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J. C. García Fajardo

Redacción del Blog: El agravio y la afrenta

Cap. XXXI
¿Por cual de las mentecaterías que en mí ha visto me condena y vitupera, y me manda que me vaya a casa a tener cuenta en el gobierno della y de mi mujer y de mis hijos, sin saber si la tengo o los tengo?
(...) el que no puede ser agraviado no puede agraviar a nadie. Las mujeres, los niños y los eclesiásticos, como no pueden defenderse aunque sean ofendidos, no pueden ser afrentados. Porque entre el agravio y la afrenta hay esta diferencia, como mejor Vuestra Excelencia sabe: la afrenta viene de parte de quien la puede hacer, y la hace, y la sustenta; el agravio puede venir de cualquier parte, sin que afrente.

1 comentario

Cristóbal -

Nos quitaríamos mucha ansiedad si identificáramos bien a nuestros enemigos, a nuestros adversarios y a nuestros ofensores. Nos daríamos cuenta que son tres o cuatro, o menos. A los demás que ahora nos agobian, los veríamos como niños. Para eso hay que saber reirse de uno mismo y saber mirar con ternura el mundo y a su gente.