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J. C. García Fajardo

Nesemu: Caminar descalzo por el césped

Ya florecen las lavandas, sucediendo en esa explosión a las rosas. Las moreras se desparraman y tiñen el suelo. Su fruto no es tan dulce como el de las moras que sorprenderemos al final del verano en las zarzas, cuando ya se doren las uvas.
Continúan las petunias y los pensamientos resistiéndose al sol que agradecen los geranios. También las salvias han dado frutos de flores medio moradas y azul fuerte. Huelen bien y son espléndidas. Las azaleas se han agotado en flores fucsias, blancas, rojas, amarillas y jaspeadas. Qué belleza. El tomillo, la hierba luisa, el cantueso, los romeros y la menta responden al agua de riego con aromas inefables. Como las adelfas y los rododendros, resistentes al sol con tal de estar bien regados.
Sólo hablo de algunas de las plantas que saludo cada mañana en mi jardín, cuando camino desclazo por el césped.
Aunque no soy dueño ni de una cuarta de terreno, lo cuido como el Jardinero en que se convirtiera aquel general que quiso llegar tarde al reparto de prendas por la Reina de Tagore.

Nesemu

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