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J. C. García Fajardo

Nesemu: Esto sí que es periodismo

Adjunto la buena entrevista que Ignacio Vidal-Folch hizo a Ryszard Kapuscinski y que publica EL Pááis y que en PD edita Elena Regoyos.
Nesemu

//Si alguien conoce la situación de los países en desarrollo ése es Ryszard Kapuscinski, y -aunque en menor medida- todo el que le lea. ha tenido la oportunidad de entrevistarle para El País y descubrir que este escritor polaco y periodista por accidente, quiso ser poeta y se cruzó con una inquietud mayor: ser el principal testigo de lo que acontecía en esas partes del mundo donde estaban aprendiendo, de nuevo, a ser libres tras el colonialismo.
Desde la Guerra Fría hasta hace unos años se acercó al continente africano, a Latinoamérica, Asia y contó a todo el mundo lo que vio a través de las páginas de un periódico. Después lo hizo con exitosos libros como Ébano, El Sha, El emperador o La guerra del fútbol, escritos todos que le han dado la consideración, para muchos, del mejor reportero del mundo.

Pregunta: Creo que en la universidad usted estudió Historia. ¿Se hizo periodista por casualidad?
Respuesta: No exactamente. Mi primer contacto con la palabra escrita fue como poeta. Después de la II Guerra Mundial, mi país, Polonia, había sido reducido a cenizas. Entre otras cosas había que reorganizar la prensa polaca. Algunos amigos me convencieron de que ingresase en un periódico como crítico de poesía. Luego empecé a escribir reportajes, que es el único género que he practicado en la profesión. Yo la veo como una actividad compuesta de tres elementos fundamentales: el viaje hacia el otro -hablar con él, tratar de comprenderle-; las lecturas previas -el viaje ha de estar cuidadosamente preparado y documentado- y la reflexión personal.
P: En Los cínicos no sirven para este oficio, dice usted que para ser buen periodista es conveniente ser buena persona, ser capaz de sentir empatía con el prójimo.
R: Quizá no en otros géneros, pero sí por lo menos en el periodismo de reportaje. Ahí dependes mucho de los demás. Tal como le trates, te tratarán. Por eso las malas personas no pueden ser buenos periodistas de reportajes: no pueden comprender a los demás ni ser apreciados por ellos. Ese factor, digamos humanista, es importante, aunque no basta, claro está.
P: A partir de 1962 fue usted corresponsal de la agencia oficial de noticias polaca, de un país sometido a una férrea dictadura de partido. ¿Cómo sobrellevó la censura?
R: A los que salíamos fuera del país no nos censuraban, sino todo lo contrario: se nos estimulaba a que contásemos todo lo que pudiésemos averiguar. Luego, cuando nuestras noticias llegaban a la oficina central, entonces se seleccionaban: uno oficial, del que se había expurgado todo lo que resultase inconveniente; y el otro sólo para los altos cargos del partido comunista, de los jefes de redacción, etcétera. Ellos tenían que saber la verdad. No era la censura precisamente lo que me dificultaba el trabajo, sino la propia naturaleza de éste. El de la agencia de prensa es el oficio más duro del mundo, una esclavitud.
P: Ha vivido y escrito sobre África, Suramérica, la URSS. ¿No le ha interesado Europa, el mundo occidental?
R: No. Nunca escribí sobre Europa. Ya había muchos especialistas en Francia, en España... Yo, en cambio, estaba fascinado por el nacimiento del Tercer Mundo y quería ser su cronista. Las tres cuartas partes de la humanidad se independizaron. Ese nacimiento político y a la vez nacimiento de la conciencia de su propia cultura y su propio valor era un fenómeno que nunca se había dado, que sólo pasa una vez y que no se repetirá. Lo que hoy sucede en el mundo son las consecuencias de aquel momento.
P: Dice usted que la de los cincuenta fue la década de las independencias, los sesenta, la de los golpes militares, y los setenta, la de la pérdida de toda esperanza. Hoy a nadie le importa África. ¿Cree usted que el continente está abocado a la catástrofe?
R: Mire, he pasado en total 20 años en África. Hay varias razas, regiones, idiomas. En Ruanda siempre hay genocidios, mientras que Tanzania es muy pobre pero muy pacífico. Fíjese en Sudán, que lleva 50 años de guerra casi ininterrumpida, mientras Gabón o Ghana casi no conocen las guerras internas... Ahora entramos en el periodo de afro-realismo, cuya principal característica es la diversidad de situaciones, aunque es cierto que todo el continente pasa dificultades. //

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