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J. C. García Fajardo

Nesemu: Ricos y pobres, la eterna cuestión

Mi antigua alumna y hoy compañera, Elvira Lindo, acomete en /Las clases/, publicado hoy el El País, el tema clave de la confrontación entre ricos y pobres (el aplastamiento y explotación de estos por aquellos) que ya el sabio Solón declaró como la razón fundamental de la política. Publicó La constitución de Atenas hace 25 siglos.
Abramos un debate para no perdernos.
Nesemu

//Emocionados como estábamos con el descubrimiento de nuestras libertades individuales; concentrados en defender los derechos de mujeres, gays, lesbianas, negros, diversidad racial, cultural, particularidades identitarias y miles de etcéteras; anclados en las reivindicaciones de nuestro grupo particular, que eran legítimas pero a menudo olvidadizas de aquel que considerábamos ajeno, llevamos años ignorando la gran frontera del mundo, la que separa a los ricos de los pobres. Se ha sido más consciente, al menos en materia periodística, de la frontera entre los países ricos y los que andan abandonados a un destino fatal; pero se descuidó la brecha entre los que tienen y los que no tienen dentro de los países ricos. Lo descuidaron hasta los sindicatos, que aquí y allá perdieron su vieja fuerza de movilización social. Vuelven las clases sociales; así ha anunciado The New York Times una serie de reportajes que intentan clarificar cuáles son los elementos que distinguen hoy a los ciudadanos. Hubo un tiempo en que con tres trazos uno podía distinguir la clase social de un individuo: sus bienes materiales, sus estudios, sus anhelos. Pero las fronteras se han difuminado. Los pobres de una sociedad como ésta son gordos, a menudo desperdician con tan poca conciencia como los ricos y sus aparatos electrónicos pueden ser incluso más ostentosos. Es el gran engaño. Juguetes para entretener a aquellos que difícilmente podrán ayudar a sus hijos a ascender en la escala social. Aunque América continúa vendiéndose como la tierra de las oportunidades, sería cínico pensar que todo depende de la excelencia, que el que vale, llega. Los padres ricos saben hoy que el mérito es importante; por tanto, preparan bien a sus hijos, con el deseo de sentir que no es la herencia paterna la que manda, sino los logros propios. Estupendo. ¿Pero qué ocurre con el que nace sin nada? Harold Bloom, que se mordió el otro día la lengua para no hablar de política como le pedía el cuerpo, se mostró pesimista con la democratización de la enseñanza. Sí, hemos conseguido que todos los niños vayan a la escuela, pero igualamos por abajo, exigimos lo mínimo, actuamos paternalmente con los desfavorecidos, jugamos a la falsa justicia y agrandamos la brecha. Y tal vez la brecha sea ya tan grande que hasta un periódico americano la reconoce en primera página./

5 comentarios

Nesemu -

Cierto, Roberto, hielan la sangre esas y otras manifestaciones de insensibilidad o de cobardía. Hiela la sangre la soledad no asumida, el miedo al silencio y a lo desconocido. El temor a no saber estar a la propia altura y no a la que esperan los demás de nosotros. No se hiela la sangre de quién sabe decir Yo sé quién soy.

Elisa -

"Pobrecitos" ricos, qué sería de ellos si no existiera la fabulosa barrera que los separa de esos pobres que molestan. Por fortuna, el muro es bien alto y consistente para que puedan ignorar desde las alturas las desgracias de esos "pobrecitos" pobres.

Elena Martín -

No creo que se deba generalizar de esa manera. Es cierto que la mayor parte de la población que posee un nivel de vida no muy bueno tiende a dar más importancia a otros aspectos que no guardan relación con el sistema educativo, pero existen otros grupos que, dentro de esta clase media-baja, sí que se la dan. Es más, llegan incluso a darle una mayor relevancia que las clases altas, donde la educación es un objetivo básico. Pero aún así, es obvio que la sociedad prefiera que paguen justos por pecadores pues, ¿acaso no es lo que se esperaba de una sociedad dual, donde cada vez hay más pobres y más grupos sociales que intentan ocultar esa existencia?

Rôvënty -

Acabo de ir a ver el estreno del episodio tercero de La Guerra de las Galaxias. Darth Vader es "reconstruído" con la forma que todos conocíamos de la primera trilogía. En el momento más crítico, cuando le ponen la máscara negra y comienza respirar con ese peculiar sonido que te hiela la sangre, la gente aplaudía...

Marta Blánquez -

En este artículo se comentan dos elementos claves de la persistencia de la diferenciación en las clases sociales del mundo occidental:
la valoración de determinadas posesiones materiales y la valoración de la cultura y de la educación en las dos clases sociales que podemos perfilar en la sociedad de la abundancia:
la clase media-alta valora altamente la posesión de las cosas materiales que la diferencian del resto de los "mortales" lo estético, lo único, lo artesanal, lo exótico y lo refinado.
La clase media-baja valora la exhuberancia en las posesiones materiales, lo industrializado, lo grande. En las celebraciones de sus actos sociales les pierde el gusto por "lo cateto", por lo "pantagruelico" y son capaces de endeudarse hasta las cejas por no ser menos que sus vecinos.
La clase media-alta valora la cultura, valora la educación en su aspecto de superación y mejora y prefiere la calidad y esta dispuesta a pagar por ella.
La clase media-baja no valora la educación como elemento de perfeccionamiento, no sabe valorar la calidad.
Con lo cual la brecha educativa aumenta entre ambas y las perfila.
Pero, ¿qué pasa con los que no tienen nada?.