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J. C. García Fajardo

Nesemu: El mercader mágico

Caminaba por las calles de Basora un mercader mágico que ofrecía el arreglo de los males del mundo. Como parecía medio bebido y vestía pobremente casi no le hacían ni caso, sino era para meterse con él.
- ¿Qué tienes para vender?, le preguntaban las gentes.
- Lo que ustedes quieran, respondía.
- Queremos Paz, queremos justicia, queremos salud y comida en abundancia...
- Perdonen, - les respondió el mercader -. Creo que no me han entendido bien. Yo no vendo frutos. Sólo vendo semillas. La siembra y el cultivo han de hacerlo ustedes y con el trabajo de todos recogerán una buena cosecha.
Al Maestro le piden soluciones, respuestas, dones y sentencias. Pero la vocación del sabio es la de sembrar conciencia – fruto del conocimiento adquirido por más vías que las de la razón y el estudio – entre las mujeres y los hombres para que asuman su cuota de corresponsabilidad ante la situación global de la humanidad.
Ante el formidable panorama de la globalización alcanzada, el espacio mundial se ofrece para que puedan germinar los grandes valores añorados: la paz, la justicia, la equidad, la democracia y la armonía con la naturaleza que, día a día, cultivan las comunidades en todo el planeta.
Ante los resultados que laceran, los viejos Maestros se preguntan ¿Cómo es posible que pueblos tan diversos, habitando tierras tan distintas, con diferentes tradiciones históricas y culturales, enfrenten hoy problemas tan similares y traten de resolverlos con unas herramientas tan poco variadas y adecuadas a las realidades de nuestro tiempo?
No es tiempo de esperar que nos ofrezcan soluciones sino de que cada vez un mayor número de personas nos sintamos alentados a buscarlas.

José Carlos Gº Fajardo

2 comentarios

fran -

Todo gran cambio comienza por una pregunta persistente, por el ansia de dale respuesta con acciones

Carlos Miguélez -

Poco se podrá hacer mientras las personas de este mundo se sientan alienadas y no se sientan parte de un todo.
Las tecnologías y el mercado que confunde valores dejan huella en las personas, que sienten que no pueden cumplir con tantas exigencias estéticas, materiales y profesionales. Entonces hay aislamiento. Se reguntan: ¿Yo qué tengo que ver con ese otro?
Fue un avance de la humanidad el que se reconocieran ciertos derechos individuales, pero el individualismo de hoy es retrógrada.
Llama la atención cómo muchas personas muestran más afecto por el messenger que en persona.