Nesemu. Ricos sin dinero, prepotentes ideológicos
Un viejo amigo me decía: /¿Cuándo caeremos en la cuenta de que un pobre es un rico sin dinero? No hay más que ver cómo actúa la mayoría cuando les toca la lotería/. Es un hombre que lucha contra la dependencia del asitencialismo y en favor de la justicia social. Es preciso ser coherente y no temer analizar las motivacions más profundas de pretendidos mecenas, políticos visionarios o salvadores de patrias. Y si no las tienen, se las inventan. En el caso del protocaudillo Ibarreche hay rasgos que ya no confunden y que anuncian una deriva peligrosa que es preciso atajar y reconducir con todos los medios que ofrece el Estado de Derecho. Y la Unión Europea, Comunidad de Naciones de las que formamos parte legítima y con todos los derechos y obligaciones. No es que no debamos oponernos a sus pretensiones soberanistas sino que, en el anacrónico planteamiento en el que las formula, tenemos actuar con firmeza. Como harían las Instituciones de la UE tan pronto como pretendiera asomar la cara por Bruselas. O como hará Francia con toda la fuerza de la razón en cuanto pretendiera ese visionario poner en marcha la quimérica Euskalherria.
Otros pretenderían restaurar las Marcas del Imperio de Carlomagno, o el Califato de Córdoba, o el Inmperio Otomano, o el Imperio Romano. Es de locos pretender regresar a criterios de raza, pueblo,lengua o religión para fundamentar instituciones políticas. Cierto que lo consiguieron los judíos con el Estado de Israel, pero es que sus promotores pedían a Lord Halifax /un hogar para un pueblo perdido en la diáspora/. Y ya hemos visto los resultados.
Sería como regresar al III Concilio de Toledo con Recaredo abjurando del Arrianismo e imponiendo el Cristianismo de Roma a todos los habitantes e instituciones del Reino.
No podemos dejar que se extienda la ola de nacionalismo rupestre, de raza selecta y superior, de lengua arcaica y exclusiva, o de victimismo inadmisible. Nunca en la historia han vivido los vascos con mayores libertades, bienestar económico y autonomía social, cultural y económica que durante la democracia. ¿De qué se quejan? ¿Qué pretenden? ¿Separarse de una comunidad de nacionalidades que les ayudó a formarse con unas señas de identidad y unos medios
que a veces se substrayeron a otras comunidades autonómicas, regiones o provincias?
Si de lo que se trata es de aprovechar organismos a la manera de la Italia prefascista o de la Alemania que se gestaba desde la cárcel con el Mein Kampf como ideario, que lo digan ya. Recordemos lo que un grupo de visionarios llegaron a hacer por no haber sabido pararlos a tiempo en Munich. Fueron en todo momento sostenidos por la mayoría numérica de sus conciudadanos. Sé que el ejemplo parece desproporcionado. No fue considerado así en 1938. Cambiados los escenarios y apoyados en una experiencia que pareció olvidada en las últimas contiendas en los Balcanes, debemos reflexionar sin prejuicios para actuar sin vacilaciones.
Soledad Gallego-Diaz en uno de sus formidables artículos /El atractivo de los pueblos ricos/, puede ayudarnos a caminar con decisión y prudencia.
//Un ensayista alemán escribió que nada es más peligroso que la riqueza sin poder. Las palabras del lehendakari, Juan José Ibarretxe, en el Congreso de los Diputados, el pasado martes, parecían llevar al extremo esa misma sentencia: /Estamos a la cabeza del Estado en materia de renta familiar disponible, tenemos el máximo de ocupación que hayamos tenido nunca en nuestra historia, hemos creado más de 4.000 empresas en esta legislatura... somos más atractivos que nunca/, explicaba el lehendakari ante el pleno del Congreso. /Somos un país moderno, avanzado económicamente/, insistía. Queremos el poder. Todo el poder.
Todo lo que mostraba el lehendakari se ha conseguido, probablemente, con los actuales niveles de autogobierno y con el famoso Concierto Económico que permite al País Vasco quedarse con más recursos propios que, desde luego, Cataluña o Madrid. Pero no basta: /Queremos más para vivir mejor/... /Como decía Marlene Dietrich y sin duda piensa el lehendakari, que /hay una gigantesca diferencia entre ganar mucho dinero y ser rico/, la razón está en quienes aspiran, sobre todo, a un gran convenio dentro de una sociedad en calma//.
Nesemu
Otros pretenderían restaurar las Marcas del Imperio de Carlomagno, o el Califato de Córdoba, o el Inmperio Otomano, o el Imperio Romano. Es de locos pretender regresar a criterios de raza, pueblo,lengua o religión para fundamentar instituciones políticas. Cierto que lo consiguieron los judíos con el Estado de Israel, pero es que sus promotores pedían a Lord Halifax /un hogar para un pueblo perdido en la diáspora/. Y ya hemos visto los resultados.
Sería como regresar al III Concilio de Toledo con Recaredo abjurando del Arrianismo e imponiendo el Cristianismo de Roma a todos los habitantes e instituciones del Reino.
No podemos dejar que se extienda la ola de nacionalismo rupestre, de raza selecta y superior, de lengua arcaica y exclusiva, o de victimismo inadmisible. Nunca en la historia han vivido los vascos con mayores libertades, bienestar económico y autonomía social, cultural y económica que durante la democracia. ¿De qué se quejan? ¿Qué pretenden? ¿Separarse de una comunidad de nacionalidades que les ayudó a formarse con unas señas de identidad y unos medios
que a veces se substrayeron a otras comunidades autonómicas, regiones o provincias?
Si de lo que se trata es de aprovechar organismos a la manera de la Italia prefascista o de la Alemania que se gestaba desde la cárcel con el Mein Kampf como ideario, que lo digan ya. Recordemos lo que un grupo de visionarios llegaron a hacer por no haber sabido pararlos a tiempo en Munich. Fueron en todo momento sostenidos por la mayoría numérica de sus conciudadanos. Sé que el ejemplo parece desproporcionado. No fue considerado así en 1938. Cambiados los escenarios y apoyados en una experiencia que pareció olvidada en las últimas contiendas en los Balcanes, debemos reflexionar sin prejuicios para actuar sin vacilaciones.
Soledad Gallego-Diaz en uno de sus formidables artículos /El atractivo de los pueblos ricos/, puede ayudarnos a caminar con decisión y prudencia.
//Un ensayista alemán escribió que nada es más peligroso que la riqueza sin poder. Las palabras del lehendakari, Juan José Ibarretxe, en el Congreso de los Diputados, el pasado martes, parecían llevar al extremo esa misma sentencia: /Estamos a la cabeza del Estado en materia de renta familiar disponible, tenemos el máximo de ocupación que hayamos tenido nunca en nuestra historia, hemos creado más de 4.000 empresas en esta legislatura... somos más atractivos que nunca/, explicaba el lehendakari ante el pleno del Congreso. /Somos un país moderno, avanzado económicamente/, insistía. Queremos el poder. Todo el poder.
Todo lo que mostraba el lehendakari se ha conseguido, probablemente, con los actuales niveles de autogobierno y con el famoso Concierto Económico que permite al País Vasco quedarse con más recursos propios que, desde luego, Cataluña o Madrid. Pero no basta: /Queremos más para vivir mejor/... /Como decía Marlene Dietrich y sin duda piensa el lehendakari, que /hay una gigantesca diferencia entre ganar mucho dinero y ser rico/, la razón está en quienes aspiran, sobre todo, a un gran convenio dentro de una sociedad en calma//.
Nesemu
5 comentarios
Rôvënty a vito gonzada -
Laura -
Ojalá fuera sólo una utopía de luchar por lazos y raíces. Los que lo ven así resultan en verdad casi entrañables, y casi inofensivos -hablo desde la experiencia de Asturias, donde es tan fácil encontrar quien defiende su cultura porque la ama pero nunca cogería un arma por ella-.
Ojalá, ojalá realmente no les importara la economía, el poder...
Serían unos soñadores maravillosos...
Sergio -
Oye, ¿alguien sabe si los comentarios admiten HTML o etiquetas?
vito gonzaga -
Laura Blanco -
El nacionalismo es semejante al autismo profundo: vivir encerrados en sí mismos y para sí mismos. Y se sienten orgullosos de ello...