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J. C. García Fajardo

Prohibido prohibir, y padece la convivencia

 

 

Al comenzar el curso en la universidad,  les digo a los alumnos: “He oído decir que en colegios e institutos hay profesores que padecen estrés. Olvídense de eso, porque los estresados pueden ser ustedes. A la universidad se viene a compartir saberes, y esto es imposible sin trabajar fuerte, respetando las reglas del juego establecidas, y que han dado su carácter y prestigio a la universidad”. 

Se extiende el maltrato de los muchos adolescentes a padres y profesores. Se ha cedido en aspectos fundamentales: respeto, cariño, comunicación, autoridad y concierto en una vida familiar. Hay padres que han pretendido ser los mejores “amigos de sus hijos” cuando estos lo que necesitaban eran padres y puntos de referencia. Los amigos se los buscan ellos. Padres insensatos han sobre protegido a sus hijos y les han consentido vivir sin reglas ni normas ni concierto. 

Niños y adolescentes han empezado a levantar la mano a sus progenitores, sobre todo a  su madre y este maltrato ha adquirido tintes de epidemia.

En España, durante 2008, las Fiscalías de Menores abrieron más de 4.200 expedientes por agresiones de hijos a padres. No todas las denuncias dan lugar a la apertura de expedientes judiciales -muchas se archivan tras  labores de mediación-, y hay que pensar que por cada padre que denuncia a su hijo, hay otros que se resisten a dar ese paso.

Consuelo Madrigal, fiscal de Menores del Tribunal Supremo, dice "Cuando los padres denuncian es porque han llegado a una situación límite. Se sienten doblemente avergonzados por tener que pedir que se actúe contra sus hijos y porque la denuncia misma les parece la constatación de un fracaso". Las estadísticas muestran un espectacular incremento de chicas que pegan a sus madres y también chicas que pegan a otras chicas. En esto, como en el  consumo de alcohol, tabaco y drogas, también se han esforzado por imitar a sus compañeros para reproducir modelos machistas, por mucho que hayan estudiado en colegios mixtos y se les suponga aleccionados en los valores de la libertad y la igualdad.

 

No son casos de marginación social sino que parece concentrarse en familias desestructuradas, de clases medias. Parece que esas conductas son formas de protesta ante una realidad desconcertante pues algunos han sido testigos de malos tratos conyugales o han padecido agresiones paternas.

 

¿Qué está pasando para que adolescentes que antes se fugaban del hogar opten por quedarse en casa a tiranizar a sus progenitores?, se pregunta Berbería. ¿Y para que los padres que antes expulsaban del hogar a sus hijos díscolos o depravados ocupen hoy el papel de víctimas? Muchos han sustituido el modelo del  "ordeno y mando" por una permisividad sin límites, igualmente nefasta.

El principio de autoridad se ha debilitado y ni la sociedad ni la familia han sabido establecer otros valores y límites. Nos estamos equivocando en la educación y muchos menores delincuentes surgen en un ambiente que genera niños individualistas y hedonistas, incapaces de aceptar la frustración.

Algunos sostienen que la familia es la primera patología a tratar y muchos padres no saben qué hacer con sus hijos. Se detecta un problema de ausencia de la figura paterna, bien porque la pareja se haya separado o porque el padre o la madre se inhiben o están muy ocupados en el trabajo.

El Defensor del Menor de Madrid, sostiene que la violencia ambiental influye, "aunque no sea el detonante del problema", por eso hay que prestar atención a esos chicos que "pasan muchas horas solos en casa, delante de la televisión, viendo cómo las situaciones más terribles se presentan como si fueran normales. Se ha comprobado que las imágenes violentas activan el área del cerebro que fomenta la agresión. La sobre exposición a estas señales hacen bajar las defensas frente a la violencia, de forma que la costumbre amortigua su sensibilidad. Estamos ante una sociedad dominada por un modelo económico y social agresivo que amenaza con pervertir los sistemas de valores para con devolvernos a la ley de la selva.

El cibersadismo, la difusión de las agresiones, el incremento del maltrato doméstico y escolar practicado por menores sostienen la creciente degeneración.  Es preciso volver a una educación en valores de justicia, de esfuerzo y de solidaridad para una convivencia ciudadana.

 

José Carlos Gª Fajardo

 

 

 

 

2 comentarios

José Carlos -

Buen comentario, Pau. Yo sólo alcanzo a hablar de lo que conozco de mis experiencias, por eso leo con tanto gusto los post
Un abrazo
José Carlos, Nesemu

pau -

Desde mi punto de vista, el origen de este problema es muy variado.
Los hijos ya no pueden independizarse como antes. La relación y convivencia con los progenitores es difícil, siempre lo ha sido. Yo marché con 18, mi hija con 19 después de colgar los estudios; mi hijo lo ha hecho ahora con 25, pero ayudado por mí y junto dos amigas...
Después existe un déficit de educación. Los chavales no son educados, no respetan y se sienten inferiores, inseguros... temen o creen que no llegan al nivel de su entorno; y como solución utilizan la agresividad, el desafío... y se recrean en su incultura, la exageran con la degradación del lenguaje añadiéndole un tinte chulesco.
Es curioso de ver a chavales que han perdido el uso del lenguaje, como al buscar trabajo remueven en su recuerdo cómo se habla correctamente, el tono perdido, la educación olvidada... Y los recuperan en poco tiempo, pero algunos no en la educación, puesto que nunca la tuvieron o nadie se la enseñó.
Preguntas el por qué, y pienso que debemos buscarlo en la sociedad, no en la familia, que esta tampoco ha cambiado tanto.
Mis progenitores eran y son menos educados que mi hermana y yo, los progenitores de mis amigos...
Fíjate como es la gente de una cierta edad.
¿Respetuosa?
Quizá, pero por la fuerza, por la represión educativa y familiar.
Permite que te diga que no puedes comparar la Universidad con el Instituto. En tu aula solo llegan los que han trabajado o conseguido el truco del éxito en el estudio. A esos poco les debes enseñar sobre lo que deben hacer, ya que para llegar donde están, o se han autorreciclado o ya eran así.
Es distinto en el mundo del trabajo, el que no precisa diplomas ni licenciaturas. Aquí encontramos el residuo, el que ni siquiera ha pasado la EGB o no ha llegado al bachillerato; y lo peor es que al principio se sienten fuertes porque son nacionales. Buscan alguien tras suyo, alguien inferior y lo encuentran. ¿Cómo va a cobrar más un senegalés que yo? Y te ríes porque el senegalés habla mejor, trabaja mejor y es más presentable. Si son burros de verdad (una minoría) se marginan, se encierran en sí mismos y se convierten en traficantes, xenófobos y ultras; si son normales se adaptan y hacen el esfuerzo.
Un saludo.