dañina como las demás: se le olvidó nombrar a la Iglesia, el verdadero opio del pueblo.